rain

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La lluvia cae y golpea sobre el techo de mi habitación con suavidad. Me acurruco más a las sabanas, buscando un poco de aquel calor que esta fría tarde de invierno no me proporciona. Un suspiro se me escapa, abatida por mis propios pensamientos, que reviven una y otra vez el mismo momento.

—Creo que debemos dejar de vernos.

—¿Qué? —Balbuceé, sin poder asimilar las palabras que Norman había dicho, parpadeando—. Cre-creí que estábamos bien.

Cerró sus ojos y suspiró, como si algo le agobiase, pasándose una mano por el rostro.

—Eres muy joven —Finalmente se permite decir aquel motivo que hace un tiempo le está molestando—. Yo... es lo mejor, preciosa.

—¿Lo mejor para ti? —Cuestioné, ahogándome rápidamente con mis lágrimas, en un fallido intento de contenerlas.

—Es lo mejor —Finalizó, poniéndose de pie y tomando el casco de su motocicleta. Dejó veinte dólares sobre la mesa y me miro una última vez, como si intentase tomarme una fotografía con la mente—. Lo siento.

Y sin decir nada más, me dejó en aquel café. Con lágrimas frescas y un corazón roto.

El timbre suena de repente, una vez tras otra, en un ritmo desesperado. Dudo en levantarme, sin embargo, la insistencia de quién toca me termina convenciendo. Me pongo las pantuflas y, abrigada en la felpudo pijama que llevo puesta, camino con lentitud, por el pasillo, hasta la entrada de la casa.

Restrego la manga de la pijama en mi ojo, al mismo tiempo que abro la puerta, mas me detengo al ver quien se encuentra tras esta.

—¿Norman?

Está empapado y su rostro no es el mejor de todos, por lo que no me es difícil intuir que algo sucede. Compruebo aquello, cuando, sin decirme nada, empieza a sollozar, cual niño pequeño.

—Bebé —Gime, acongojado—, te-te extraño tanto. S-sé que solo han pasado dos días, pero me es-estoy muriendo sin ti —Confiesa y yo no sé qué decir—. Estaba asustado por-porque... porque te amo. Te amo tanto y eres tan joven, que tengo miedo de que te aburras de mi y... diablos, cosita, te ne-necesito conmigo. Por favor, vuelve conmigo.

Respiro, temblorosa, antes de hablar. De todos modos, tengo la respuesta tal clara y concisa en mi cabeza, que no me cuesta decirla. 

—Yo...

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¿Final triste o feliz? Ustedes deciden 😏 ¡las leo!

Norman Reedus One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora