Capítulo 2

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-No tengo a quién decírselo -exclamó roncamente al ver de nuevo a Young saeng-. Me muero de rabia en mi apartamento. Por eso he venido. No sé siquiera si he visto bien el camino. No sé siquiera cómo llegué.

Saeng ya había cambiado la ropa por unos pantalones negros y un suéter blanco de algodón. Perfilaba perfectamente su figura, Sus veinticuatro años maduros y suaves a la vez.

-Siéntate, Hyunnie. ¿Quieres que empecemos desde el principio? Te veo excitado, raro. Tú siempre has sido muy sereno y estabas muy enamorado de Sarah.

-Estaba -gritó Hyun, pero de pronto depuso su aire matón y se derrumbó en una butaca con el rostro entre las manos.

Saeng se inquietó.

Quedó un poco asustado

Ver así a Hyun joong, le indicaba que no era broma lo que ocurría.

-Hyunnie..., ¿quieres calmarte?


-Soy un egoísta, lo reconozco -dijo Hyun con voz hueca-. Muy egoísta. Nos conocimos desde que nacimos. Nuestros padres fueron muy amigos. Hemos crecido juntos. Siempre deseé ir contigo al Instituto. Pero cuando yo empezaba la carrera, tú andabas aún la secundaria.

-Hyunnie..., ¿por qué esas... evocaciones?

Hyun necesitaba recordar el pasado. Fue dulce, suave, inefable... verdadero.

Después... ¡Bah! Después pensó que el presente era mejor, y por eso se sentía en aquel instante como un cadáver hablando.

-Hyunnie...

-Incluso una vez -dijo Hyun joong bajo, como retrocediendo el pasado y viviéndolo casi con la imaginación- te vi distinto. ¿Quieres creer que casi dejé a un lado nuestra fraternal amistad, para verte con ojos de extraño?

Lo recordaba. Sin duda mucho mejor que él.

Fue... lo peor que tuvo Hyunnie para él.

Hyun joong podía evocar como un pasaje sin importancia. Para el fue... lo más importante. Lo que pronunció un punto crucial en su vida.

Por eso le perdonaba. Porque Hyun ni cuenta se dio del daño que le hacía.

-Hyunnie ¿por qué no te casas?

Hyun joong sacudió la cabeza.

La echó hacia atrás y cerró los ojos con fiereza. Tenía un rictus amargo en la boca.

-Quieres que te lo cuente todo, ¿verdad?

-Has venido a eso, ¿no?

Hyun se agitó.

Abrió los ojos y mudamente señaló un sillón junto a él.

-Siéntate, Saengie. Por favor... escúchame un momento. Si no hablo..., voy a llorar. ¿Te imaginaste alguna vez a tu amigo Hyunnie llorando? ¿Verdad que no? -se exaltaba por momentos-. ¿Verdad que no, Saengie? Es ridículo, fuera de lugar. Inconcebible para mí. Pero... Yo la quería, Saengie. Estaba loco por ella. ¿Entiendes? Loco. Yo jamás pensé que pudiera enamorarme así. ¡Jamás! Pero me enamoré, y sufro. Nadie tiene idea de lo que sufro. Te parecerá tonto, ¿no?

Cruel le parecía.


Pero perdonable, porque Hyun jamás supo que aquel beso... significó tanto para él, como para Hyunnie estaba significando en aquel momento lo que le hizo Sarah, lo cual aún ignoraba. Pero fuera lo que fuera... él sufrió tanto como estaba sufriendo Hyun, y por eso... lo comprendía mejor.

Dime que no llegue tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora