Inglaterra.
23 de Agosto, 1800
La lluvia comenzaba a caer dejando unas finas gotas de agua en la ventana, y el inconfundible aroma a barro mojado comenzaba a entrar por la puerta que daba a los jardines traseros. Yo me encontraba sentada, mirándola caer desde adentro, algo que encontraba muy gratificante sin ninguna razón.
Desde niña había deseado poder salir y mojarme el rostro con la lluvia. Pero una vez que logré hacerlo, a los 5 años, mi madre me había arrastrado a mi habitación gritando que ese no debía ser el comportamiento de una dama y me había encerrado en ella, como a una pobre princesa en la torre más alta del castillo. Desde ese entonces no pude hacer más que mirar la lluvia desde adentro con melancolía y deseo.
Los gritos de mi madre hacia Dorothy, la nueva esclava que trajo mi padre, me distrajeron totalmente de mis pensamientos.
-¿QUÉ ES LO QUE HACE QUE SEA TAN INCOMPETENTE?- Gritaba mí madre. La pobre mujer de tez oscura no parecía tener mucha idea de dónde meterse ante la situación.
-ES LA ÚLTIMA VEZ QUE REPITO QUE NO TOQUE LA COMIDA SIN ANTES LAVARSE ESAS MANOS HORRIBLES QUE TIENE.
Ella tenía un enorme complejo contra esas personas. Decía que si no teníamos cuidado podrían contagiarnos enfermedades mortales o incluso podríamos enloquecer. Poco a poco me fue generando una desconfianza hacia las personas como Dorothy. Pero no podía creer que alguien tan igual a nosotros fuese tan malo. Entonces decidí que a diferencia de mi familia, estaba bien considerarlos personas e incluso hablar con ellos. Y finalmente descubrí que los comentarios de mi madre eran por pura ignorancia, aunque debo confesar que era precavida de vez en cuando.
Dorothy al principio tomó de manera extraña que me acercase a hablar con ella. Pero luego llegamos hasta el punto en el que me dijo su nombre. Me contó que tuvo hijos pero ellos murieron asesinados por unos hombres cuando a ella la trajeron a Inglaterra. No tuve muchas oportunidades de seguir hablando con ella. Y también descubrí que si fingía que me desagradaba en frente de mi madre, cuando ella no miraba yo podía tener a alguien con quien hablar.
-Madre, necesito que me ayudes a elegir un vestido para ir a conocer a Lord Kingsley.
En mi pobre intento de salvar a Dorothy de mi madre, recordé que me iban a llevar a conocer a mi prometido. Un joven de la alta sociedad que ganó millones comprando y vendiendo tierras, y una desgracia para mí.
-Querida, ya sabes lo que te he dicho sobre el momento en el que conozcas a Lord Kingsley. Debes ir con lo mejor y más hermoso que tengas. Sin excepción.
Olvidaba decir que mi familia está en la quiebra desde hace ya medio año. Mis padres no vieron otra opción que casarme con un hombre adinerado para salvarse de la pobreza, a lo que más le temían. Aunque casarme con alguien iba a terminar ocurriendo de todos modos, me sorprendió bastante que fuese a pasar tan rápido y solo por un poco de dinero.
Asentí con la cabeza ante la declaración de mi madre y fui hacia las escaleras para subir a mi habitación.
-Ella te ayudará a prepararte.- Dijo mi madre señalando a Dorothy con un gesto desdeñoso. -Si es que no te transmite alguna enfermedad primero.
Estas fueron sus últimas palabras antes de dirigirse a su habitación. Dorothy no tuvo más remedio que acompañarme a probarme mi vestido, una muy elegante y hermosa prenda de terciopelo rosa, acompañada de un sombrero del mismo color. Una vez lista me miré al espejo mientras Dorothy hacía los últimos retoques para que mi apariencia se viese totalmente inigualable.
-Dorothy... ¿puedes guardar un secreto?- Le dije tímidamente a la mujer.
-Siento que debería escoger mejor a quién le dice sus secretos.- Me contestó.
Yo entendía su desconfianza y su tendencia a ignorar lo que decía. Yo no debería estarle contando mis pensamientos a un esclavo, pero como ella dijo certeramente, no sé escoger a quien contarle mis secretos.
-No saber escoger es un peso con el que mi conciencia puede cargar.- Repliqué.
-No estoy muy segura de querer casarme con un hombre al que no conozco.- Dorothy rió ante mi comentario y dijo.
- ¿No cree que puede ser bueno para usted?-
-Por supuesto, pero siento que es complicado y difícil pasar la vida al lado de una persona a quien uno no...quiere.
Nunca me había enamorado ni había sentido algo similar a aquello. Así que no tenía idea de cómo se sentía. Pero si sabía dos cosas: 1. No quería conocer a ese tal Lord Kingsley. 2. No quería enamorarme ni de él ni de nadie, no quería estar todo el tiempo pensando en el amor que le tenía a alguien más, suficientes novelas románticas me habían hecho entrar en razón.
-Señorita Alessandra, si me permite llamarle así...- Comentó Dorothy con desconfianza. A lo que yo asentí.
-No creo que tenga mucha idea de lo que es difícil en esta vida.
Luego, dijo que yo ya estaba lista para reunirme con Lord Kingsley y se fue de mi habitación. Su comentario me dejó pensando. Tal vez en verdad no tenía mucha idea de lo que era difícil y lo fácil. Tal vez debería dejar de dudar sobre mi prometido y hacer esto por el bien de mi familia, sí, es lo que haría. Me reí por mis pensamientos, porque igualmente no tendría elección sobre qué hacer con mi vida, otra de las desventajas de ser una mujer joven.
La lluvia había cesado y el sol comenzaba a asomarse tímidamente entre las nubes. Yo ya estaba lista y me disponía a ir a reunirme con el hombre que en el futuro se convertiría en mi esposo.
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El amor en tiempos de esclavitud
RomanceLa vida de Alessandra, una joven de mente cerrada de allá por el 1800, da un enorme giro cuando conoce a Damon, un muchacho que fue esclavizado y obligado a trabajar para la familia de su prometido. Un reencuentro inesperado obligará a estos dos ama...