Capítulo 4

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Se sentía más sereno, sí, pero no atinó a meter la llave en la cerradura. Por eso pulsó el timbre con fiereza. Como si la culpa de todo en aquel instante la tuviera la puerta, la llave y la cerradura, e incluso el timbre.

Tim abrió.

—Señor —dijo bajo—. Sus hermanos están aquí.

—¿Mis...?

Y se quedó mirando a su criado con expresión de estúpido.

—Don Hyung jun y el señor Park jung min.

—Ah.

Y entró como un autómata.

¿Decirles?

¿No lo sabían ya por Kyu jong?

Cruzó el vestíbulo y en el final del pasillo vio la alta figura de su Cuñado y amigo Jung min.

—Hyun —dijo Jung min, con naturalidad—, te estuvimos esperando. Ya estuvimos aquí otra vez. Nos hemos ido y no hace ni diez minutos que volvimos.

—Hola, Minnie —fue el único saludo, pasando delante de él, hacia la salita—. Hola, Junnie.

Los dos, Esposos, se le quedaron mirando con fijeza.

—Estuvimos con Kyu jong... —dijo Junnie.

—Ah.

—Hyunnie..., no debes tomarlo así.

¿Estaban locos?

¿Cómo querían que lo tomara?

¿Acaso ignoraban cuánto amaba él a Sarah?

La deseaba como un loco y la amaba, y Sarah con él se comportó siempre como una dama. Podía ser una cualquiera y lo era, ahora ya sabía que lo era, pero con él se comportó siempre como una dama respetable, sensible...

¿No era todo mentira?

Una vil mentira.

Y aún pretendía Junnie que él lo tomara con filosofía.

No era por el desengaño sufrido. ¡Oh, no! Si pudiera aborrecerla. Pero la amaba, la amaba aún, la amaría toda la vida. Y la desearía siempre.

—Jung min —dijo, doblegando la locura de su pensamiento—. Les agradezco su interés.

—Kyu jong nos lo dijo antes que a ti —aún comentó Jung min suavemente—. Es decir, se lo dijo a Junnie. Y él fue quien le aconsejó que te lo hiciera saber a ti.

—Le he pegado, ¿me oyes? —se agitó—. Le he pegado.

—Hemos estado en su despacho del teatro —intervino Junnie—. Primero vinimos aquí. No sabíamos aún si tú tenías conocimiento de ello. Pero como llevas más de una semana sin ir por casa...

Hyun joong se desplomó en una butaca.

—Estoy cansado —dijo—. Tengo sueño. Creo que hace miles de horas que no dormí.

Los dos se acercaron a él y ambos le pusieron una mano en cada hombro, dejándolo en medio.

—Hyunnie..., es mejor que lo hayas sabido ahora. Te pasará. Es doloroso, sí, pero debes estarle agradecido a Kyu.

—No le dijo que le pegué —preguntó, como si aquella idea le obsesionase.

—No. Kyu jong  te aprecia demasiado. No nos habló de eso. Pero sí dijo que lo sabías.

—Ya.

—Nos parece imposible que tú..., tan de vuelta de todo..., te hayas dejado engañar. ¿Es que durante todo este tiempo no la has conocido?

Dime que no llegue tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora