Para ser un sicario se deben dejar atrás los sentimientos, el corazón, y la propia humanidad.
Un asesino es un frío y poderoso ser, quien tiene en sus manos la vida de su víctima y, sin ningún remordimiento, acaba con ella.
Las recompensas son bue...
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Durante el viaje de vuelta nadie pronunció palabra alguna. Viktor había dejado caer sus lágrimas hasta que ya no tuvo fuerzas para continuar. No solo había fracasado en su intento por salvar a su amada familia, sino que Chris, su amigo y camarada, había fallecido. No podía negar que también le dolía la muerte de Georgi, pero perder a Chris era como haber perdido a un hermano.
Una vez que llegaron al onsen, Makkachin y Vicchan salieron al encuentro de Viktor. Un guardia de la mansión de Yuuri fue el encargado de cuidar de ambos canes mientras ellos no estaban. La lealtad al japonés hacía que el guardia no preguntara absolutamente nada sobre los asuntos que Viktor trataba con sus acompañantes.
El ruso sabía que su misión no había acabado. A decir verdad, estaba recién empezando. Viktor no se detendría hasta que tuviera a su familia junto a él, y hasta quitarles la vida a todos los responsables del sufrimiento de Yuuri, de sus hijos, y a los culpables de la muerte de Georgi y Chris. El dolor que lo había estado consumiendo se transformó en ira y en sed de venganza. Quería apretar los cuellos de Yakov y Michele hasta que sus huesos sonaran y sus tráqueas fueran destrozadas. Sin importar cómo, él iba a matarlos y a rescatar a su familia.
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Tras el fallido intento, los sicarios rusos que volvieron de la persecución mostraban una sonrisa triunfante al haber sido testigos de la muerte de Viktor dentro de aquel auto cuando este hizo explosión, sin embargo, su alegría murió al enterarse de que todo había sido una trampa; el verdadero Viktor había aparecido con aliados, quienes asesinaron a una gran cantidad de sus compañeros.
Michele estaba enfurecido. Aunque el ruso hubiera fracasado en llevarse consigo a su esposo y a los niños, el maldito había logrado matar a más de cincuenta hombres en total junto a sus refuerzos. Ni Yakov ni él sabían de dónde el ruso hizo aparecer a esos infelices que los habían atacado, pero acababan de entender que Viktor estaba decidido a desatar una guerra con tal de salvar a su familia. Era tanta la furia del italiano que necesitaba descargarla en alguien, y quién mejor que el esposo de Viktor.
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Yuuri fue capaz de oír todo el ruido que había ocurrido. Desde que Michele había hecho abandono de la habitación, el japonés no cesó en sus intentos por zafarse de sus ataduras, lamentablemente, su cuerpo estaba tan malherido que le resultó imposible. Estaba seguro de que, tras los impactos que escuchó, había habido un tiroteo. También escuchó cuando gritaron el nombre de Viktor repetidas veces. El corazón de Yuuri no había dejado de latir velozmente al comprender la situación: Su esposo había ido a rescatarlos. Pero, si Viktor había llegado a la cabaña y había ocurrido una balacera... ¿Dónde estaba ahora? ¿Los niños estarían bien? ¿Habrían recibido alguna bala en medio del tiroteo? ¿Viktor seguiría con vida? El miedo y la incertidumbre lo torturaban.
La puerta se abrió con fuerza y Michele ingresó furioso. El japonés ya sabía lo que ocurriría: El italiano lo torturaría nuevamente. Michele se paró frente a Yuuri y lo obligó a levantar la mirada, jalándolo del cabello.