- Hola.
- Hola. - le contesté tomándome de una todo el coctel, lo necesitaba. - Pensé que estabas en Canadá.
- ¿Has estado preguntando por mí? -me dijo con una sonrisa.
- No. - dije algo nerviosa, ¿por qué siempre me tenia que poner así?
- ¿Entonces?
- Agustín me dijo.
- Ósea que has estado hablando de mí. - seguía con esa sonrisa de burla en su cara, y si le tiro su cerveza en su cara para quitarle esa sonrisa… vamos seria una buena idea, me lo pensaré.
- No, solo surgió un comentario, no te creas tan importante en mi vida Pasquarelli.
- Te sigo poniendo nerviosa así que veo que sigo siendo importante en tu vida.
- No estoy nerviosa
- Si claro y yo soy Michael Jackson.
- Con tu complejo de negro ya lo quisieras ser.
- Yo no tengo complejo de negro. - me dijo riendo.
- Claro que si, caminas como negro, actúas como negro, hablas como negro, todos tus amigos la mayoría son negros. - me miró sonriendo. - ¡Pones un montón de cereal de chocolate y pones uno solo del blanco, nene y ese eres tú! Así se ven. - rió tomándose un poco de la cerveza. - Amor, ya hasta cantas como negro.
- Me has dicho amor. - sonrió y mis mejillas se pusieron rojas como solo él las pone.
- Me puedes traer otro. - ignoré su comentario y pedí otro coctel, lo necesitaba y mucho.
- Ya se lo traigo. - me dijo el del bar y miré a Ruggero.
- ¿Y Antonella?
- Has cambiado la conversación pero bueno. - rió un poco. - Te cuento que mi mamá es la hora y me regaña por lo ocurrido.
- Es tu culpa. - me encogí de hombros para luego a mirar el del bar que traía mi coctel. - Gracias.
- No empieces con que es mi culpa, vine aquí para relajarme por primera vez.
- Está bien. - le sonreí. - Pero sigue siendo tu culpa. - torció la boca tomando otro trago de su cerveza.
- ¿Y Michael? - lo miré.
- ¿Por qué tienes que sacar a relucir eso y yo no te puedo regañar?
- Porque sí, dime, ¿y Mike?
- Supongo que durmiendo, creo.
- ¿Todavía sigue en estados unidos?
- No, ¿te acuerdas la última vez que nos vimos en la azotea?
- Sí.
- Bueno, él se había ido una semana antes, te lo dije solo era por las vacaciones de navidad. - tomé un trago y lo miré. - ¿Y Candelaria?
- Todavía sigo con ella. - su mirada se puso en mí y no fui capaz de sostenerla, miré para otro lado, eso en serio dolió.
- Ah, bien por ustedes. - me tomé de un todo lo que quedaba en mi coctel.
- Es mentira. - me dijo riendo. - Solo quería ver si todavía te importa y me di cuenta que si.
- ¡Eres un imbécil! - ¿y si le tiro ahora la cerveza?
- Gracias, lo sé. - me sonrió. - Sigo siendo TU imbécil.
- No, eres solo un imbécil.
- ¿Quieres salir conmigo? - lo miré frunciendo el ceño.
- ¿Qué?
- Sí, ¿quieres irte de esta fiesta ahora y salir a tomar algo?
- No, estamos bien aquí.
- Tengo la ligera sospecha que ahorita nos van a venir a fastidiar. - me hizo seña para que mirada disimuladamente a su derecha, mire y ahí estaban Agustín y Gastón mirando para donde nosotros.
- No sé Ruggero.
- Vamos no quiero otro sermón de Agustín y creo que tú tampoco.
- Tienes razón. - me levanté con cuidado. - Espera cinco minutos y sales porque o si no van a ver que salimos juntos.
- Es que es inteligente la niña. - me dijo riendo.
- Era la inteligente de nuestra relación, Pasquarelli.
Nos reímos y salí adelante, pasado los cinco minutos ya tenia a Ruggero al lado entrelazando nuestros brazos.
- Relájate. - me sonrió. - ¡Nada malo puede pasar!
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