Disfrutamos el almuerzo, sin decir nada. Una que otra palabra salía de nosotros. Solo nos mirábamos sin entender que pasaba entre ambos. Se le notaba que quería besarme y a mi igual, quería comérmelo a besos. Abrazarlo, dejarle claro que quiero estar con el. Pero no quiero que me fallen una vez más. Luego del almuerzo, salimos del restaurante y ninguno decía nada. Mierda. ¿Sería así toda la tarde? Debo de admitir que estaba feliz que estuviera aquí conmigo pero quería que dijera algo. Que me abrazara. Me besara...— Erick – Volteo hacia mi enseguida – ¿Volaste tanto tiempo a Rusia para no decir nada?
— Me tienes intimidado... Es esa la verdad. Siento que si digo algo, haré que corras, y no estoy diciendo nada y estás a punto de hacerlo.
— ¿Donde te quedarás?
— Aquí. Tu hermana me hizo la reservación ayer.
— ¿Y cuando te vas? – Pregunte con cierto miedo.
— Cuando me perdones. – Confesó.
Mi corazón saltó. Quería comérmelo a besos. ¡No puedo creer que dijo eso! Muero de amoooooor. Pero no. Yo soy una chica fuerte. Según yo. Tome su mano y salimos del hotel, sé que si nos quedábamos probablemente terminaríamos en su habitación y yo no me haría la difícil.
— Vamos a una plaza muy famosa, para que hablemos y así conoces un poco Moscú.
— Estoy en tu territorio, tú mandas. – Me sonrió.
Maneje hasta la Plaza Roja, la más famosa de Moscú. Estacioné y deje mis flores en el asiento de atrás, con cuidado y no se fueran a destrozar. Erick me vio un tanto burlón. Era gigante y había bastante gente para ser un jueves.
— ¿Te gusta este lugar? – Pregunto con interés en mi, como siempre.
— Papá solía traernos siempre, jugábamos con la bicicleta o simplemente corríamos hasta que lo sacábamos de quicio. – Reí – Algunas veces venía sola para desahogarme, o cuando tenía algún problema en la escuela. Siempre me ha gustado este lugar.
— ¿Y ese lugar que es?
— Es la Catedral San Basilio. ¿Quieres ir? – El asintió y caminamos juntos hasta donde estaba.
A lo que llegamos, no sé ni de dónde, pero saco su iPhone y tomo una foto de nosotros, además de una de mi sola. Ese tipo de detalles me mataba de amor. Una ráfaga paso, moviendo mi cabello y mi camisa, dejándome con un frío terrible. Rusia siempre tenía un clima bipolar. Erick al verme, se quitó inmediato su saco y me lo puso, parecía una niña pequeña.
Caminamos y compramos algunas manzanas acarameladas, refrescos y algodón de azúcar. Parecíamos unos niños. Y me alegraba verlo riéndose. Eso para mí, era suficiente. Aunque aún no habíamos hablado nada de lo que sucedió. Y no sé si quería hablarlo.
— Vamos al hotel, tenemos que hablar. Y te prometo que nada pasará.
— Erick...
— Nena, tenemos que hablar. No ignoraremos lo que pasó toda la vida.
Asentí y no me quedó de otra que aceptar. Caminamos de vuelta al auto y luego maneje hacia el hotel. Me pareció extraño que no había visto a Hunter con Erick desde que habíamos llegado. Pero no quería preguntar. Subimos a su habitación. Sin duda alguna, a Erick le encantaban los lujos. Que habitación tan enorme. Sirvió un vaso de agua y se sentó en uno de los muebles, esperando por mi.
— Habla Erick, yo no tengo nada que decir.
— Como sabes, esa es Barbara... Mi ex novia. Yo fui al club con unos amigos y ella estaba ahí, como siempre siguiéndome... Me insinuaba cosas que porque estoy contigo, y así, nos ha visto más de una vez juntos. La ignore, luego comencé a tomar con mis amigos hasta que me excedí un poco, tenía rabia porque ella estaba ahí, y antes de eso había visto a Antonella. E incluso nos saludamos y hablamos un poco. Cuando me iba, porque realmente ya tenía los tragos encima, ella se me lanzo, que bailáramos, me beso, y no me quería dejar ir, el vigilante al ver lo que pasaba creyó que yo estaba abusando de ella, y se formó un pequeño escándalo por el cual tuve que pagar unos cuantos millones y en la prensa no saliera que yo estaba abusando de ella en una discoteca. Su mejor amiga estaba ahí y se encargó de grabar todo.
Todo lo que me había dicho me ponía a pensar bastante, pero al mismo tiempo algo me decía que me detuviera, no quiero volver a lo mismo. Al llanto, al mal de amor, no comer ni respirar porque extraño a un hombre. El no dijo más nada pero me veía con ansiedad, esperando una respuesta mía. Y yo no sabía cuál darle. Tal vez si, tal vez no. ¿Debía de creer en el? ¿Tenía que darle una oportunidad? Dios. Mi hermana llamo a mi teléfono y le pedí unos minutos a Erick.
— Gabrielleeeeee. – Escuche su voz emocionada – ¿Que tal todo? ¡Dime si no te enamoraste!
— Traidora – Susurre – ¿Como te atreviste?
— Cuando vengas a casa, te contaré todo. Disfruta con tu americano enamorado, te adoroooo.
¿Enamorado? ¡Ojalá! Ojalá estuviera enamorado. Tal vez si, todo lo que hizo por una explicación dice muchas cosas. Pero a la vez no lo sé. No lo veo enamorado. El estaba impaciente sentado en el mueble esperando una respuesta mía.
— Tal vez puedo darte otra oportunidad... – El salto enseguida y me dio un beso.
— Nena, no te arrepentirás. – Siguió besándome hasta dejarme sin aire.
Nuestro jueguito toda la tarde y parte de la noche fue darnos besos, hablar y toquetearnos como dice el. Nunca pasamos de ahí. Todavía no sé si estaremos juntos como estuvimos antes de que yo me viniera a Rusia y todo esto sucediera. Luego de que cenáramos juntos, vimos una película y a las 10 me fui a mi casa prometiéndole venir mañana. Se que si no dormía en casa hoy, papá me mataría. Buscaría en todo Rusia donde estaba su hija pequeña.
Al llegar a casa, mis padres estaban sentados en la sala hablando de algo, mi hermana seguro ya estaba en su casa con su familia. Papá se levantó y me dio un abrazo.— Extrañaba esa sonrisa, espero verla todos lo días.
— ¿Cuál sonrisa papá?
— Esa sonrisa que demuestra lo feliz que estás, mi niña. – Me dio un beso en la frente – Y ese brillo en los ojos que te caracteriza.
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• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!
RomanceA los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la fortuna y de todos esos eventos a los que no quería asistir. Se embarca a una nueva aventura y termina en Miami, sin conocer nada ni nadie...