it's always been you, dammit! - parte 2

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–Frank, no creo que esto vaya a funcionar. –Susurró, intentando sonar lo más amable posible.

El chico, sentado frente a ella, dio un suspiro desanimado al escuchar las palabras que su cita le acaba de decir y sólo asintió, resignado. ________ le dio una pequeña sonrisa, incómoda, en modo de despedida, para después ponerse de pie y abandonar aquella cafetería a la que habían ido.

La joven caminó por las calles de Senoia, sintiendo la inmensa tranquilidad que le provocaba ser honesta con ella misma, al no haber forzado las cosas con Frank en aquella cita que estaba destinada al fracaso. Sin embargo, un sentimiento de preocupación se mantenía firme en su pecho, probablemente, causado por Norman y esa extraña relación que siempre habían tenido. La verdad era que ella nunca se había atrevido a dar un paso adelante en esa relación y se debía a la reputación que Reedus tenía en sus relaciones, o al menos lo que ________ creía.

Todo el camino a casa pareció ser ocupado por todas esas dudas y miedos que nacían al pensar en el actor. Y es que, iba tan distraída, que cuando llegó al edificio donde vivía, no notó que el mismísimo Norman la estaba esperando a la entrada de este.

Reedus estaba harto y había decidido que, si las cosas no sucedían, él lo haría suceder. Sentía que la vida se le estaba pasando y la oportunidad de ser feliz se le escapaba de las manos.

–¿Qué haces acá? –Preguntó ________, un poco confundida, pero, con el corazón latiéndole tan fuerte que lograba sentirlo sobre su pecho–. Creí que irías a comer hamburguesas con el equipo y Cecilia.

–Necesito que dejes de jugar a esto, sea lo que sea –Norman murmuró, mirándola con desesperación–. Te alejas de mí a toda costa y, mierda, ________, no puedo soportarlo ni un segundo más.

–No sé de qué estás hablando... –Mintió la joven, evitando, a toda costa, encontrarse con esos ojos azules que tanto le fascinaban.

–¡Sí lo sabes! ¡Todo el mundo lo ve! –Gritó Reedus, alzando sus brazos hacia los lados–. ¡Me gustas, por la mierda! ¡Estoy enamorado de ti, desde hace mucho! ¡Y lo sabes, porque tú también sientes lo mismo! –Iba a abrir la boca para protestarle, pero él se lo prohibió– Traté de negarlo, traté de no darle importancia; pero no pude y, ¿sabes por qué? Porque pienso en ti cada maldito segundo del día, no importa qué esté haciendo, ¡siempre estás ahí, revoloteando en mi cabeza! –Tomó aire por un segundo, mientras ________ lo miraba atónita–. He estado con Cecilia por casi un año y, aun así, no puedo dejar de pensar en ti. No importa con quién esté, nunca podré querer a alguien más, siempre serás tú a quien quiera a mi lado, ¡Siempre has sido tú, maldita sea! –Finalizó, casi furioso.

–¡No es justo! –Respondió ella, apenas pudo–. ¡Tienes novia! ¿Qué esperabas que hiciera? ¡¿Que la desafiara e iniciáramos una batalla por ti?! No, Norman, te has equivocado de chica.

–¡¿Que me he equivocado?! –Se rio–. Claro que no. Créeme, estoy más seguro que nunca; tú eres la indicada.

–Dios mío, estás loco, de verdad, estás loco–Susurró ella, hablando tan rápido que, quizás, él no le entendería–Siempre supe que me traerías problemas, Norman, desde ese momento en el que...

Pero no pudo seguir hablando, por sus labios se posaron sobre los de ella, callándola con el beso más romántico que podría haber soñado en su vida. Sus brazos afirmaron la cintura de la joven, mientras que los de ella se mantuvieron en los firmes hombros de él.

–Siempre has sido tú–Repitió, separándose un poco de ella, sólo para tomar aire. Sus frentes se mantuvieron unidas, ahuyentando el frío de la noche–He terminado con Cecilia–Susurró y cerró los ojos–Dame una oportunidad, déjame intentarlo, por favor.

________ escondió su rostro en el cuello de Norman y, aspirando el aroma del perfume del actor, se acurrucó en él. Mierda, pensó, sintiéndose más débil que nunca. Y, es que, ella quería esto, diablos, sí que lo quería.

Volvió a levantar la cabeza, para poder mirarlo. Quería sonreír, pero, todos sus miedos se lo prohibían. Y antes de que Norman pudiera decirle algo, sus demonios ya la dominaban.

-Lo siento, Norman –Se despidió, comenzando a caminar hasta la entrada del inmueble–, no-no puedo hacer esto.

Norman Reedus One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora