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Sólo nos movemos dos calles más abajo de donde estábamos antes. En todo el camino era imposible pensar en otra cosa más que las razones por las que Arthur es tan miserablemente ruidoso.

Se tiraba en el piso, se retorcía con fuerza y una que otra vez me echaba la mirada y su respiración se aceleraba y de la nariz le goteaban mocos con sangre. El papá de Marcos trataba de ponerlo de pie, pero éste se resistía a levantarse. Al final Dean puse el orden, amenazándole con el arma que llevaba en la mano.

La nueva casa no es muy distinta a la anterior. Por fuera tiene mejor pinta, incluso, pero por dentro está hecha un completo desastre. Los muebles están todos repartidos por el piso, y hay tierra, polvo y marcas de zapatos estampados en barro.

Dean nos da a cada uno una tarea y nos ponemos manos a la obra. Tenemos que trabajar a contra reloj, ya que se acerca la hora de la salida de reabastecimiento. A mí, como en el caso anterior, me toca la cocina.

La cocina de esta casa no es más que un rectángulo con paredes de madera pintadas de blanco. Hacia la izquierda están las hornillas, y los estantes por sobre mi cabeza, los cuales están abiertos y vacíos. Hacia la derecha está el gran mesón tirado de lado, como si estuviese acostado tomando una larga siesta. Lo primero que hago es ponerlo en pie y colocar las sillas a los lados. Luego desocupo el mesón y echo por la ventana las cajas vacías, las bolsas que nadie usará y restos de cocina podrida. El piso está lleno de tierra y la ventana está abierta. Seguro que se trató de un aire que trajo consigo mucho polvo y por allí entró. Pero no puedo hacer nada por ello hasta que Fire, quien está encargada de un par de habitaciones, desocupe la escoba.

Me siento en una de las sillas a esperar y me hago un mapa mental de las cosas que vi cuando nos movíamos rápidamente por las calles.

Había un auto azul cielo que parecía estar en buen estado, pero no se lo comenté a Dean porque él parecía preocupado y concentrado escrutando las calles con el arma arriba. Tysen iba a mi lado y estoy casi segura que él lo notó también. La maleza estaba alta entre las placas de concreto que forman las aceras y en la carretera había mucho más de lo mismo. Era un bonito sector, y lo que más mola es que sigue siendo un bonito sector, pero en mal estado.

Pero no me gusta ésta nueva casa.

Me limita mi visión hacia lo que hay más allá de las casas de enfrente. Ya no tengo un parque que observar y ésta casa se encuentra en una calle sin salida. No hay mucho que ver aquí, y eso la verdad es que no me resulta cómodo.

No quiero que anochezca, porque ya puedo sentir la soledad.

Para cuando Fire termina, ya he visto y repasado cada pequeño detalle en mi mente. Incluso pensé en Mikhail y en lo rápido que se enfermó. El día anterior parecía estar bien, parecía tener energías suficientes para hacer cualquier clase de trabajo; incluso nos contó chistes y cortas historias con cierto deje de tristeza respecto a su pasado. Y ahora él es el pasado.

Termino con la cocina como quince minutos después. Me concentré en mi tarea de la misma manera que en casa, o en el instituto, cuando el profesor salía del salón y nos dejaba ejercicios de matemáticas.

—Kim, ¿vienes? —La voz de Tysen viaja por el pasillo hasta aterrizar en mis oídos.

Me lo pienso un segundo antes de responder.

Me gustaría salir y ver un poco de lo que nos ofrecen las nuevas casas que revisaremos hoy, pero me da la impresión de que vamos y encontrar lo mismo. Por otro lado, estoy tentada en quedarme sola aquí, revisar un poco y así poder marcas mis puntos.

El Último Respiro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora