Para ser un sicario se deben dejar atrás los sentimientos, el corazón, y la propia humanidad.
Un asesino es un frío y poderoso ser, quien tiene en sus manos la vida de su víctima y, sin ningún remordimiento, acaba con ella.
Las recompensas son bue...
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***"LA CANCIÓN EN SÍ COMIENZA A LOS 00:53, PERO RECOMIENDO ESCUCHARLA DESDE EL PRINCIPIO"***
Un silencio sepulcral se apoderó de la habitación en la cual Yuuri había sido torturado minutos antes. El pelinegro fue incapaz de pronunciar palabra alguna desde que vio a la pequeña Minako frente a él. Un terrible miedo se apoderó por completo de su persona ante aquella situación.
La niña alzó la mirada y, al reconocer a Yuuri, permitió que la angustia que había estado sintiendo desde que el italiano y sus acompañantes la habían sacado de forma silenciosa del orfanato en el tiempo de recreación de los niños, la dominara. La pequeña niña comenzó a sollozar de forma incontrolable. A causa de su condición de sordomuda, Yuuri jamás había escuchado la voz de la pequeña; hasta ese momento. Desde que Viktor había conocido a Minako, el pelinegro había soñado con poder acercarse a ella también y, algún día, poder oír aquellos sonidos que las personas sin capacidad de escuchar emitían al comunicarse. En cada visita lograba acercarse un poco más a la niña. Incluso, había aprendido algunas palabras en lenguaje de señas que Viktor le había enseñado. Todo eso lo había hecho con el fin de poder devolverle la alegría que la vida le había arrebatado a aquel ángel. Y, cuando al fin pudo escuchar la dulce voz de Minako, esto sucedía en aquella horrible situación.
Yuuri estaba desesperado por soltarse de aquel fuerte amarre que lo sujetaba y abrazar a la niña para calmar el miedo que la hacía llorar. Sin embargo, aquello era imposible.
Michele sonrió al ver el pánico en el rostro del japonés, por lo que abrazó a la niña por la espalda, notando cómo la pequeña tensaba su cuerpo, y besó su húmeda mejilla.
—Es una princesa, ¿verdad? —El italiano restregó su nariz en el cabello de Minako—. ¿No crees que sería una lástima que esta pequeña no volviera a ver la luz del día?
Temblando ligeramente a causa de la delicada encrucijada en la que se encontraba, Yuuri tragó audiblemente, en un intento por tranquilizarse a sí mismo.
—Por favor, no la lastimes. Ella no tiene nada que ver en esto.
Michele apoyó el mentón en la cima de la cabeza de la pequeña.
—Eso depende de ti. Observa bien a este angelito, porque su vida está en tus manos.
—Michele, te lo ruego, deja ir a Minako. Si quieres seguir lastimándome, adelante. Haz lo que quieras conmigo, pero no la dañes a ella.
Una macabra carcajada salió de los labios del italiano antes de que se pusiera de pie.
—¿Sabes?, el daño físico es algo pasajero. No importa cuánto te hiera, ya que sanarás tarde o temprano. En cambio, el dolor emocional es algo que dura para siempre. Aunque creo que sabes de eso. ¿No perdiste a toda tu familia y a tu amada de diferentes y dolorosas formas? ¿No te enteraste hace poco que tu anterior prometida y tu actual esposo querían matarte? ¿No te acabas de dar cuenta de que toda tu vida ha sido una mentira? —Sin dejar de recrearse con el sufrimiento del japonés, Michele recorrió la habitación de un lado para otro mientras hablaba—. Pagaría por poder ver tu corazón. Estoy seguro de que está completamente destrozado. Esas son cosas que te perseguirán por siempre. ¿Ves a lo que me refiero?