Capítulo 1.

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-Maestro, maestro Heo, el señor doctor está ahí.

Young saeng se quedó mirando a la niña con expresión rara.

"¿Ahí? ¿Dónde?", pensó el.

A tales horas, Kim hyun joong nunca pasaba por la escuela.

A decir verdad, desde hacía más de un año, Hyun joong apenas si pasaba nunca. Se le veía poco. Andaba siempre por el centro de Seúl olvidado de que allí, en la escuela de los suburbios, se hallaba él...


-Maestro Heo, maestro Heo el señor doctor está ahí -entró diciendo otra de sus alumnos

-Está bien -replicó Saeng tranquilo-. Vayan ya. Yo iré a ver dónde está el señor doctor.

Los niños escapaban en desbandada.

Young saeng alisó el cabello con ademán maquinal, muy propio de él, cerró el edificio y camino por el sendero hacia el chalecito en el cual vivía.

El "Land-Rover" de Kim hyun joong estaba allí, ante la pequeña reja de su casa.

Saeng sólo tenía que caminar por el mismo sendero de la escuela, empujar una puertecita de madera pintada de verde, avanzar por otro senderito y ya se encontraba en su hogar...


La casa no era grande, un especie de chalet con las ventanas rectangulares, dos grandes terrazas llenas de flores, un jardín y una cochera.

-Hyunnie -llamó.

Vestía un modelo blanco de jeans y sweater , y aquel cabello de un castaño casi dorado, despeinado.

-Hyunnie-volvió a llamar.

Una figura masculina de alta talla, blanco, los ojos negros, vistiendo un pantalón gris y una chaqueta sport azul, apareció en el hueco de la terraza.

-Estoy aquí, Saengie.

-Ah... ¿Qué... milagro es ése?

Avanzaba con la mano extendida. Hyun joong se la oprimió con fuerza.

-Pasaba por aquí...


Saeng pudo reprocharle que, desde hacía tres años, él era maestro de aquella escuelita. Que antes de serlo, cuando ambos eran vecinos, en dos casas paralelas, eran buenos amigos. Entrañables amigos. Aún debía recordar Hyun, cuando terminó la carrera e hizo aquel viaje de estudios por el extranjero. A su regreso le trajo un regalo que el conservaba con el mayor esmero... También podía decirle que durante aquellos dos últimos años estuvo pasando por la escuela diariamente. Que le contaba sus cosas. Que sabía cuánto él anhelaba, el agrado que para él significaba quedarse en Seúl de médico.

Pero Saeng no dijo nada de eso.


Apretó los dedos que se pegaban a los suyos y quiso intuir que algo raro le ocurría a Hyun joong. Lo conocía demasiado para que aquel gesto duro, dolido, amargo, pudiera pasarle desapercibido. Hyun era el hombre alegre por naturaleza. El hombre que siempre estaba optimista. El muchacho que creía en la vida y la vivía con el mayor agrado e interés.

Pero, sin embargo, en aquel instante no lo parecía. Es decir su rostro parecía plasmarse una amargura incontenible.

Libró los dedos de la presión y sacó la llave del bolso.


-Entra Hyunnie -y sin reproche, porque el era incapaz de reprocharle nada-. Hace un siglo que no te veo -abría la puerta, mientras hablaba de espaldas -. Yo voy poco por el centro. Creo que hace más de un mes que no paso por casa de mis padres. Papá y mamá vienen mucho por aquí, de modo que los veo sin necesidad de dejar mi casa. En cambio a Donghae y su marido Eunhyuk, apenas si los veo -y sin transición, empujando la puerta e invitando a Hyun a pasar-: ¿Qué es de Hyung jun y Jung min? También hace mucho que no los veo.

Dime que no llegue tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora