Podría Salvarte | TWD | Bethyl

Parte 4 - Te amo

Beth necesitaba refugiarse en su habitación, estaba ubicada en la planta alta, en esa casa donde ella y Daryl vivían solos hacía ya un par de años. Afuera, en el jardín se concentraban un puñado de personas a las que quería, con las que tiempo atrás llegaron a conocerse en las periferias de Atlanta, reunidas junto a otros allegados que había encontrado allí en la comunidad de Alexandria, teniendo lo que parecía ser una celebración.

Ella cerró lentamente la puerta del cuarto, apoyando su espalda contra la madera tras trabar la cerradura, otorgando un ahogado suspiro denotando que estaba pasando por una angustiosa pena. Se dirigió a su closet y tomó una silla para acercarla a un estante de altura. De allí tomó una caja que presionó fuertemente entre sus brazos mientras descendía. Era una mediana caja de zapatos, adornada con dibujos estampados de flores, que llevó hasta la cama donde a su lado sentada quedó observándola. Luego de pasar unos minutos de quietud, se animó a abrirla observando lo que se encontraba dentro, mientras unas lágrimas saladas brotaban de sus ojos. Tomó el objeto para arrullarlo entre sus brazos. Dejó caer sus parpados volviéndose a hundir en los recuerdos.

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-Te sacaré de aquí. –Susurraba sensualmente el arquero hacia el oído izquierdo de la chica permaneciendo aún a horcajadas sobre ella. Estaba perdiendo el control, teniendo el permiso de recorrer su cuerpo derrochando con ello miles de besos dentro de ese ataúd. Descendió del mismo con sumo cuidado. Ya de pie, logró verla extasiada, y a su pecho subir y bajar, acompañándolo por un rostro ruborizado. Tendió su mano para que ella se sujetara, la acogió en sus brazos como a una doncella.

Ella reía ante la situación, era uno de los momentos más sensuales que comenzaba a vivir, sin embargo ante ello solo logró echarse a reír.

-¿Qué es tan divertido? -Preguntó él extrañado mientras se mantenían en marcha.

-Nada. Es que te amo mucho. Y eso me hace feliz. -Respondió acariciando una mejilla del arquero, mientras él besaba la blanca mano que mantenía en contacto contra su piel.

La llevó con cuidado, subiendo las escaleras. Ya estando en la planta alta estiró una mano para abrir la puerta de la vieja habitación matrimonial iluminada por unas pocas velas como el resto de la casa; observó de reojo la colcha roja que se tendía sobre el colchón mientras seguía besando a la muchacha, y con más delicadeza la posó sobre ésta. Ella permanecía con el cabellos sueltos luego que la goma del cabello se perdiera en algún rincón del ataúd, el mismo quedó esparcido como un gran abanico dorado contrastando con el rojo de la tela a su alrededor.

Allí volvió a contemplarla, pasó ambas manos refregándolas por su rostro conservándose incrédulo a los últimos días vividos. Ella seguía tendida sobre la cama sonriendo, mostrando sus blancos dientes y sus delgadas piernas aún vestidas con un jean roto, flexionadas, meciéndose hacia un lado y otro. Observaba un comportamiento masculino que nunca nadie había conocido en él, y eso la hacía sentir animada... La manera en que llevaba con las manos su cabello hacia atrás la fascinaban, el movimiento dejaba ver como sus ojos se poseían de salvajismo y así pudo detallar con claridad sus ojos, a los que mantenía cubiertos por un crecido cabello, ocultando su mirada. Ella esperaba a que él actuara, ya sabía los que seguiría y eso la excitaba aún más. Se incorporó arrodillándose sobre el colchón. -Ven aquí. -Le dijo con la intención que Daryl se acercara más y así lo hizo. Él se sentó en el borde de la cama. Ella comenzó a peinar la cabellera del arquero con sus finos dedos llevándolo nuevamente hacia atrás, dejando la frente del hombre al descubierto. -No tienes por qué ocultar nuevamente tu rostro, ni tu mirada. Amo ver tus ojos... Porque me veo en ellos. –Dijo, dejando un beso en la frente.

Los besos de Beth estaban colmados de calidez y pureza, obligándolo a cerrar los ojos y a querer sentirlos nuevamente. -Lo cortaré para ti así lo que quieres.