Abrí los ojos cuando los rayos de sol entraron en contacto con mi piel, pero hoy era diferente a todos los días. Hoy no estaba en mi habitación, como siempre, ni siquiera en mi casa, en la que había vivido desde que nací. Hoy me despertaba por primera vez en una habitación nueva, en una casa nueva y hasta en una ciudad nueva. No me gustaba esto.
Me levanté y entre a mi baño. Sí, mi baño. Algo bueno tenía que haber en mudarme a la casa del nuevo novio de mi madre. Prácticamente no lo conocía, no me interesaba, sólo sabía que mi madre estaba locamente enamorada de él, y parecía mutuo. Además, el tío estaba forrado, tenía un puesto importante en un banco.
Entré a la ducha y me tomé mi tiempo. La verdad es que no me apetecía hacer nada, estaba triste. Ya no tenía nada más que a mi madre. Adiós a mis amigos, adiós a mi escuela, y hasta a mi perro, Lucky. Henry, el novio de mi madre, es alérgico, y tuve que dejarlo en casa de mi mejor amiga, Sophie.
Tras casi una hora en el baño y tras vestirme con unos vaqueros ajustados, mis botas camperas marrones y mi cardigan, también marrón, bajé al salón. Mi madre y Henry estaban moviendo un sillón para colocar algunas pertenencias de nuestra antigua casa.
-Buenos días cariño- dijo mi madre, extremadamente sonriente- ¿Cómo has dormido en tu nueva cama?
-Bien, pero no me acostumbro a que sea tan grande –dije mientras me sentaba a desayunar.
Mi antigua cama era solo de una plaza, esta era dos personas. Demasiado espacio vacío.
-En una hora vendrán a comer mis amigos Robert y Margaret, con su hija Tessa. ¿La recuerdas?- dijo Henry intentando entablar conversación conmigo.
-Ah si, Tessa –dije poniendo una sonrisa totalmente falsa –Ya la recuerdo.
Tessa, la maldita Tessa. No sabía por qué, pero no la soportaba desde el momento en el que la conocí. Tenía 16 años, es decir, uno menos que yo, pero a mí me parecía una bruja total. La conocí la Navidad pasada, hace un par de meses, cuando Henry nos invitó a esta casa por primera vez. Para él, Tessa era como su sobrina, siempre lo decía. La tenía en un altar. No me costó darme cuenta de que ella era la típica chica que finge ser un ángel delante de su familia, y a escondidas es de lo peor. Sólo en un día la pille fumando a escondidas en el que ahora es mi baño. Además de que ella no me caía bien, el sentimiento era mutuo. No soporto a la gente prepotente, y ella lo era, y mucho, y por desgracia, soy bastante transparente, si me caes mal, enseguida te darás cuenta. Ahora ella era la única chica de mi edad que conocía en esta ciudad, pobre de mí.
Ayudé a mi madre y a Henry a poner la mesa y preparar la comida hasta que sonó el timbre.
-Genial –dije cuando Henry fue a abrir la puerta- empieza la diversión.
Mi madre me miró con mala cara, mientras me daba un codazo. Me había escuchado.
Al momento entraron por la puerta Tessa y sus padres. Saludé a todos cordialmente, incluso a Tessa, y rápidamente me aparté de la conversación y me senté a hablar con Sophie por mensajes. No me interesaban estas nuevas amistades que mi madre parecía ansiar. Ella quería adaptarse totalmente a la vida de Henry, yo no. Tras estar un rato conversando, se sentaron todos a comer. Tessa enfrente mío, como no. Henry pretendía que fuésemos mejores amigas. Lo tenía claro. Yo sólo comía, sin prestar mucha atención a la conversación, hasta que mi madre me sacó de mis pensamientos.
-Lucy, creo que hemos olvidado avisarte, pero Henry y yo nos vamos esta noche a Newcastle, a ver un musical. Pasaremos allí el fin de semana. Espero que no te importe quedarte sola. De todas formas, podrías quedarte en casa de Robert y Margaret si no quieres estar sola tan pronto.