Todos los sueños e ilusiones son frutos de nuestros subconsciente hasta que las circunstancias se interponen y nos llevan a nuestro punto más frágil.
Sara Mayer se verá entre el cielo y el infierno cuando acepte la proposición de su mejor amigo...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¡Wao! —Me dejo caer atrás en la silla. Brenda se tapa la cara con las manos y sigue llorando.
Todo me toma de repente, sólo siento cuando mi mente hace "kaboom", trató de sintetizar la información para saber que es importante y que no, pero la verdad estoy tan confundida que apenas puedo pensar.
—¡Dios Brenda! ya deja de llorar —Soy pésima consolando—, enamorarse no es un delito —Me muevo más cerca de ella y pongo la mano en la espalda, frotando hacia arriba y abajo, le hago señas al joven que nos atendió y le indicó que me traiga un poco de agua.
—¿No estás enojada? —pregunta entre sollozos.
—No —quito las manos de su cara —, no estoy enojada Brenda.
—¿Por qué no estás enojada conmigo? —frunce el ceño. Tiene los ojos rojos al igual que la nariz y están un poco hinchados.
—El amor nos hace cometer errores.
—¡Y ya! sólo me dirás "que el amor nos hace cometer errores" ¿Qué pasa con los "eso estuvo mal deberías estar arrepentida"?
—No sé donde están Brenda, pero yo al igual que tú, he cometido muchos errores así, y ya te estás castigando tu sola. —¡Mierda! esto es más difícil de lo que creí. Mi mente sólo me dice puras estupideces y mi boca las dice sin un filtro.
—¿De verdad no te molesta que esté enamorada de Enrique? —Niego con la cabeza —Creí que me ibas a decir unas cuantas palabrotas.
—No es mala idea —digo con una sonrisa —, y ¿qué piensas hacer en cuanto Enrique?
—No lo sé —Frunce el ceño y se recuesta de su silla —, ¿crees que le gusten los niños?
—Relájate y respira, ¡¿niños?! —grito atrayendo la atención de los demás en el café —¿Estás jugando verdad? —Niega con la cabeza y más lágrimas empiezan a caer por su mejilla.
—Eres la primera que lo sabe —susurra —, he pensado en abortar.
—¡¿Perdón?! —No puedo evitar gritar —Claro que no vas a abortar, sobre mi cadáver; ¿me escuchaste? sobre mi cadáver, Brenda Krieger.
Masajeo mis sienes e intento pensar, han sido mucha información en menos de una hora. El mundo está girando muy rápido y no sé si podré seguirle el ritmo.
—Tienes que decirle. —Es lo primero que se me ha ocurrido y creo que es la mejor opción.
—¡No! él no me quiere y no haré que este conmigo por un bebé.
—Hermosa, pueden tener custodia compartida, no es como si tuvieran que casarse —Su cara ha perdido todo el color y sus ojos se ven más grandes de lo normal— ¿qué?, ¿tengo algo en la cara? —Me pasó la mano y la miro.
—No voy a casarme.
—No he dicho eso. —Brenda se pone de pie y sale del café. Pongo un billete sobre la mesa y la sigo —¡Brenda! —la llamó mientras trató de alcanzarla.
Ella voltea la cabeza y camina más rápido, hace lo mismo varias veces, parecemos dos locas en la calle.
—¡Brenda!, ¡para ya! Mujer de Dios —¡Dios! estoy a falta de ejercicios.
Brenda voltea la cabeza hacía mí y no sé fija de que alguien va saliendo de la puerta del lado de ella, hasta que chocan y el extraño peli negro la toma de la cintura para que no caiga.
—¡Brenda, Brenda! —sigo gritando hasta que llegó a su lado —¿Estás bien? espero que sea la última vez que sales corriendo así; por Dios mujer casi no puedo respirar. —Me doblo sobre mí y hago ejercicios de respiración.
—Estoy bien —dice con voz de niña pija.
—Bien, vámonos. —Me pongo derecha y miró a Brenda que está embobada mirando delante.
Sigo su mirada hasta que me topo con el peli negro con nombre.
De pronto Brad esta saliendo detrás del chico y se nos quede mirando, en mi mente todo empieza a encajar. Y finalmente, mi corazón se rompe.
¡Oh mierda!
Código rojo, repito: código rojo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.