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Cuando el sol se asomó a través de las cortinas, iluminando tenuemente la habitación, Viktor se despertó perezosamente

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Cuando el sol se asomó a través de las cortinas, iluminando tenuemente la habitación, Viktor se despertó perezosamente. Al mirar a su lado, no pudo evitar sonreír cuando contempló a su esposo durmiendo. Estaba seguro de que jamás se aburriría de aquella preciosa vista.

Cuidadosamente, acarició la piel desnuda de la espalda que no estaba cubierta por la sábana. A medida que las yemas de sus dedos recorrían las cicatrices, parte de su corazón se entristecía, pero se fortalecía a la vez. Sabía que sería muy difícil lograr que Yuuri superara todo el infierno que aún lo atormentaba, sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse.

*****

Tras darse una ducha en el baño de la habitación, Viktor salió y, asegurándose de no despertar a su marido, salió del cuarto.

Ese día era sábado, por lo que los niños no tenían escuela y ninguno de los actuales residentes de la mansión Katsuki trabajaba.

Al llegar a la cocina, el corazón del ruso no pudo evitar llenarse de alegría al ver a sus hijos sentados junto a Seung-Gil y Phichit, conversando, mientras que Chris servía los desayunos que faltaban y Guang Hong lo ayudaba. Una calidez jamás antes conocida se apoderó de él.

Un año atrás, jamás se hubiera atrevido a soñar con compartir su vida con amigos, hijos y un hombre al que amaba con cada parte de su alma. Incluso le parecía ridículo haberse sentido satisfecho o complacido en algún momento con su anterior estilo de vida. Sin embargo, una vez que probó lo maravilloso que era el amor, se dio cuenta de que no quería volver a caer en la soledad; su corazón pertenecía a sus seres queridos ahora.

Algo de lo que también se había dado cuenta era de que una parte de él no había cambiado del todo. Aquello lo notó a la hora de tener que asesinar a Michele, Yakov y a todos los hombres que se interponían entre él y su familia. Viktor no dudó un solo segundo en torturar al italiano de la peor forma que pudo hasta matarlo. Tampoco tuvo problema en apuntar y disparar contra todos aquellos que intentaron acabar con él. Y, por último, no le tembló la mano a la hora de ensartar el tantō entre los ojos del que alguna vez consideró y quiso como a un padre. De alguna retorcida forma, le alegraba que esa parte de él permaneciera tan viva como siempre, después de todo, esa faceta sería el escudo de todos sus seres amados. Sin lugar a duda, mataría a cualquiera que intentara lastimar a su familia; aquello ya había quedado demostrado.

Sacudiendo su cabeza para despejar su mente, Viktor se acercó a sus hijos y los besó sorpresivamente en sus frentes.

—Buenos días, niños.

—Buenos días, papá —Yurio respondió mientras su hermano masticaba el trozo de tocino que acababa de meter a su boca.

El ruso alzó la mirada para dirigirse a todos los demás.

—Buenos días, chicos.

—Buenos días. —Los pequeños y Viktor rieron debido a que la respuesta fue al unísono.

Death's Diary (Victuuri) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora