Olor a alcohol y cigarrillos se cuela en mi nariz recién entrar al Boody Sex Party, se supone que es la discoteca más popular de todos los alrededores. Los primeros segundos, todo esto me marea y me entra el pánico, solo Dios sabe el esfuerzo que estoy haciendo para estar aquí sin irme a una esquina y acurrucarme hasta que nos tengamos que ir.
Las luces de neón hacen más difícil el trabajo de buscar a los chicos, por lo poco que entendí aquí viene personas de todas las inclinaciones sexuales.
Genial.
Pido un shot al barman, después de cinco tragos mi cabeza esta en las nubes y la necesidad de bailar se cuela en mi sistema junto con el alcohol, el local esta abarrotado de personas en cualquier esquina hay chicos besándose o en la pista bailando.
Brad, Enrique y Brenda desaparecieron misteriosamente después de unos segundos aquí, lo que me deja sola y a la deriva de todos mis demonios.
Tomó dos tragos más y voy a la pista. No sé como acallar la angustia que siento, pero por unos momentos me olvidaré de mi vida y solo bailaré, dejaré la música correr por mi cuerpo y acariciarlo.
Me muevo al ritmo de Reguetón lento de CNCO, varias personas se pegan a mí y continúan bailando, todo se siente tan natural que no quiero parar. El restriegue de una piel con otra, el sudor resbalando por nuestros brazos y uno que otra mano volando por ahí. Bailamos tres canciones más hasta que ya no puedo más, varias chicas me sonríen y chicos tratan de acercarse mientras voy a la barra.
—¡Un shot fuerte! —le gritó al barman, tengo mucha sed y quiero llenarme de alcohol hasta vomitar los pensamientos, si es que todavía tengo.
Las luces de neón estaban más fuertes y de colores más variados, los chicos más cerca y las mujeres cada vez más pegadas.
—Oye linda, eres sensual —Una castaña ojos verdes se me acerca, ella se sienta en el banco que está a mí lado.
—Tú también — Trato de alagarla con mi voz de media borracha, ella lleva un vestido corto rojo con un gran escoté, ladeó la cabeza para poder mirarla mejor.
—¿Andas sola? —pregunta cada vez más cerca de mí. El alcohol empieza a hacer efecto y me da por reír.
—No, digo sí, ando con mí prometido, pero no sé donde está —Me acercó hasta su oído —, creo que se anda ligando a alguien.
Empiezo a reír sin control, mi vida parece ajena y ya no me siento preocupada por nada, bendito el que creó el alcohol. Duramos varios minutos sentadas "charlando", yo apenas soy capaz de pronunciar dos palabras sin echarme a reír como retrasada mental.
La pista está más llena que cuando vine a sentarme, tomo el Martini que la castaña me pidió, muy buena chica ella, y le doy varias vueltas en mí mano, el líquido estaba rojo o verde, no puedo distinguir ni el color de mi vestido ¿qué color era?
Why wait to say? At least I did it my way
Lie awake, two-faced
But in my heart I understand
I made my move and it was all about you
Now I feel so far removed
My Way de Calvin Harris empieza a sonar e inundar todos mis sentidos y es como si relatará mi vida.
—You were the one thing in my way
You were the one thing in my way
You were the one thing in my way
You were the one thing in my way
You were the one thing in my way —gritó a todo pulmón.
Agarró a la castaña sin nombre y la llevó a la pista, nuestros cuerpos se mueven al ritmo de la música. Nos restregamos una de otra, y el dolor surge en mi pecho, surge tan deprisa y tan fuerte que me termina de embriagar como el alcohol.
Voy girando sobre mis pies y "bailando" la castaña tiene sus manos puesta en mi cintura para evitar que me caiga; y probablemente eso pase, no siento mis pies ni donde estoy. Ya no existo para nadie más que para mí.
En un momento de despiste la chica me toma de la cara y me besa. Sus labios son suaves y sensuales, la maestría es pura, le respondo, intentando sentir algo. Lo más mínimo que me ayude y me dé una leve esperanza de que si tal vez me gustarán las mujeres y así poder romper el compromiso, pero no siento nada. Interrumpo el beso y camino sin rumbo, abriéndome pasó entre la gente.
Serpenteo a la gente mientras me voy sosteniendo de las paredes o mesas a mi alrededor para no caerme, mi visión es borrosa. En medio de la nada encuentro una salida de emergencia y no lo pienso dos veces antes de salir. El frío de la noche hace que la piel se me erice y empiece a temblar. El frío me despeja un poco la resaca.
¡Maldición!
¿Qué estoy haciendo con mí vida?
Sé que nunca he soportado el alcohol, la última vez que tomé, terminé con una cicatriz en la pierna y una noche que no quiero volver a repetir.
Náuseas suben de mí estómago a mí garganta, las arcadas se elevan una tras otra a mi garganta, no puedo pararlo y empiezo a vomitar casi en la puerta. Por lo menos nadie me está viendo. Me arrastro hasta la columna más cercana y sigo vomitando, ahí se fue mí desayuno, comida y cena, aprieto las manos más a la columna para evitar caerme.
Bien Sara, ya debes sentirte contenta.
Cuando ya no puedo más y dejó de vomitar me impulso hacia atrás y me dejó caer sobre la fría acera. Lágrimas se agolpan en mí ojos, las siento correr segundos después por mis mejillas.
¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Escondo la cabeza entre mis piernas y respiro profundo antes de que me entre el pánico. Esto parece un deja vu, uno que no quiero volver en mi vida lo único que falta es que aparezcan...
—¿Estás bien?
La respiración se me descontrola y aprieto más mi cuerpo en una bolita, esa pregunta lo empezó todo.
Ya no quiero volver a vivirlo.
Otra vez no.
Las lágrimas fluyen más deprisa y solo quiero morir.
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La prometida del Gay
Ficção AdolescenteTodos los sueños e ilusiones son frutos de nuestros subconsciente hasta que las circunstancias se interponen y nos llevan a nuestro punto más frágil. Sara Mayer se verá entre el cielo y el infierno cuando acepte la proposición de su mejor amigo...