- ¡Santiago Pasquarelli!
- ¡Me voy mamá! - me gritó haciendo un puchero, tenía un muñeco de Buzz Lightyear en su manito derecha y en su izquierda una maletita llena de juguetes.
- No te puedes ir de la casa, Santi.
- ¿Por qué no, mami? - soltó sus juguetes y puso sus manitos en su cadera poniendo la misma cara de pocos amigos que ponía Ruggero.
- Tienes cinco años mi amor, estás muy pequeño para irte de la casa.
- ¡No importa! Me voy de casa.
- ¡Santiago!
- ¡Mamá! - bufé. Igual de autoritario que el papá.
- Está bien, vete. - se me quedó mirando frunciendo el ceño, tomó sus juguetes de nuevo y me miró.
- Mamá...
- Te arrepentiste, bebé.
- No, es que no alcanzo la manija de la puerta. - dijo con total seriedad mientras yo traté de aguantar la risa.
- No alcanzas la manija y te quieres ir de la casa. - dije ya sin poder aguantar la risa.
- ¡MAMÁ!
- Ya, ya deja el mal humor pequeñín. - me burlé de él.
- Pero mamá... - y aquí vienen las lágrimas de cocodrilo. - No me digas pequeñín. - en eso se abre la puerta y es Ruggero, se queda viendo la maleta de Santiago, sus lágrimas y luego me mira a mí sin entender.
- ¿Qué pasa aquí? - preguntó algo extrañado.
- Santi se quiere ir de la casa, amor. - él me miró alzando una ceja y yo me encogí de hombros.
- ¿Y por qué te quieres ir de la casa, campeón?
- Porque mamá me dijo que mañana tengo que ir al colegio y yo no quiero.
- ¿Y por qué no quieres?
- Porque mis amigos se burlan de mí. - dijo triste, Ruggero me miró frunciendo el ceño.
- ¿Por qué lo hacen? - le pregunté.
- Porque soy el único que no tiene hermanita. - Ruggero y yo nos miramos sonriendo.
- Amor, pero tener una hermanita no es tan fácil.
- ¿Por qué no? ¡Yo quiero!
- Está bien, dejanoslo en consideración. - dijo Ruggero, Santiago lo miró asintiendo. - ¿Y por eso estabas llorando?
- No.
- ¿Entonces?
- ¡Mamá se estaba burlando de mí! - dijo señalandome con su pequeño dedito, Ruggero me miró mal.
- ¡¿Qué?! - dije riéndome.
- Me dijo pequeñín, papi, solo porque no podía alcanzar la manija de la puerta cuando me iba de la casa. - y ahí fue cuando Ruggero soltó la risa igual que yo, Santiago lloró más corriendo hacia su habitación.
- Somos unos malos padres. - me dijo Ruggero riendo.
- Iré a hablar con él.
- No deja, voy yo.
- Dale. - me levanté para ir a la cocina pero Ruggero me jaló.
- ¿Y mi beso? - dijo sonriendo, lo abracé juntando nuestros labios en un tierno beso.
- ¿Desde cuando te has vuelto tan hermosa? - miró mis ojos.
- No sé, desde que tengo al esposo más hermoso del mundo.
- Estamos algo cursis ¿no crees?
- Te amo. - le dije riendo.
- Yo también te amo. - me soltó. - Voy a hablar con mi hijo.
- ¡Nuestro! - le grité.
- ¡Es mío! - me dijo riendo mientras caminaba hacia la habitación de Santiago.
Estos años han sido algo locos entre tratar de criar a Santiago y también a Ruggero, es como si tuviera dos niños en casa, pero simplemente son lo más hermoso que tengo en mi vida.
-
-¡Sí hay tercera temporada! 🙌💕
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