Prólogo.- Entonces ¿Me acompañas?.

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- Necesito que me ayudes.- Dice mi amiga mirándome con desesperación mientras me toma de ambos brazos. ¿Qué le paso ahora?.

Por cierto. Soy Catherine Darus o Cat. Como quieran decirme. Estoy en el último año de preparatoria. Después de tanto estudio. Al fin terminaré. Aunque siempre me dicen que lo que viene luego es lo peor. Soy morocha, de tez blanca, ojos marrones, delgada y estatura media. Normal en simple palabras. Tengo familia. Mi madre se llama Gabriela y mi padre David, también tengo una hermana Abby. Ella es dos años menor que yo, es decir, que tiene quince. Somos totalmente diferentes. Ella es sociable, yo soy timida. Ella irradia felicidad, yo irradio... No se que pero exactamente felicidad no. Ella es segura, yo no. Y la lista es interminable, como dije somos diferentes tanto en personalidad pero no tanto en lo físico. Abby es parecida a mi sólo que es rubia y un poco más baja. Siempre lleva ropa ajustada y no la culpó, es muy segura de si misma. Me gusta que ella sea así y no como yo. Trató de usar ropa más suelta. Lleva siempre maquillaje, yo soy más natural.
Mi madre es rubia, delgada, ojos verdes, alta y tez bronceada. Se dedica al diseño de interiores, en cambio mi padre es contador en otra ciudad. Así que no es sorprendente que no aparezca por aquí  en unos cuantos meses. Mi padre es morocho, ojos café, tez morena, alto y corpulento.

La chica que me acabó de hablar con urgencia es Sofía Balson o Sofi. Mi única amiga. Lo se mi vida apesta. Pero como dice la frase. Mejor pocos que muchos. Lo acabo de inventar. Es que no se me ocurre ninguna frase acorde con lo que estoy hablando. Es lo que hay. En cuanto a personalidad es igual a mi hermana pero en lo físico no. Ella es pelirroja, ojos azules, tenemos la misma altura, tez bronceada y delgada, muy delgada. Le pregunte varias veces si tenia algun problema y me contesta que no. Es verdad, come como si no hubiese mañana y sigue flaca. Yo como una galletita y engorde como cinco kilos. Ojalá fuese como ella. Pero tampoco me privó de comer. Si son cosas dulces me descontrolo literalmente. Me como todo lo que hay. Mi madre me dice que debería de dejar para comer después pero cuando están en el momento no te das cuenta que te estas comiendo todo. Encima mi padre, siempre que vuelve, me trae golosinas de todo tipo. Obvio que no pasan ni dos días que ya me los comi todas las golosinas. Lo sé, soy una glotona. Pero eso es lo que me mantiene feliz y si yo estoy feliz, todos estamos felices.

-¿Qué paso?.- Digo asustada. Que no sea nada malo. ¿Y si le paso algo a alguien que conocemos? Demonios. No pienses así. Ven me falta el azúcar. Necesito mi ración.

- Necesito que me hagas un favor gigante.

Vamos de vuelta con lo mismo. No es nada malo. Mi respuesta siempre será la misma.- No iré.- Digamos que mi amiga me insiste desde hace dos semanas de ir a una fiesta y eso es lo que menos me gusta. El ruido no me va. Me gusta la tranquilidad. Pero no lo entiende. No le entra en su cabeza. Nunca fui ni iré.

- Por favor.- Dice con carita de perro arrepentido.- Si me acompañas, te...- Me mira pensativa buscando algo que pueda converserme.- Te compraré helado. Muchos helado.

Aunque tal vez se podría negociar. ¿Por qué me chantajea con lo que más me gusta?. No se vale.- Y golosinas.- Digo levantando mis cejas. Que diga que no, que no.

- Esta bien. Te llenare de golosinas y chocolates que te terminarás asqueando.- Diablos ahora le tendré que decir que si. Solo sino hubiese dicho esa palabra que me convence de cualquier cosa. Me podrían decir que mate alguien por helado y lo haría. No hay fronteras para conseguir mis deseos.

- Eso nunca pasará.- Digo con una sonrisa.

- Es verdad.- Habla asintiendo.- Entonces ¿Me acompañas?.- Dice mirandome con un destello en sus ojos de felicidad y curiosidad.

Me duele decir esto pero todo sea por las golosinas y los dulces. Solo serán un par de horas. No pasara nada malo. Lo unico que tengo que hacer es cuidar de ella. Falta que haga alguna locura y termine en la calle o peor en la carcel. Ojala no pase. Pero para eso estan las amigas para que la otra no pase una vergüenza monumental.- Si.- Murmuró de mala gana. Y todo esto por un chico, Leonel. Un chico que no le da ni la hora. Es lindo pero no de mi tipo. Es alto, musculoso, su cabello es color miel, ojos azules y una personalidad un tanto arrogante. Pero ella piensa que si el la ve en otro ámbito tal vez le guste. Yo no le quiero dar falsas esperanzas pero eso dude que pase. El le gustan chicas boluptuosas, no quiero decir que mi amiga no lo sea. Solo que aquellas se prestan a cualquier cosa y Sofi no es así, ella sabe su límite, espero que no cruze la línea. Sino la atare a un árbol hasta que se calme y olvide a ese chico.

- Siiiiii.- Dice abrazandome con felicidad.- Eres la mejor amiga del universo.- Dice dándome besos por toda la cara.

- Bueno, ya esta.- Digo tratando de safarme de sus brazos.

- Te prometo que la pasarás bomba.- Habla con emoción. Sus ojos tiene un brillo especial. Y nunca le vi una sonrisa tan grande como la de ahora.

- Eso lo dudo.- Comentó mientras empiezo a caminar.

- ¿Como lo sabes? Si nunca has ido a una.- Dice mirandome frunciendo las cejas. Eso es verdad. Pero las fiestas son sólo alcohol, música alta, drogas y sexo. Solo pasa eso. Eso es todo lo que no me gusta. Prefiero estar en mi casa leyendo algún libro o viendo alguna película , y ella lo sabe muy bien. Así que debe valorar que vaya a esa fiesta, aunque me haya chantajeado.

Lo siento por las faltas gramaticales y ortográficas.😳

El Chico Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora