Sara
El sudor resbala por mi frente, la blusa se me esta pegando a la espalda haciendo que me sienta incómoda. Intento moverme, pero una leve presión en mi cadera impide que realice la acción.
¿What?
Volteó la cabeza lentamente. Brad está a mi lado y en mi cama, que alguien me diga que esto no es otro sueño. Él tiene los ojos cerrados y está totalmente relajado, no lleva nada de la cintura para arriba.
¡Vaya!
Una vista mañanera, lo recorro con la mirada. Su piel está bronceada y sus músculos son impresionantes, todo él es tan irresistible bueno que se me hace la boca agua. Retomó mi viaje de exploración visual desde su torso hasta la cinturilla de sus pantalones y luego a su cara de vez en cuando paso las yemas de mis dedos por su cuerpo, pero sólo para comprobar que de verdad está aquí y que no estoy delirando. Su aspecto está sin tensión, sus labios semi abiertos, los párpados cerrados y el pelo despeinado.
Un auténtico dios griego.
Imágenes fugaces de la noche anterior vislumbran en mi mente y solo quiero pegarme por tonta. ¡Debo de estar loca de remate!
¿Cómo se me ocurre preguntarle algo así?
¡Ay no Sara! Justo cuando crees que ya la has arruinado, metes la pata más al fondo.
Suelto un suave bufido y continuó mirándolo, no puedo apartar la vista por más que quiera.
—Hola —dice antes de abrir los ojos, como si de dos pozos profundos se tratará me absorben, eso sexys ojos azules me miran como si fuera lo único en el mundo—, ¿cómo estás?
—Eh bien —Con Brad semidesnudo es difícil lograr concentrarse en algo— ¿y tú? —Obligo a mi mente a funcionar.
—Mejor que en mucho tiempo —Extiende la mano y atrapa un mechón de cabello entre sus dedos—, es dulce y tentador levantarse contigo, sobre todo tentador.
Siento mis mejillas arder, ¿qué tentador tiene levantarse con una rubia despeinada, con baba seca y legañas?
Se inclina sobre mí y deposita un casto beso sobre mis labios antes de levantarse y entrar al baño. Sin duda alguna esta es una de mis mejores mañanas de los veintes y tantos años que tengo. Me levanto de la cama y miro una y otra vez el lado en el que durmió Brad y sonrió sin querer. Respiró profundo antes de empezar a arreglar la cama para ir matando el tiempo.
El aroma de Brad esta impregnado en la cama y en mi camiseta media sudada, me la quitó y la echo a la canasta de la ropa sucia, en el armario agarro la primera blusa que se me atraviesa y me la pongo. Por alguna extraña razón la canción de Crepúsculo me viene a la mente.
—El corazón late rápido, colores y promesas, ¿cómo ser valiente?, ¿cómo puedo querer cuando temo caer? —Es como si me saliera del corazón, cada letra—, pero viéndote solo, todas mis dudas de alguna manera desaparecen, un paso más cerca, he muerto todos los días esperándote, querido, no tengas miedo de que te haya querido —Los teléfonos sobre la mesita de noche empiezan a vibrar, instintivamente me acerco, a distancia no puedo distinguir cual está vibrando —, durante mil años te querré por otr...
La pantalla del teléfono de Brad esta encendida con un mensaje en su bandeja de entrada.
¿Nos vemos a la tarde?
Steve.
La canción se ahoga en mi garganta y las rodillas me empiezan a temblar, siento que el corazón latiéndome tan deprisa que creo que se me va a salir del pecho de puro dolor.
Me siento en la cama y escondo la cara entre mis manos. Por favor ahora no, justo cuando va a mejorar, aparece él.
¿Acaso no puedo tener mi propio cuanto de hadas?
Me siento tan malditamente estúpida, siempre se me olvida que es en realidad Brad y que soy yo en realidad para él. También se me olvida que nunca podre gustarle porque sencillamente no soy un chico. Sólo soy su estúpida mejor amiga y su más estúpida prometida. Una lágrima de pura rabia recorre por mi mejilla, la apartó con rapidez.
Ya me canse de llorar por él. He tenido suficiente y llorado mucho más de lo que creí humanamente posible.
Volteo la cabeza cuando él sale del baño.
Es ahora o nunca.
Tal vez ya es momento de que se acabe esta falsa.
ESTÁS LEYENDO
La prometida del Gay
Teen FictionTodos los sueños e ilusiones son frutos de nuestros subconsciente hasta que las circunstancias se interponen y nos llevan a nuestro punto más frágil. Sara Mayer se verá entre el cielo y el infierno cuando acepte la proposición de su mejor amigo...