Prólogo (De niño a asesino)

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"Un asesino no nace, se hace."

Desde el día que nació, Viktor Nikiforov ha estado dentro del cruel mundo de los asesinos a sueldo. Cruel para los objetivos, sin embargo, muy beneficioso para los verdugos.

Este mundo era muy simple; existían dos lados: El lado de la víctima, que sufría y rogaba por su vida para luego morir de forma rápida o lenta, según como la persona que encargó su muerte lo haya solicitado; y el lado del sicario, que recibía el nombre de su víctima, las instrucciones de si debía liquidarla rápidamente, o si debía seducirla, enamorarla y así torturarla, rompiendo su corazón, para luego matarla. Esa, sin duda, era la forma más divertida para algunos asesinos, como Viktor.

Aún podía recordar la primera vez que manchó sus manos con sangre, y no con cualquier sangre; era la de su propio padre.

Su progenitor se hacía llamar a sí mismo "un hombre de negocios", lo cual era irrisorio y eso Viktor lo descubrió a los nueve años. El muy bastardo era un traficante, y no solo de drogas; traficaba mujeres. Incluso ejercía su negocio en territorio perteneciente a la mafia rusa, y con eso le puso precio a su cabeza.

Usualmente se emborrachaba poniéndose violento, y quien terminaba recibiendo su ira era su madre.

Tal como ocurrió aquel día.

Al volver a casa de comprar el pan que su madre le pidió, la encontró tirada en el suelo, cubriendo su rostro inútilmente, en un intento desesperado por protegerse de los brutales golpes que su padre le propinaba. Algo en su interior despertó. Ya no aguantaba esa escena, y, con toda la determinación que poseía corrió a la cocina, tomó un paquete nuevo de los guantes que su madre usaba para lavar la loza. Después de ponérselos, tomó el cuchillo más grande que encontró y volvió a la sala de estar para matar de una vez por todas a ese monstruo.

Mientras caminaba con la mente enfocada y sin un ápice de duda en sus ojos, analizó rápidamente cómo disfrazar el asesinato que iba a realizar y hacerlo ver como un suicidio. Recordó que su padre era zurdo, con esa mano lo mataría. Así que, al llegar, se posicionó detrás de él, quien estaba demasiado ocupado insultando y golpeando a su madre como para notarlo. Con la mano derecha lo tomó por los cabellos de la parte de atrás de su cabeza, la jaló exponiendo su cuello y, en un rápido movimiento, hizo un corte profundo de derecha a izquierda.

El cuerpo inerte de su padre cayó de cara al suelo. Viktor solo podía contemplar lo que había hecho; al fin su madre era libre. Al fin su amada madre ya no sufriría más abusos. Viktor sabía que su madre le agradecería con todo su corazón por su actuar. Sin embargo, al alzar sus ojos y ver los de su madre, solo pudo ver terror, rechazo, incluso desprecio. Era como si mirara a un monstruo, mientras que el verdadero monstruo yacía muerto a sus pies.

Con un grito contenido, salió de la casa mirando a su hijo a los ojos, expresando con estos nada más que repulsión. Viktor jamás olvidaría ese momento. Fue como en cámara lenta. Su madre corría saliendo de la casa mirándolo, el sonido de una bocina muy ruidosa, el rostro de su madre girando cuando también lo escuchó, y aquel camión que azotó a su progenitora lanzándola, al menos, a cuatro metros.

El pequeño Viktor de nueve años solo pudo contemplar el cuerpo de su madre. Su mente estaba totalmente entumecida. No sentía nada, ni dolor, ni pena, ni miedo... Nada.

Con hielo en su cabeza y corazón, se giró y colocó el cuchillo en la mano izquierda de su padre y se deshizo de los guantes. Luego de eso llamó a la policía, fingiendo llorar como mejor pudo. Cuando estos llegaron, calmaron al niño tras oír su historia.

Tras darse cuenta de que su padre estaba bebiendo y comenzaba a ponerse violento, su madre lo escondió en la parte de debajo de la vitrina de los vasos, la cual estaba vacía, ya que los platos los tenía en otro mueble. Aunque fuera mentira esa vez, ese lugar fue su refugio muchas de las veces que su padre golpeaba a su madre. Según seguía su historia, el pequeño Viktor miró por la rendija de la puerta entreabierta en el momento justo en que su madre intentaba escapar de su agresor. Ella abrió la puerta, corrió a la calle y el camión la atropelló. El impacto le provocó la muerte instantánea. Su padre, al ver eso, y bajo los efectos del alcohol, se sintió culpable y se degolló, poniendo fin a su vida. Las fotografías de su padre jugando tenis que estaban en las repisas confirmaron que él era zurdo.

Cuando declararon las muertes como "muerte por accidente de tránsito" y "suicidio", decidieron que el pequeño Viktor tendría que ir a un orfanato, pero antes de que pudieran siquiera sacar al niño de la casa, un hombre entró, se quitó el sombrero y miró todo lo ocurrido con una calma aterradora. Se presentó a sí mismo como hermano del difunto y tío del pequeño, su nombre era Yakov. Viktor jamás había escuchado su nombre, y sabía que su padre era hijo único. Sin embargo, no dijo nada. Solo observó.

Yakov tenía más de ocho guardias esperándolo afuera de la casa junto a una limusina que, sin duda, debía costar la vida de muchas personas.

El viaje fue en un silencio sepulcral. Viktor y Yakov eran acompañados por seis guardaespaldas en la parte de atrás, mientras un séptimo conducía y un octavo era el copiloto.

Al llegar, Yakov llevó al pequeño a una oficina y, sin ningún cuidado especial al tratarse solo de un niño, le explicó todo. Él era uno de los mayores líderes de la mafia rusa. Era el jefe, dueño, amo y señor de las tierras donde el padre de Viktor hacía su tráfico de drogas y trata de blancas. Quién puso precio por la cabeza del Sr. Nikiforov fue Yakov, y en el momento que uno de sus informantes le contó lo que vio por una de las cámaras que habían logrado introducir a la casa de aquella rata, no podía creerlo. El propio hijo de aquella alimaña le arrebató la vida con una seguridad que había erizado su piel. Sus ojos tenían hielo puro, y esa preciosa mirada que sus mejores asesinos poseían. Podía ver un talento innato en ese pequeño ser. Con un largo y precioso cabello platinado, ojos de un celeste tan claro y profundo como el cielo, y facciones que, aunque ahora eran hermosas, estaba seguro de que llegarían a ser extremadamente sensuales, ese niño era un ángel de la muerte. Podría seducir a cualquier víctima con solo mirarle y sonreírle. Un solo susurro de sus labios y haría que cualquier objetivo, hombre o mujer, expusiera su corazón para que Viktor lo apuñalara sin piedad alguna.

Con una seña, Yakov ordenó que le trajeran un maletín, el cual puso delante de Viktor. Al abrirlo, el pequeño vio una gran cantidad de dinero dentro. Sin entender, miró al hombre en busca de una explicación.

―Es tu paga ―respondió Yakov a la pregunta que Viktor no alcanzó a decir en voz alta―. Ofrecí un millón de dólares por la cabeza de tu padre, y ya que tú lo mataste, el dinero es tuyo.

Viktor alzó una ceja. El pequeño ni siquiera podía impresionarse, aunque si se interesó. Tenía una gran suma de dinero por haber matado al pedazo de bestia que era su padre... Eso era muy bueno.

―Viktor... ―El niño alzó la vista cuando Yakov lo llamó. Este posó su mano en la mejilla de Viktor y acarició su tersa piel con el pulgar―. Te ofrezco una vida llena de poder y lujos. Serás respetado y temido. Te criaré y te querré como mi propio hijo y, si me demuestras que vales tanto como estoy seguro de lo que vales, te haré mi heredero. Pero, para eso, quiero que trabajes para mí. No ahora, ya que apenas eres un niño. ―Yakov retiró su mano y se acomodó mejor en su silla mirando a Viktor con una sonrisa confiada. La mirada del chico, que no había dicho ni una sola palabra, demostraba interés―. Cuando cumplas los dieciocho años empezarás a trabajar como asesino a sueldo. Ganarás muchísimo dinero. Podrás divertirte con los objetivos que te gusten. Mientras que solo sean un pasatiempo y luego los mates, no habrá problema. Tendrás el mundo en tus manos. ―Yakov estiró su mano, dejándola en el aire―. ¿Aceptas?

Viktor recordó lo que sintió después de matar a su padre; se sintió poderoso, invencible, y esa sensación le gustó. Quería más. Con ese pensamiento, estrechó la mano de Yakov y, por primera vez en la noche, sonrió.

―Acepto.

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Hola!!! Estoy algo nerviosa por publicar este fanfic. :S

Hace unos cuatro años publiqué una novela con esta misma temática y tuvo mucha aceptación, así que decidí mejorarla mucho más, era muuuuy novata en aquel entonces (/u\) Ahora le pondré mucho más esfuerzo!

Pronto entenderan porque se llama "Death's diary" o "Diario de la muerte"

La verdad... Es que me había dicho que no volvería a escribir nunca, pero al leer algunos de los fanfics de aquí me golpeó la inspiración de golpe! y les agradezco a las autoras de dichos fanfics por inspirarme :')

En verdad espero que les guste!!!! <3

Las canciones que coloque son las que escucho una y otra vez mientras escribo el capítulo, me inspira

Death's Diary (Victuuri) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora