Mi día en La Oficina había sido terrible, asqueroso, patético. ¡No podía tener más trabajo porque así Dios no lo quería! De suerte y almorzaba. Esto de los viajes de mi jefe no era nada fácil, además de otros trabajos que tenía pendiente.... Ni se me veía la cara en la empresa, no salía del escritorio. Mi teléfono sonó y conteste esperando que fuera mi mejor amiga con un chisme que durará un siglo, así no trabajo más.
— Gabrielle. Es mamá. ¿Como estás hija?
— Bien mamá. Exhausta. ¿Y tú? ¿Y papá?
— Tú papá... Gruñón. Lo sabes. Y yo tranquila hija. Te extrañamos muchísimo.
— Y yo a ustedes... – Susurre. Mi voz se corto. Si que los extraño – Pronto iré mamá. Lo prometo.
— Se que decidiste independizarte, irte a estudiar y trabajar en otro país, alejarte de la vida que tenemos... Pero eso no implicaba alejarte tanto de tú familia.
— Mamá.... No me digas eso. – Sentí las lágrimas caer por mis mejillas.
— Señorita Sokolov. ¿Está listo el...? – Se acerco a mi rápidamente – ¿Que sucede?
— Mamá, te llamo después. Te amo.
Mi sexy jefe se acercó a mi y su gesto demostraba que estaba preocupado. ¿De cuando acá? Si es un gruñón en todo la expresión de la palabra. Pero aún tenía el nudo en la garganta de lo que me dijo mamá.
— ¿Ha pasado algo? ¿Que te duele? – Pregunto tomándome por los hombros.
— Asuntos familiares, señor Thorne.
— ¿Se ha muerto algún pariente? De ser así, tiene tres días libres para ir hasta Rusia.
— No señor.... Es solo que... – Las lágrimas salieron una vez más. Odiaba demostrarme débil – Nada importante.
— Si lo es, Gabrielle. Estás llorando. ¿Que ha sucedido?
Me sentó en mi silla y jalo otra hacia mi. El realmente esperaba una explicación. ¿Mierda que iba a hacer? ¿Como simplemente le contaba todo si yo no se abrirme a las personas y menos sin confianza?
— Yo deje Rusia a los 20... Por alejarme de la vida que llevaban mis padres. Y porque quería emprender un nuevo camino, seguir con mi carrera aquí, conocer otro país y vivir en el. Pero hace dos años ya que no los visito.... Y mamá me ha dicho que aunque yo me alejara de su forma de vida, no debía de alejarme de mi familia. Y es verdad... Solo los llamo, no voy, no les envió regalos... Nada. Mi sobrino ni se acuerda de mí....
— Señorita Sokolov... Un consejo que le doy. No aleje ni se aleje de la familia. He decidido algo... Usted me acompañara como mi asistente a las reuniones en los diferentes países y luego de eso, podrá irse de vacaciones un mes y estar con su familia.
Mire con ilusión a mi jefe. ¡Si, eso quiero! No me emociona el conocer más países con el ni con la empresa, si no poder tener un mes antes de mis vacaciones oficiales y poder ir a ver a mi familia. Estos dos años me he sumergido tanto en el trabajo que no he visto que me estoy alejando de ellos. ¡Que feliz estoy! La sonrisa no se borraba de mi rostro.
— Señorita Sokolov. ¿Está ocupada hoy en la noche? – Pregunto antes de irse a su oficina
— Si, señor Thorne. ¿Por qué? ¿Necesita algo?
— No, señorita Sokolov. Puede retirarse ya.
Vi la hora y eran las 5:30, sip, hora de irme. Hoy me iba de fiesta con mi mejor amiga, y yo tardaba como que bastante arreglándome. Recogí mis cosas y salí lo más pronto que pude de la empresa. Busque a la ruidosa y parlanchina de mi mejor amiga, para arreglarnos en mi casa. Un amigo de Antonella nos había recomendado un restaurante que luego se convertía en discoteca y era extremadamente agradable.
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• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!
RomanceA los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la fortuna y de todos esos eventos a los que no quería asistir. Se embarca a una nueva aventura y termina en Miami, sin conocer nada ni nadie...