- Bueno, Santi solo faltan dos cosas y ya.
- Pero mamá, hemos estudiado toda la tarde. - dijo haciendo un puchero.
- Pero mañana tienes tu último exámen para que puedas salir de vacaciones. Estudiamos esto y ya.
- Está bien.
- Dale. - tomé las tarjetas que tenían los numero pintados y le mostré una. - ¿Qué numero es?
- Tres.
- ¡Muy bien! ¿Y este? - le mostré otro.
- Diez. - dijo de mala gana. - Mamá, eso ya me lo sé.
- ¿Ah si?
- Sí.
- Está bien, cuéntame…
- Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce y quince. - me dijo sonriendo.
- Te crees muy listo, eh
- Soy igual que mi papá.
- Bueno… - sonreí a medias.
- ¿Qué pasó conmigo? - dijo Ruggero apareciendo con una guitarra en la mano.
- Nada, ven para que termines de ayudar a estudiar a Santi, mientras yo tengo que hacer una llamada.
- ¿A quién? - me miró serio. Y aquí vienen sus celos.
- A Mauricio. - le dije sonriendo. Me levanté y le di un corto beso. - Te dejo, ya vengo, no me tardo.
- Está bien.
Caminé hacia la gran terraza de la casa de cristal como le solía llamar.
Sí, Ruggero había decidido comprar la casa, y aunque le dije que era una mala idea él insistió.
Marqué el numero de Mauricio y a los segundos atendió.
- ¡Acá Mau y ya mi gemela! - me habló en seguida.
- No soy tu gemela. - dije riéndome.
- Lo sé, ya quisieras tú ser mi gemela.
- Ser igual de feo que tú, no lo creo.
- Soy un sexy hombre ¡ándate hermana!
- Sí claro, ajá. ¿Para qué querías que te llamara?
- Tenemos dos problemas.
- ¿Dos problemas?
- Sí.
- Dilos.
- El primero; tengo novia.
- ¿Qué?
- ¡Sí hermana, tengo novia! ¿Puedes creerlo?
- ¿Ese es el problema, Mauricio?
- Sí.
- Eso no es un problema.
- Claro que sí, o bueno, el problema no es ese, el problema es que me estoy enamorando y no sé qué hacer.
- Pues ser feliz.
- El amor es una porquería Karol, por eso nunca he tenido una relación seria.
- Ya es hora ¿no crees?
- No.
- ¡Quiero sobrinos, Mau!
- ¡No los vas a tener!
- ¡Claro que sí o si no te obligo!
- Dile al hermano de Ruggero.
- Está chico aún, Mauricio. Tú eres el elegido. - dije poniendo la voz gruesa.
- La rareza de Ruggero se te está pegando.
- A lo mejor. - dije riendo. - Entonces, ¿el segundo problema?
- Mamá está mal.
- ¿Cómo que mamá está mal? - le dije preocupada.
- Necesitamos hablar personalmente Karol.
- Me asustas Mau.
- No es nada malo, es sólo que mejor personal, pueden viajar para acá.
- Tendría que hablar con Rugge.
- Sé que no te va a decir que no, además ya casi es Navidad y Santi no tiene colegio, así que pueden venir.
- Está bien, pero de todos modos te confirmo.
- Ok, te dejo, he llegado donde mi enamorada.
- Aww, mi hermano está enamorado.
- ¡Déjame!
- Algún día tenía que pasar Mau.
- Tú y tu sabiduría hermanita.
- Gracias. Adiós entonces, cuídate.
- Ok. ¡Igual te amo!
- ¡Te amo igual!
Colgué riéndome de las cosas de mi hermano.
Caminé hacia Ruggero y Santiago de nuevo.
- Mami, ya terminé. - me dijo Santi sonriendo.
- ¡Que bueno! ¿Qué estaban estudiando?
- Geografía. - ¡no!
- Vamos a verificar ¿si?
- ¿Por qué? - Ruggero me miró. - ¿Acaso no confías en mí?
- Eres Ruggero Pasquarelli, tú y la geografía no se llevan bien. - bufó.
- Dale, pregúntale, verás que está bien. - me miró mal.
- Entonces, - miré a Santiago. - ¿Cuáles son los contientes?
- América, Europa, Asia, Africa, - vamos bien. - y Oceanía. - suspiré. Miré a Ruggero que me miraba sonriendo victorioso. - Ah, y el último Italia.
- ¡Ruggero!
- ¿Qué? - dijo riendose, haciendose el desentendido.
¡Dios! Ruggero y la geografía.