Capítulo 29

2.7K 257 49
                                    

Brad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Brad

No entiendo nada de lo que está pasando, todo paso tan rápido que no pude reaccionar a tiempo y ayudar a Sara, que ahora esta recostada en el asiento con lo ojos cerrados y en el más cruel silencio.

Tiene una actitud desafiante y frágil que dan ganas de tomarla en los brazos y no soltarla nunca. Ella esta arriesgando más de lo que yo quisiera y todo por mi culpa.

Si realmente nos casamos, lo cual pasará tarde o temprano, quisiera que fuera por decisión de ambos, ver el brillo de sus ojos al decir que sí y sin importar los problemas con los preparativos o la iglesia, el banquete y todo lo demás, sienta alegría de poder estar en esa situación.

—Creo que pasaré un tiempo con mis padres —dice rompiendo el silencio. Abre los ojos y me mira por una milésima de segundos antes de volver a cerrarlos—, podrás pasarme a buscar mañana y empezamos la compra y los preparativos, esta noche necesitó dormir.

Su voz está llorosa y sin ánimos, los puños están apretados encima de su regazo y ahora la cabeza girada al lado de la ventanilla. Aprieto fuerte las manos sobre el manubrio y trató de calmarme.

—¿No duermes bien conmigo? —Oculto todas mis emociones, he sufrido lo suficiente como para saber lo que tengo que hacer o como hacerlo.

Sufrir siempre es una manera diferente de vivir.

—No eres tu Brad, es más pueda que sea yo. No soy todo lo buena que me consideras, he hecho unas estupideces que me han marcado —Hace una pausa y suspira profundo—. Físicamente me han marcado, no sé como decírtelo, pero tampoco sé, si debería.

Sus palabras profundizan en mi cerebro y trató de procesarlo ¿secreto? que secreto podría ser tan malo y tan ruin como para ocultármelo, se supone que soy su mejor amigo y fue a la primera persona que le conté sobre mí "sexualidad".

—Sara —Controló mí temperamento lo más que puedo—, puedes decirme lo que sea, sabes que siempre podrás decirme lo que sea y cuando sea.

La idea de que me tenga secretos me molesta y no por el hecho de que no me los digas, si no porqué se supone que soy el estúpido chico que siempre ha estado ahí para ella, sin un pero, sin una réplica, sin una objeción.

Desde que la conocí aquella tarde, me he convertido en su protector, su guarda espalda, su hermano mayor. Y ahora me dice que tiene secretos y que no sabe si quiera si debería decírmelo.

¿Por qué me hace esto ahora?

Las ganas de golpear el manubrio es gigantesca, freno mis deseos justo cuando estacionó frente a la casa de Sara.

—¿Quieres entrar? —pregunta sin mirarme.

—¿Tengo de otra? —replicó cuando los padres de Sara se asoman a la puerta.

—Lo dudó —Una pequeña sonrisa ilumina su rostro—. Vamos a la batalla cariño.

Una corriente recorre mi corazón, pueda que suene malditamente cursi, pero es exacto lo que siento.

Cariño. Saboreó las palabras.

Bajo del coche y me junto con Sara antes de entrar a la casa, los señores Mayer nos reciben con loa brazos abiertos, literalmente.

—Sara mi niña —Su padre la toma de la cintura y la eleva.

—¡Papá! —Sara medio protesta antes de que la deje en el suelo— Me avergüenzas.

—Él nunca cambiará, mi querida niña— Saray también la abraza y quedan un buen rato así—¡ven aquí! —Tiende la mano hacía mi y me acerca a ella.

Sara está llorando en silenció, mi alma se rompe en pedazos, envuelvo a ambas en un abrazó. De lo único que tengo ganas es de secar  cada una de las lágrimas de Sara.

Se siente tan correcto que casi me da miedo, abarcó más a Sara, que termina apoyada en mi pecho con la cara entre sus manos.

—¡Vamos arriba! —La tomó de las rodillas y la levantó.

Subo las escaleras y voy a su habitación, es acogedora y ordenada. Me siento suavemente en la cama y la abrazó más fuerte.

—¿Me puedes hacer un favor? —susurra cerca del oído.

—Lo que quieras hermosa.

—Duerme conmigo —vuelve a susurrar—,  hazme el amor.

—¿Eh? —Mi mente queda en blanco y creo estar alucinando. Su propuesta me toma de sorpresa—Quieres que te haga el amor —repito atónito.

Se queda en silenció recogida en mí regazo. Imágenes fugaces de Sara en una cama sin nada de ropa y a mi merced me deja sin aire. Sería como todos los regalos que nunca me han dado juntos.

—Sara —La levantó hasta que nuestras caras están a la misma altura—, dime lo que quieres.

—No serviría de nada Brad —Los ojos se le ponen llorosos aunque no derrama las lágrimas—, lo que quiero no lo puedo tener, y para ser sinceros, necesitas más de lo que yo puedo darte —Aparta la mirada de mis ojos—. Sigo creyendo que deberías hablar con tus padres sobre "esto".

¡Maldición!

La estoy perdiendo lentamente y no sé que hacer para detenerla.

—¿Cómo sabes que lo necesitó no eres tú? —Las mejillas se le tiñen de un leve rosado —¿Me escuchaste? —preguntó recordando su confesión de la noche anterior.

Ahora entiendo porque se apartaba cuando quería abrazarla o besarla. 

Sabe que la amo y ella no podrá quererme como yo a ella.

—Necesito irme Sara.

—¡No! —Me aferra más a ella y no permite que me mueva.

—Pero...

—Necesito que me abraces —Su voz esta más llorosa y la nariz roja—, por favor.

No puedo poner otro pero y me acuesto con ella, a pesar de que son las siete de la noche siento como la oscuridad recae sobre mí y se burla de forma despiadada.

—Arreglare todo esto Sara, te lo juró —murmuro en un susurró dos horas después, aunque es más para mí que para ella.

—Arreglare todo esto Sara, te lo juró —murmuro en un susurró dos horas después, aunque es más para mí que para ella

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La prometida del GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora