El Despertar

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Evadir a cuatro guardias de seguridad ha sido cosa fácil, mi inquietud es entrar a la habitación de linajes, las puertas y ventanas están cerradas y las cámaras de seguridad están encendidas.

–Bueno, es tu momento de brillar Karena.–habla la rubia, la elfa suspira con cansancio y rueda los ojos.

Karena me extiende su mano y la tomo.–Deben cerrar los ojos y tomarse de las manos.–Cassandra sujeta su otra mano libre y Vincent toma la de la rubia, Bash sujeta la mía y Nicolás la de él, los seis cerramos los ojos y lo que siento en el instante es electrizante tanto que me hace abrir los ojos.

Inmediatamente suelto las manos de ambos y coloco mis manos en mis piernas, tomo tanto aire como puedo y miro a los demás que están un poco mejor.

–La traslación no es para humanos.–agrega la elfa.

Trago con fuerza y la miro.–¿Pudiste haber hecho eso antes en vez de hacernos caminar por dos horas?–expreso con enojo.

Ella niega y rueda los ojos.–Para que funcione tendría que conocer el lugar, nunca había estado aquí hasta esta mañana.–termina por explicar, justo cuando voy a responderle Vincent llama nuestra atención con un silbido, el pelirrojo ha movido uno de los cuadros de la pared, pero no noto algo extraño hasta que este presiona y parte de la pared se hunde.

–Vi como construían este castillo, hay decenas de pasadizos secretos y este fue construido después de la muerte de María.

A un lado de sus pies y justo debajo del cuadro de María se abre un camino hacia abajo, por la oscuridad no se logra ver que tan profundo es.–¿Es seguro?–pregunta inmediatamente Bash.

Él asiente, Vincent nos hace una seña con su mano para que lo sigamos, Nicolás me extiende su mano y la tomo, caminamos hacia la entrada y comenzamos a descender escaleras abajo, Cassandra es la siguiente en seguirnos junto con Bash y de último Karena.

No logro ver absolutamente nada, de no ser por Nicolás habría caído por las escaleras que parecen no tener fin, al parecer los demás no tienen problemas con su visión y entonces lo recuerdo. Los vigilantes pueden ver perfectamente en la oscuridad, deduzco que Karena también puede hacerlo ya que no ha dado una señal de molestia.

Las escaleras parecen terminar y un sonido me alerta, de repente todo se ilumina la luz proviene del Vincent el pelirrojo tiene en su mano una antorcha que aparentemente estaba en la pared. Miro a mi alrededor y noto que este pasadizo no ha sido usado por varios años, quizás desde su construcción.

–Vincent, ¿esto conecta con la base?

Él niega ante la pregunta de Nicolás. Frunzo el ceño, ¿cómo se supone que obtendremos las armas?–Esto es una reserva... ¿privada? no sé cómo llamarla, pero hay bastantes como para armar un ejército.–al parecer ha podido leer nuestros rostros.

El pelirrojo nos hace caminar unos metros más hasta que el pasillo termina frente a una puerta, el vigilante presiona una roca de la pared a en su lado izquierdo y la puerta se abre automáticamente. Nuevamente es el primero en entrar.

Cuando entramos doy unos pasos hacia atrás al ver la cantidad de cajas apiladas una sobre otra hasta llegar al techo, las cajas tienen varios nombres pintados con pintura color negro.–Esto es de la segunda guerra mundial.–nos informa el escoces.–Fue parte de la artillería que logré... coleccionar.

Vincent coloca la antorcha en una repisa especializada para ella al lado de derecho de la entrada.

–Es genial, son bastantes. El único detalle es que son de hace setenta y dos años.–le recrimina con molestia la rubia.

Vincent hace algo parecido a una sonrisa pero le sale mal, Cassandra lleva una de sus manos al puente de su nariz claramente molesta, Bash solamente cierra sus ojos y Nicolás masajea sus cienes.

–¿Sirven o no?–pregunta Karena.

–Teniendo en cuenta que nuestras armas son más modernas. No, estos son juguetes.–contesta Cassandra.

–Son un clásico Cass, tienes que aceptarlo.–más el comentario de Vincent no parece lograr su cometido, ya que los tres vigilantes mantienen sus caras enojadas.–Con una buen armero quedarían fantásticas.

Bash se acerca a una de las cajas que no tiene nada encima y observa el nombre escrito en ella.–Un fusil 30 06 Springfield, esto es armamento de Estados Unidos viejo, esto ya ha ganado una guerra.

–Ese es el espíritu.–agrega el pelirrojo.

Nicolás niega lentamente y se sienta encima de una de las cajas.–Haremos que funcionen, las modificaremos.

–¿Acaso conoces a un armero que no esté del lado de Apolo?–Nicolás sonríe de medio lado y asiente.

–Valentina Mariana Vitale Hills.–responde este con su sonrisa ladina.

Los tres vigilantes lo miran asombrados, al parecer las únicas dos exentas de su conversación somos Karena y yo.–¿Quién es?–me animo a preguntar finalmente.

–La conocen más como Valent Hills, es una leyenda si de armas hablamos.–comienza a explicarnos Nicolás.–Su familia fue la pionera en el armamento de todas bases del mundo, dejamos de usar espadas y cualquier tipo de arma blanca gracias a ellos, ella y su hermano continuaron el negocio familiar por años, pero la cerraron hace unos veinte años.


–Decían que sus manos estaban bendecidas por el mismísimo Hefesto.–agrega Cassandra.

–Esto sí que es interesante.–comenta con diversión Vincent.–¿Entonces la conoces?

–Sí, su madre era amiga de la mía.

–Supongo que eso ha sido todo y nos llevaremos todas estas cajas.–la elfa pasa a mi lado y se detiene, esta me extiende su mano y la miro intrigada.

–Trasladar tantos seres vivos es un arduo trabajo musa, trasladar objetos no, pero estos son demasiados. Necesito tu ayuda.–asiento y sujeto su mano.–Voy a necesitar que toquen todas las cajas que puedan y se sujeten alguna parte del cuerpo.

Los vigilantes comienzan apilar las cajas unas sobre otras pero algo pasa y el suelo comienza a moverse con fuerza.–Terremoto.–susurro.

–No es un terremoto, es el despertar.–miro a Karena y su rostro luce aterrorizado.

–Esto no va resistir y no vamos a quedar sepultados bajo los escombros, toquen la mayoría de cajas, ahora antes de que...

Mi cabeza comienza a doler, suelto la mano de la elfa y llevo ambas a ellas.–¿Phoebe?–escucho decir a la voz de Cassandra.

El dolor comienza a ser más insoportable, cierro los ojos y veo varias imágenes pasar a gran velocidad en mi mente entre ellos el rostro de Sophie, fuego, muchas personas reunidas en una especie de altar, el rostro borroso de un hombre, escucho varios vítores en una lengua que no conozco, abro los ojos y miro mis manos, están cubiertas de sangre, siento algo correr por mis mejillas, lágrimas.

–Phoebe, Phoebe tenemos que irnos, reacciona.–la voz de Nicolás llama mi atención y lo observo, en algún momento el vigilante me ha sujetado de los hombros.–Karena sujétala, nos vamos ahora.

Transcendence la Profecía(Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora