Capítulo uno: Vigilante

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"El odio viene del amor, odiamos porque tenemos un resentimientos, tenemos un resentimiento porque nos dolió algo, nos dolió algo porque amamos"

-Sophie Johnson.

Al menos esta vez no tuve una pesadilla en el que todos moríamos, esta era peor. La casa blanca que me había visto crecer desde los nueve años ardía en llamas, Thomas y yo estábamos adentro observando por la ventana que daba vista al jardín, hipnotizados como si estuviéramos en un trance del que no se podía salir, fuera de la casa a solo unos cinco metros de la entrada principal había una chica de corto cabello rubio mirándonos, viendo como el fuego nos consumía y sin ninguna expresión en su rostro, Sophie no se movía ni parpadeaba.

-¡Y cómo te fue en la prueba!-exclamó con una repentina alegría la chica que caminaba tranquilamente a mi lado sacándome de mi trance, ligeramente la observé y sonreí nerviosamente.

-Bien...supongo.-una de sus cejas cafés se alzó.

-Phoe...-dijo alargando mi nombre más de lo usual. Un mechón castaño se posó en mi nariz a causa del viento, lo devolví a su lugar con un suspiro y la volví a mirar brevemente.

-Bien, se sintió raro.-admití.-Normalmente no estoy acostumbrada a que cinco personas me observen mientras toco y apunten cosas en sus libretas como robots, fue verdaderamente incómodo. Pero en general, creo que me fue muy bien.

-¡Genial!-gritó emocionada ganándose varias miradas de las personas que transitan por la acera al igual que nosotras, una oleada de pena me golpeó el rostro y agaché mi cabeza mientras la escuché reír.

-Por favor camina rápido Krisia, nos están mirando.

La chica rodó sus ojos cafés y continuo caminando a mi lado, durante todo el trayecto iba diciendo bromas de cualquier cosa, era casi inevitable no poder estallar en carcajadas junto a ella, ambas nos detuvimos frente a un semáforo que instantáneamente se puso el rojo, cruzamos la calle sin ningún problema y dos manzanas más adelante nos detuvimos frente a una casa de una planta, blanca, de aspecto hogareño, mi casa o más bien la de mi tía.

-Ha sido una agradable tarde pasar tiempo con usted señorita Gonzales, espero que mañana se repita nuestro furtivo encuentro como todas las tardes después de salir del colegio.-bromeó mi fiel amiga desde los doce años.

-Lo mismo espero.-respondí en el mismo tonó fingido.
-¡Recuerda la tarea de biología Phoebe!-gritó una vez que me encaminé hacia la puerta de madera oscura, le hice un gesto de despedida con la mano y entré a la casa.

El olor a pasta llenó mis fosas nasales, era un aroma delicioso. Dejé la mochila llena de libros en la mesa de la sala junto con el estuché del violín y me encaminé por el pasillo hasta llegar a la cocina, en la cual se encontraba la tía Fiore junto a Tomas, mi primo de ocho años.

Me acerqué a ella sin hacer mucho ruido y cuando estuve a centímetros de su espalda escuché su voz.-Hola Phoebe, ¿Cómo estuvo tu prueba?-dijo sin voltearse.

Rodé los ojos e hice una mueca.-Nunca te puedo sorprender, que frustrante...-con un rápido movimiento deposite un ligero beso en su mejilla y me senté al lado de Tomas sobre uno de los bancos libres.

-No has respondido a mi pregunta Phoe.-la mujer de cabello negro se giró con el cucharon de madera en las manos esperando atenta a mi respuesta, en su rostro comenzó aparecer una expresión de preocupación y no pude evitar reír.

Transcendence la Profecía(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora