Mierda. Intenté salir de entre medias de los dos pero no pude y cuando me di cuenta Jackson había estirado del lazo de la parte de arriba de mi bikini, y Collin con un rápido movimiento me lo arrebató y comenzó a darle vueltas en el aire, como si fuese una bandera. Estaba furiosa y avergonzadísima, y aún me enfadé más al oír las risas de ambos. Tapé mis pechos con mis brazos como pude y salí de la piscina corriendo, cogí mi toalla y subí a mi habitación mientras propinaba toda clase de insultos hacia ellos. Cerré la puerta, me quité lo que me quedaba de bikini y me puse una camiseta y un short para después tumbarme en la cama. Casi tenía hasta ganas de llorar. Tapé mi cabeza con una almohada intentado esconderme del mundo cuando llamaron a la puerta.
-¿Podemos pasar Lucy?
-Fuera de mi casa, ya, y no, no podéis pasar –grité notablemente enfadada-.
-Venga Lucy… -contestó Jackson en tono de súplica-.
-¡He dicho que no!
-No podemos irnos sin nuestra ropa –dijo Collin- Vamos a entrar -mientras abría la puerta-.
-Cogedla y cambiaos en el baño, después salid –dije fríamente, sin sacar mi cabeza de debajo de la almohada-.
Ellos cogieron su ropa y entraron al baño sin responder para salir al cabo de unos minutos. Yo seguía sin moverme de mi sitio. Noté que la cama se hundía al otro lado pero no hice nada, no quería ni mirarles a la cara. Alguien me abrazó por la espalda pero yo seguí impasible.
-Lucy lo sentimos… Sólo era una broma –dijo Collin acariciando mi brazo-.
No contesté. La cama volvió a hundirse pero esta vez a mis pies. Jackson también se había sentado. Parecía que no pensaban irse.
-Perdónanos por favor… -pidió Jackson con voz dulce-.
-No. Ya tendríais que haber salido de aquí.
-Vamos Lucy, no te hemos visto nada. Y aunque lo hubiésemos hecho, no tienes nada que no hayamos visto antes, no es para tanto –dijo Collin volviendo a su habitual prepotencia-.
Me levanté rápidamente para evitar que siguiese cerca de mí, podía llegar a ser repulsivo. Él retrocedió ante la brusquedad de mi acción. Me dirigí al baño.
-¡Pero tal vez yo no se lo había enseñado a nadie! -grité casi con lágrimas en los ojos mientras cerraba la puerta de un portazo-.
Me sentía fatal. No era una mojigata ni una santa, había tenido algún novio breve con el que me había besado y metido mano, pero nunca me había desnudado delante de ningún chico. La habitación se quedó en silencio. Alguien caminó hacia la puerta.
-¿Qué podemos hacer para que nos perdones? –preguntó Jackson suavemente desde el otro lado de la puerta-.
No contesté de nuevo.
-¿Estas bien, Lucy? –volvió a preguntar, y yo seguí sin contestar-.
-No nos vamos a ir hasta que no salgas –dijo Collin-.
-¿Si os perdono os iréis? –dije asomando la cabeza por la puerta-.
-Si –contestó él-.
-Vale, estáis perdonados –contesté mientras salía y me sentaba en la cama- Ahora ya podéis iros.
-No me lo creo –dijo mientras se sentaba detrás de mí y me abrazaba por los hombros- Sonríe un poco.
-No tengo ganas –dije cortante-.
-Pues no nos iremos –se unió Jackson mientras se agachaba para estar a mi altura-.
-Haced lo que queráis –bufé cansada-.