Sara
Estamos parados en medio de la entrada como dos marginados, sus brazos alrededor de mí se sienten tan bien que es como estar en un sueño. Cada respiración profunda de él, eleva mi espalda para luego dejarme caer.
Me parece increíble que ahora estemos abrazados como si la tierra se fuera a abrir de un momento a otro. Ayer solo quería llorar hasta que mis lágrimas cesarán y luego alejarme de Brad. Sin Mike probablemente hubiera cometido alguna estupidez en mayúsculas.
Mientras más cerca de él estoy más tiempo me quiero quedar, detener el tiempo de forma permanente y caer rendida más allá de lo impensable.
—Saca lo mejor de ti sin importar lo que diga nadie, al final sólo tú sufrirás o sólo tú amarás lo que haces o dejas de hacer —Las palabras de Mike se repetían una y otra vez en mi mente —. Lucha por lo que quieres.
Tal vez si he sido un poco malcriada todo este tiempo con Brad, me criaron para ser la hija perfecta, la que todo lo hace bien y siempre está de acuerdo con los demás, pero ¡maldición! quiero ser la rebelde, quiero marcar mi propio ritmo y caerme por mis propios pies y no por lo que otro haga por mí. Me volteó entre los brazos de Brad hasta quedar frente a frente, enlazó las manos detrás de su cuello y lo beso antes de que pueda arrepentirme.
Una corriente de calor se expande por mí pecho, sus labios se abren contra los míos, deslizó la lengua entre nuestras bocas y le acarició, nuestras lenguas empiezan un juego erótico, sus manos bajan hasta mi cintura baja y me pegan más a él. Mis manos acarician su nuca y cabello, hago presión en su pelo y lo pegó más a mí boca, mordisqueo su labio inferior antes de arrastrarlo entre mis labios y chuparlo lentamente, sus manos descienden más hasta mi trasero y da pequeños apretones, toda las sensaciones se empiezan a acumular en mi estómago, como un torrente de emociones inconclusas y exquisitas.
Cataclismo en estado puro.
Brad separa nuestras bocas despacio, dejando pequeños besos antes de separarse totalmente y pegar nuestras frentes.
—Debemos separarnos —dice entre jadeos. Sus manos ya no están en mi trasero, ahora se encuentran en mi espalda baja.
—¡Wao! —La exclamación sale de mí antes de que pueda detenerla, las sensaciones en mí estómago siguen rondando como miles de palomas asesinas, nunca me había sentido así antes, incluso cuando creí estar "enamorada" de Enrique.
—¡Sara! —Abro los ojos que hasta ahora tenía cerrados, Brad me mira con el ceño fruncido —No te estoy rechazando —Ahora la que frunce el ceño soy yo, nunca pensé eso —. Te pusiste blanca, creí que te sentías rechazada —explica después de durar varios segundos mirándome.
—Mmm, lo siento —¿Cómo le explicó que lo comparaba con Enrique? mejor no le explico nada—. Solo abrázame —le digo en un hilo de voz.
Sus brazos protectores alrededor de mí, son cada vez mejores. Hace un camino de besos desde mi oreja hasta el cuello y luego vuelve a hacer lo mismo una y otra vez.
—Vamos allí. —Desenvuelve uno de sus brazos y me agarra de la muñeca, empieza a caminar mientras me arrastra con él, vamos a una de las mecedoras de la galería del frente.
Se sienta y me hala hasta que caigo en su regazo, intentó protestar para sentarme en otra mecedora, pero sus brazos se vuelven a envolver alrededor de mí y da por cerrado el hecho de donde me voy a sentar.
Sus manos juegan con mi cabello, dejó que lo haga sin protestar, el cuerpo va soltando poco a poco la tensión de los últimos días y me relajó, los ojos se van cerrando poco como si tuvieran vida propia, hasta que todo se hace borroso.
—¿Vas a estar siempre a mi lado? —Brad vuelve a preguntar eso, siento como mis ojos se llenan de lágrimas y mi labio inferior se dobla hacia abajo —, tranquila Sara, solo es una pregunta. Nunca te haría daño, daría mi vida por ti si fuera necesario.
—¿Por qué dices eso? —Las lágrimas ya desaparecieron y mi labio parece estar bien.
—Porque puedo —Se levanta de la grama y me tiende su manó—. ¿Quieres chocolate?
Me levantó de un tirón y tomó su mano, amo el chocolate desde que soy una niña, ahora tengo quince y ya no soy una niña, mi pelo rubio cae por debajo de mis hombros, tengo los ojos verdes como mi papi y él dice que parecen esmeralda, pero nunca he visto una esmeralda para saber si es verdad.
Brad para de golpe haciendo que choque con su espalda. Se inclina sobre mí y besa mi entrecejo. —Cada vez que te vea fruncir el ceño te lo besaré ¿entendido? —Le afirmó con la cabeza, sentí una rara sensación cuando beso mi entrecejo, pero no tengo miedo porqué él dijo que me cuidaría.
Empieza a caminar nuevamente, entramos a la cocina y me da las galletas de chocolate y leche, él me mira todo el tiempo mientras come muy despacio sus galletas, yo soy más rápida y terminó todo en unos minutos.
—¿Quieres más? —Mi plató está vacío y todavía me queda leche.
—A mami no le gusta que coma tango dulce.
—No veo a tú mami por aquí ¿tú la ves? —Le niego con la cabeza—Te doy las mías —Tiendo la mano para coger las galletas de su plató —. Si me das un beso.
—No sé como hacerlo —He visto en la televisión como se besan los grandes, sus lenguas pasan de una boca a la otra y la saliva también, eso me da asco—, eso es asqueroso.
Él empieza a reír mientras se acerca a mí. —Ya verás que no —Toma mi cara en sus manos y pega sus labios de los míos en una leve presión—. ¡Ves! ¿a qué no fue tan malo? —Pone las galletas frente a mí, las tomó sin responderle y comienzo a comer, otra vez empieza a reír y ya no me molesta como antes.
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La prometida del Gay
Teen FictionTodos los sueños e ilusiones son frutos de nuestros subconsciente hasta que las circunstancias se interponen y nos llevan a nuestro punto más frágil. Sara Mayer se verá entre el cielo y el infierno cuando acepte la proposición de su mejor amigo...