Rin x ___(ao no exorcist)

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Había preparado una carta explicándole a Rin todos y cada uno de mis sentimientos. Y estaba preparada para dársela tarde o temprano, pero nunca encontraba el momento para hacerlo. Unos días desaparecía, y otros simplemente parecía demasiado ocupado para cualquier otra cosa que no fuesen sus clases y entrenamientos.

Pero hoy era el día, no podía anochecer sin que yo le hubiese dado aquella carta que tanto tiempo me había llevado escribir. Sentía como cada vez que se acercaba, aunque solo fuera un poco, me ponía muy nerviosa. No sabía cómo empezar una conversación o siquiera seguirle los diálogos sin tartamudear. Parecía darse cuenta ya que de vez en cuando me miraba extrañado. Parecía que después de todo no me fiaba de él, y eso era lo que menos me gustaba de todo.

Cuando se acabaron las clases me decidí a seguirle para entregarle aquel sobre. Le perseguí por muchos pasillos enrevesados y cientos de puertas distintas. Parecía perdido. De la nada apareció su hermano susurrándole algo al oído que no llegué a oír, por la distancia y porque estaba detrás de un muro para poder observar mejor. Apenas dicho aquello Yukio dejó una bolsa enfrente de su hermano y empezó a sacar velas. Me empecé a preguntar si realmente debería estar ahí, pero lo siguiente que vi me dejo sin habla.

Rin tenía cola y orejas puntiagudas, mientras intentaba prender las 3 mechas todas a la vez. Las llamas que emitía eran azules. En mis libros se relacionan con los demonios, pero él no puede ser Satán. A mí me parecían hermosas, como si el cielo y el infierno se hubiesen unido creando un fuego purgatorio. Siempre ha sido muy agradable, y Yukio no ha tratado de exterminarlo nunca, como el reglamento indica.Veía como Rin trataba de encender las velas una y otra vez sin éxito alguno. Siempre las terminaba quemando.

Ya llevaba un buen rato intentándolo cuando una mano me toca el hombro, Yukio. Me había metido en problemas  fijo. Me llevó hasta Rin, que estaba tan ocupado con sus velas que no se había dado cuenta de nada. Me miró sorprendido. Aquello hizo que yo bajase mi vista hasta el suelo.

-Que hacías ahí? Cuánto has visto?- preguntó Yukio muy enfadado. Su voz se había tornado más grave y dura. Se me pasó por la cabeza la idea de mentir y decir que acababa de llegar, pero sabía que eso solo empeoraría las cosas.

-Llevo ya...un rato, creo que lo he visto todo...- dije casi en un susurro. Rin parecía que había visto un fantasma, mientras que su hermano se pasaba una mano por el rostro.

-___..yo...no es lo que parece, de verdad, lo puedo explicar...- dijo Rin. Sabía que intentaría explicar, pero no entendía por qué debía de hacerlo. Solamente intentaba controlarlo, para eso entrenaba no?

-No, no hace falta que expliques nada.- Sentí como bajaba la cabeza mientras trataba de no sollozar. Tan malo era que yo le hubiese visto? Me deshice del abrazo de Yukio para ir con él e intentar animarle.- Hey, que pasa? No estás entrenando para controlar lo que sea que sean las llamas esas? He entendido algo mal?

- No me tienes miedo?- negué con la cabeza- pero...me has visto usar las llamas, no piensas que puedo llegar ha acerté daño?- volví a negar- en...en serio?-asiento mientras él sin aviso previo me abrazó. Me sonroje, pero correspondí.

-Oye, ____, se te ha caído esta carta antes. Pone que es...Para ti, Rin.-sentí todo mi cuerpo paralizarse. Antes de que me dise cuanta Yukio le había entregado la carta a su hermano. Este empezó a leerla mientras un rubor aparecía en sus mejillas.

No me creía que aquello estuviese pasando, me arrepentía completamente de haber escrito aquella carta. Su cara demostraba su desconcierto, mientras que la mía demostraba mi vergüenza. Solo se me ocurrió una salida. Correr. Y eso hice. Salí corriendo por todos aquellos pasillos y puertas tan laberínticas y enrevesadas, deseando que nunca nadie me encontrase. Buscando perderme entre todas las paredes, rezando por qué después de todo, aquello hubiese sido un mal sueño. Como había sido tan torpe de perder la carta? No lo entendía, la llevaba bien guardada. Cansada de tanto andar me senté en el suelo y me dispuse a ahogar mis penas en lágrimas.

Me perdí en un mar de pensamientos, hasta que una mano tocó mi hombro. No quería mirar hacia arriba y encontrarme a Rin, a sí que seguí con la vista centrada en el suelo. Se sentó a mi lado y empezó a acariciarme el pelo para tranquilizarme. Cuando notó que ya no estaba llorando me abrazo y besó en la sien. Gesto que hizo que yo me sonrojase. Le miré con los ojos cristalizados y en cuanto lo hice posó sus labios sobre los míos. Me había quedado completamente paralizada mientras él seguía ahí, besándome. Sentí como todos mis pesares se desvanecieron completamente que aquel siempre gesto.

-Me encantaría que aceptases mis sentimientos como yo hago con los tuyos ____, no me gusta que cuando beso a la chica que quiero no me responda al beso.- me miró directamente a los ojos y repitió el beso, dándome la oportunidad de corresponderle. Y así empezó el bonito noviazgo de la exorcista y el hijo de Satán.

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