Epílogo

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No debía dar explicaciones a nadie, realmente no tenía que hacerlo, aún sentía las miradas clavadas en su menuda pero resistente espalda a pesar de las semanas que corrían tras el cumpleaños del pequeño Daryl. Esa espalda que había resistido muchos golpes en las variadas guerras que como una soldado había mantenido defendiendo la comunidad.

Sabía que la veían de modo extraño, sentía chismosear al cruzar el frente de las casas aunque primero regalaran un saludo sonriente, el cuchicheo al avanzar el paso podía oírse.

-La viuda al fin comenzó a salir con alguien. -Esa era la noticia del momento. Y aunque no fuera del todo cierto, al menos no en ese momento, no podían evitar que la gente los viera relacionarse. Aquel hombre se trataba de Negan, el que en una época había acechado con horror al pequeño pueblo para luego ser acobijado gracias al empecinamiento del líder Rick Grimes.

Pues se lo merece, pobre muchacha!. -Decían algunos en su favor. -El hombre se ha arrastrado como un perro por años. -Decían otros acerca del pretendiente. Ese también había sido motivo de burla, pues su brutalidad se había desvanecido ante ella. Así las ilusiones de los habitantes masculinos más jóvenes de allí se habían roto, quedando en el suelo, y sepultadas, pues nadie se animaría a luchar contra él.
Se llevaban años de diferencia, quizás más de los que le llevaba a Daryl. -Ella está acostumbrada a aquello, su primer marido, el difunto también era mayor que ella. Era otro chisme que se hacía correr. Nadie conocía de Daryl Dixon adulto, excepto sus allegados, los de Atlanta, que lograron sobrevivir a todo. Ellos fueron los que se alegraron al enterarse de su nueva creciente amistad.

-No me importa lo que digan. –Dijo Negan caminando una tarde del otro lado de los muros.

Apenas llevaban unas semanas de comenzar a tratarse sin que haya miradas cortantes de por medio. Ahora ella al mirarlo, se dejaba resguardar en él. Visitaba su casa por las tardes, le gustaba jugar con el niño. Llevaba la excusa de practicar su lanzamiento con la ballesta aunque sabía que eso era una farsa, pues el niño poseía puntería perfecta, al igual que su madre... -Al igual que su padre. -Decían, -Ha nacido con el mismo don.

Llevaba café en un termo en la mañana temprano, cuando la guardia de Beth comenzaba antes del amanecer. Ella comenzó a devolver el gesto, cuando en las noches él mantenía las suyas. Beth poseía una linda sonrisa que comenzaba a desplegar ante él sin recelo, se dejaba ver reír en público. Había despertado el buen humor guardado por mucho tiempo y hasta reía de los chistes sin sentido que soltaba el hombre, hasta de los que a nadie causaba gracia.

Habían viajado demasiado temprano hacia los márgenes del rio, aprovecharían la llegada de una nueva corriente, y la pesca que proveía Oceanside. La población de caminantes activos caía con los años, y podían aprovechar las corrientes limpias de alimento sin infección.

Se habían sentado sobre el lecho, hacía tiempo que la joven no visitaba aquel lugar. Negan arrojaba piedras al agua, buscando su rebote.

-Debemos esperar a que regresen con el bote. –Dijo ella. –Mantenía sus piernas flexionadas y su rostro se apoyaba sobre sus brazos contemplando el espejo que ofrecía el río.

-Me gusta que hayas decidido comenzar el día de tu cumpleaños a mi lado. –Dijo Negan sonriente.

-Me estoy acostumbrando a ello. –Contestó Beth devolviendo la mirada. –Me alegra ahora... Que no hayas marchado... Que hayas sido paciente y esperaras por mí.

-Ser paciente me ha hecho cambiar... Esa has sido tú.

Las cosas volvían a repetirse, pero de una manera diferente. Ésta vez ella era quien había sido rescatada primero, de su dolor.

Podría Salvarte | TWD | BethylDonde viven las historias. Descúbrelo ahora