Mis días sin ti ©

Capítulo II, él.

Llevo tres días sin dormir. Cada vez que cierro los ojos aparece tu rostro, viene algún recuerdo de los momentos compartidos o escucho tu voz.

Mi vida ahora parece una película de drama, de esas que es tanta la tristeza, que sales afligido de la sala de cine. Es como aquel film que vimos en casa de tus padres. ¿Cómo era que se llamaba...? Ah, sí, «7 Almas»; esa es una de las tantas que producen llanto. ¿Qué tal «El club de los poetas muertos» o «La vida es bella»? Son cintas que sin excepción me producen melancolía, pero la que me personifica es: «El idioma de un corazón destruido»; eso es algo que no le deseo a nadie, ni a mi peor enemigo.

Puedo preguntar ¿qué he hecho para merecer esto?

¡No puedes jugar con los sentimientos, el corazón y la vida de una persona de esta forma! Ni tú que te crees el eje del mundo tienes derecho a esto. Si yo no soy nadie ¡tú tampoco lo eres! Si yo no valgo nada ¡tú tampoco lo vales! Así que ¿por qué no haces un favor a la humanidad y terminas de morir? Por lo menos dentro de mí.

Ya no quiero sentir nada por ti, no lo mereces.

Todas tus fotos en un momento de arranque las arrojé contra el piso, la poca ropa que no te llevaste la eché a la basura. Necesito que desaparezca tu esencia de esta casa.

Una casa contrista y sucia, llena de tus fantasmas.

Sin querer me he cortado el pie con un trozo de vidrio de uno de tus portaretratos.

Aún sin estar aquí me sigues hiriendo.

Ya te has ido de mi vida, ¿por qué no lo haces de mis pensamientos? Te odio y no sé si deba hacerlo, creo que ese sentimiento es demasiado importante para ti. Aunque por dentro sigues siendo relevante, ya no te quiero cerca. Ni al fantasma de tu recuerdo.

Nadie, eso es lo que soy ahora.

10/09/08