- ¡¡CHUZAAA!! - grité cuando la bola derrumbó todos los pinos. Como dijo Ruggero ayer, hoy íbamos a salir asi que acepté, estamos en los bolos intentando ser “amigos”.
- ¡¡Oh vamos!! - gritó malhumorado porque estaba perdiendo. - Estás haciendo trampa.
- ¿Cual trampa? No he hecho nada, acéptalo, vas perdiendo. - le dije pasándole la próxima bola.
- Sabes cuando las mujeres quieren conquistar a un hombre lo dejan ganar en todo. - dijo mientras acomodaba sus dedos en los agujeros de la bola.
- Yo no te quiero conquistar. - alzó su mirada hacia mí mirándome serio mientras yo le sonreía.
- Cuidado pinochita.
- ¡Ya quisieras tú! - me reí mientras lo veía que se dirigía a la pista de los bolos mientras me tiraba un beso antes de lanzar la bola dando como resultado solo cinco pinos caídos. - Me estás dejando ganar ¿verdad? - lo miré cuando se volteó y me miró sonriendo.
- Tal vez.
- ¡No lo hagas Ruggero! Quiero ver si soy buena.
- Apostemos. - me dijo sonriendo.
- Tus apuestas no me gustan.
- ¿Por qué no?
- Porque siempre son o terminan siendo algo pervers.
- ¿Y cual es la gracia? - se encogió de hombros, lo miré mal mientras él se reía. - Vamos, apuesta ¿o tienes miedo?
- ¿Y de ti? - le sonreí. - Claro que no, dale, acepto.
-Has tomado una decisión muy sabia, Karolcita.
- Sí, claro. - dije alzando mis cejas en forma sarcástica. - Dime cual es tu apuesta.
- Si yo gano... - dijo.
- Ajá.
- Me vas a dar una semana completa de puro, apasionado, perfecto y delicioso sexo. - dijo cerrando los ojos como si en verdad lo estuviese imaginando, ¡pendejo!
- ¿Por qué todo tiene que ser sexo contigo?
- Porque te hacen falta unas nalgadas hermosa, ayer no te las pude dar pero presiento que esta vez si te las daré.
- ¡Idiota!
- Tu idiota, te lo recuerdo. - sonrió y suspiré dándome por vencida.
- ¿Y si yo gano?
- Ponme tú el castigo.
- Lo que yo quiera. - le sonreí juguetona y él entrecerró sus ojos señalándome.
- ¡Que no sea nada malo!
- ¿Y cual es la gracia? - le dije imitándolo a él hace unos minutos, sonrió suspirando.
- Entonces cual es mi castigo si ganas, que no creo.
- ¡No me subestimes, Pasquarelli!
- ¡Dilo!
- Tu castigo es…