Si la vida era un misterio para la gente común, lo era mucho más para ellos en ese momento. Las preocupaciones para el típico de la gente previo a la epidemia, resultaban ser por demás efímeras para la pareja en ese entonces. No importaba si alguien se atreviera a juzgar la diferencia de edad entre ellos. Los horarios de trabajo, ganar dinero, un ascenso en el empleo, aspirar a vivir en un barrio lujoso, eso había quedado en el pasado, y solo podía convertirse en un chistoso recuerdo para algunos.
Ellos se habían alejado de las personas que querían, y de todo lo poco a lo que habían logrado aferrarse, de las personas en las que habían depositado su confianza y con quienes habían luchado por sobrevivir los últimos meses. Habían descubierto que los lazos de sangre no importaban para que la semilla del amor fraterno se abriera fecunda, sino que eso podría ganarse si el cariño era mutuo, y había un objetivo en común. Lograron conformar una gran familia con lo que antes hubieran considerado unos perfectos desconocidos, pero eso tampoco lo tenían más, porque a pesar de todo había horribles cosas, sentimientos que seguían ponderando sobre el mundo además de la muerte caminante: el odio, el terror, y la ambición. Y eso colmado sobre un ser humano fue lo que hizo caer la comunidad de la prisión que un día supieron levantar de la nada, un hombre cegado de odio por la vida fue quien que la hizo sucumbir hasta las llamas.
La suerte de ellos había sido escapar juntos, como una rebuscada vuelta del destino, ya que éste los mantuvo distantes por mucho tiempo, pero en a ese preciso momento, los hizo toparse entre la desesperación, hasta terminar allí donde estaban ahora, colmados de felicidad y olvidando por unas horas esos terribles momentos, tendidos sobre el suelo de la habitación, aún agitados, y envueltos en el cobertor rojo, disfrutando su noche de bodas.
Los días trascurrieron en sus vidas haciendo que la rutina mantenga una pizca de emoción diaria. Ellos no podían quejarse, sus personalidades conjugaban perfectamente, de alguna manera, era cierto que los polos se atraían y no podían separarse por mucho tiempo... No lo lograban, ya que si perdían la vista uno del otro por muchos minutos, la desesperación se apoderaba de ellos, haciéndose conscientes de que se necesitaban demasiado. Podría decirse que en esos días lograban vivir una luna de miel extrema, no había playa, ni hotel cinco estrellas para ellos, obteniendo a cambio excursiones diarias en el bosque, recogiendo su propia cena, arriesgando su vida con cada salida. Solo el haber obtenido un refugio aún oculto, podría haberse considerado regalo de bodas.
Al cumplir la semana de casados, ellos solo se dedicaban tiempo a amarse de todas las formas que conocían. En realidad Dixon se esmeraba en poner en práctica lo que sabía, y lo que había logrado recordar llevar a cabo de joven con las rameras amigas de su hermano Merle, pero empleando toda la delicadeza que podría desplegar. Una mañana, salieron de expedición con la sangre encendida, obligados a detenerse a medio camino, para saciarse con una larga sesión de besos, que sabían solo lograría encenderlos más. Como siempre no repararon en terminar sobre el suelo fundidos entre sus brazos.
ESTÁS LEYENDO
Podría Salvarte | TWD | Bethyl
FanficUn grupo de sobrevivientes al apocalipsis zombie se alojan en una prisión abandonada, conformando una comunidad... Hasta que un ataque propició su caída. Tras ello Daryl Dixon, un incomprendido cazador logra salvar a la joven Beth Greene, huyendo ha...