Erick
Mierda. Sabía que lo había arruinado todo, una vez más. ¿Por que se me está haciendo tan difícil decirle que siento por ella? ¿Por que ella si pudo ser tan sincera conmigo? Ella más que nadie tiene que saber lo que siento... Ya no me imagino la vida sin ella. Ni me dijo cuando llego a Londres, le aviso a Antonella y a mi ni un mensaje. Si que estaba molesta. Pero claro, siempre me gano eso por estúpido.
— ¡Erick! Tierra llamando a Erick Thorne – Gritó Antonella justo en mi oído –
— ¿Tú crees que ella esperará toda una vida a que tú decidas decirle que la quieres? – Pregunto Louis, uno de sus mejores amigos.
— No – Apenas y mi voz se escucho – Simplemente que no es fácil.
— Hermano, si no le dices lo que sientes la vas a perder realmente. Y cuando eso suceda, no podrás hacer nada.
Ellos tenían razón. Le envié un mensaje pidiéndole hablar y seguro me respondería mañana, en Londres es de madrugada. Pague la cena y la ronda de cervezas que tuve con ellos y me retire a casa. Estaba cansado. Últimamente, era más unido a los amigos de Gabrielle. Si que me caían bien. Y mi mejor amigo también era parte de ese grupo.
Entre a casa con Hunter detrás hasta que algo en la planta de arriba se rompió. Inmediatamente, saco su arma y subió. Dejándome atrás. ¿Quien estaría en mi casa a esta hora? ¿Elliot? ¿Vino a matarme? Hunter desapareció de mi vista y a los minutos me hizo señas para que subiera. Si es Elliot no sé que haría. Cada paso que daba retumbaba más en la casa. Ente a mi habitación y Barbara estaba sentada en mi cama viendo al suelo.
— ¿Que carajos haces tú aquí? ¿Y como entraste? – Mi gritó la hizo sobresaltar.
— ¿Donde está esa arpía? ¿Donde la escondes? ¿Dónde está mi anillo? ¿Donde están nuestras malditas fotos?
— ¿De que mierdas hablas, Barbara? Vete de mi casa.
— No me iré hasta ver a esa puta que ahora vive contigo. ¿A ella le diste mi anillo, verdad? ¿Por eso quitaste todas las fotos que tenías conmigo? – Su risa era como desquiciada, enferma.
— El anillo que una vez te entregue, lo bote hace mucho tiempo. Y las fotos las queme. No quiero nada que tenga que ver contigo, retírate ahora por las buenas.
Barbara se veía frustrada, e incluso un poco loca. Tenía su maquillaje corrido, y sus ojos demacrados. Estaba más flaca de lo que ya era. Su cabello un desorden total. Se reía como una bruja, y luego hablaba sola. Doy gracias porque Gabrielle no está aquí, no aguantaría el tenerla en esta situación.
— Vete de mi casa, ya. No lo pediré dos veces.
— Yo me voy... Pero ten cuidado, siempre vigila tus espaldas. Y la de la zorra esa, tú muy bien sabes que yo no juego – Comenzó a reírse una vez más y Hunter la saco por el brazo.
Medio acomode el desorden que ella hizo y recogí un poco los vidrios de todo lo que rompió. Tenía que sustituir varias cosas mañana. Hunter subió a los minutos y quería hacer una requisa por toda la casa.
— Que mañana mismo cambien todas las cerraduras, instala los controles de seguridad por huella dactilar aquí y en la casa de Gabrielle. Pon cámaras en ambas casas.
Hunter solo acato órdenes y se retiró. Mañana mismo tendría que llamar a Gabrielle e informarle todo. Sé que si llegaba y se encontraba con eso, sin que yo le dijera nada, una vez más, me mataría y me dejaría de hablar. No quiero eso. Me duche y me coloqué el pantalón de pijama, quería acabar con este día ya.
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• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!
RomanceA los 20 años, Gabrielle Sokolov deja Rusia y a su familia adinerada por alejarse del típico protocolo, de la fortuna y de todos esos eventos a los que no quería asistir. Se embarca a una nueva aventura y termina en Miami, sin conocer nada ni nadie...