Capítulo X, ella.

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Que inoportuno es el silencio después de un largo tiempo de espera. Tantos años sin vernos y con tantas cosas para decir, sin embargo, son insignificantes al intentar salir de nuestras bocas. Solo es la presencia de la incertidumbre la que nos acompaña, a estas dos almas desdichadas: una que se siente recuperada y otra a punto de desfallecer ¿cómo arreglar algo tan dañado? Solo un milagro puede con esto.

Y mirarle a los ojos me ha hecho sentir que yo soy cualquier cosa, menos un milagro.

Aquellos ojos acaramelados que hace tanto tiempo me encantaba admirar porque me transmitían alegría, pasión y tranquilidad ya no están, ¿cómo puedes perder eso? ¿Qué tanto daño te deben hacer? Mucho, esa es la única respuesta, tal vez uno irreparable.

Recuerdo que la última vez que nos vimos, nos despedimos de una manera fugaz, sin suspiros o lamentos, porque lo único lamentable era la pérdida de nuestros amigos. Nos sentíamos en un juego a lo destino final, llegué a pensar que llegaría nuestro momento de caer en las manos de la muerte. Hasta que me alejé, hasta que él me abandonó. No era tan fuerte para soportarlo, ya no podía con mi existencia, así que tomé un vuelo sin regreso. O ese fue el plan.

Sentados uno frente al otro puedo observar cómo han influenciado los años en nuestra vida, en nuestro físico. Nos considerábamos la fórmula perfecta, creo que el formol la arruinó.

Siento un viejo sentimiento de vuelta, un pánico creciente desde el interior de mis entrañas al pensar que he llegado demasiado tarde otra vez. Que no podré hacer nada para ayudarlo, que quizás él ha tomado una decisión indiscutible.

Definitivamente no puedo ver eso de nuevo, no puedo perderle de esa forma.

Verlo en este instante es tan necesario como abrumador, siento que levito aún con los pies pegados al suelo, algo revolotea dentro de mí. Quiero gritar, soltar el aire que se ha atascado en mi pecho, donde mi corazón se acelera con atrocidad.

Siento que muero, que muero por él.

Sé que me enamoré de un amor que no era ni es mío. Pero en mi defensa, solo podría discutir sobre un enamoramiento, porque amar es una palabra muy fuerte y nunca he estado lista para admitirla.

Aunque al ver su mirada, esa mirada perdida, no estoy segura de nada, absolutamente nada.

30/09/08

Mis días sin ti ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora