Todos los sueños e ilusiones son frutos de nuestros subconsciente hasta que las circunstancias se interponen y nos llevan a nuestro punto más frágil.
Sara Mayer se verá entre el cielo y el infierno cuando acepte la proposición de su mejor amigo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me dejó caer sobre un sillón de piel blanco y destenso mis piernas y brazos. Tantas tiendas me van a volver loca, hemos recorrido más de cinco tiendas buscando el vestido perfecto, que por cierto no hemos encontrado, y si a eso le sumamos el infernal calor y la constante insistencia de mi madre, el resultado es que estoy a punto de arrancarme el pelo, hasta la última hebra.
Soy una gallina y al final no pude decirle nada a Brad. Nunca he podido discutirle nada y hoy no iba a ser la excepción. En cambio me vine con mi madre a hacer las compras para mi estúpido matrimonio.
Las tiendas están en una de las zonas más cara de la ciudad y todo porqué Brad insistió en que así fuera y mi madre no se opuso a pesar de todas las miradas de "¡no aceptes!" que le envíe. Al parecer mis súplicas son estúpidamente obviadas por todos a mí alrededor.
—Sara, ven a ver —Llama mi madre por ochontecima vez.
Lelo, lelo soy de palo tengo orejas de pescado. Canto para mis adentros y me hago de oídos sordos, no voy a pararme de aquí por mucho, mucho rato. Daría lo que fuera por estar bajo el gran árbol de la finca Krieger.
—¿Te están volviendo loca, eh? —Enrique se sienta a mí lado.
¡Así! ya se me había olvidado. Brenda y Enrique también están en el combó, "su opinión es importante querida".
—No tienes ni idea —digo entre suspiros—, estoy a punto de volverme loca. —Enrique esta algo raro y me mira fijo.
Su presencia no me molesta del todo, es como volver al pasado y sentir lo bueno que era estar juntos, compartir la camaradería de estar en el mismo espacio y poder comunicarnos sin tener que hablar, a pesar de que los últimos días fueron los peores, no siempre fue así, no siempre me molestaba que me tocará y a decir verdad fue mi culpa, estaba con él mientras pensaba en Brad y eso me hacía sentir sucia y lo rechazaba por mi cabezonería.
—¿En qué piensas Sara? —Toma mi mano en una tímida caricia.
—En lo mala —y estúpida—, persona que soy. —Un nudo se forma en mí garganta y siento mis ojos arder.
—No eres mala Sara —Se queda en silencio unos segundo—, sólo que a veces no sabemos como dirigirnos a los demás y terminamos hiriendo a quienes queremos. —Me toma de la barbilla y hace que lo mire a los ojos —Me he lamentado cada hora de mi vida después de esa noche, esperó que algún día puedas perdonarme. —Se levanta del sillón y sale de la tienda dejándome impresionada y boquiabierta.
Siempre creí que lo odiaría mi vida entera, él me hizo daño, pero yo le hice mucho más, aunque no se note de buenas a primeras.
Secó las lágrimas, que prometí no derramar, que empiezan a caer por mis ojos y voy al baño.
¡¿En que monstruo me he convertido?!
¿Desde cuando engaño a los demás? Mas importante aún ¿desde en cuando me engaño a mi misma? Y de esta forma tan malditamente estúpida y sin escrúpulos.