Capítulo 11

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La enfermera, si bien conocía a Sarah, ignoraba la ruptura del doctor con ella.

Por eso la introdujo en la sala de espera, rogándole:

-Está con un cliente, señorita Stark. No tardara en salir. Después puedo avisar al doctor Kim.
-Gracias, lo espero aquí.

Salió la enfermera.

Sarah apretó los labios.

Aquella baza no se la perdía ella. Ni Tim sería capaz de ponerse en medio, ni nadie de este mundo. Ella ya conocía a Hyun joong. Pudo hablarle la noche anterior, pero no le fallaría aquella mañana, porque ella tenía su equipaje en el auto, ya había avisado a Kyu jong de sus vacaciones, y el alemán no volvería por Corea, pasados dos meses por lo menos.

Todo estaba previsto.

Hasta la débil voluntad de Kim hyun joong para ella.

Casi enseguida lo vio erguido en el umbral, con su bata blanca, los lentes de marco delgado, que lo hacían ver más intelectual pero sólo usaba para trabajar, y su aire desafiante.

Era todo pantalla.

Ella sabía el ascendiente que tenía sobre Hyun joong, iba a aprovecharlo. Primero sería un viaje. Luego las relaciones amorosas más íntimas y después..., ¿por qué no? La boda. Ella sería, ante todo y sobre todo, la señora Kim. Se lo había propuesto, y nada de lo que ella se proponía, le resultaba inalcanzable.

-¿Qué deseas? ¿No te dijo Tim...?
-¿Y quién es Tim para decir, cariño? -susurró acercándose.

Hyun extendió el brazo. Con la mente vio a Young saeng.

Austero, sincero, verdadero, infinitamente tierno..., y diciendo que le amaba.

Fue una revelación sorprendente, casi impresionante, conmovedora.

Conmovedora, sí.

¿Quién iba a pensarlo?

No pudo dormir en toda la noche.

Fue como si un terremoto cayera sobre su cama y estuviera toda la noche agitándola.

Y él dentro. Dentro del lecho como un pobre diablo temeroso ante dos paredes insoportables.

-Yo te comprendo, Joonie querido -decía Sarah, entretanto Hyun extendía la mano, poniéndola entre los dos-. Yo te entiendo perfectamente. Ayer no estabas... Lógico. No podías tú soportar aquello. Pero yo te digo...
-No me digas nada, Sarah.
-¿Eres tonto? Un viaje juntos. Después -sacudió la mano elegantemente-, ya se pensará...

Necesitaba distraerla, alejarla.

Se daba cuenta de que no era tanto su miedo a caer en la terrible tentación.

Por eso se sentía más sereno.

-De todos modos -dijo mansamente-, será mejor que lo pienses. ¿No te parece?
-¿Pensar, qué?
-No puedo salir de viaje en este momento.
-Oye, Joonie, tú me has dicho que te ibas, y por ti pedí yo un permiso a Kyu jong.
-¿Le has dicho a Kyu que te venías... conmigo?
-¿Me crees tonta?

Hyun joong consultó el reloj.

-No puedo entretenerme ahora -dijo cortante-. Dispongo de tres horas para hacer un montón de visitas que tengo anotadas.

Sarah se dio cuenta de que, por lo que fuese, Kim hyun joong no era el mismo.

Y Hyun aprovechó aquel instante para añadir:

-Iré a verte al camerino.
-¿No te he dicho que dispongo de un permiso de quince días?
-Entonces tal vez te llame por teléfono y te cite.
-Joonie...
-De momento no puedo atenderte -empezaba a quitarse la bata con precipitación-. Te llamaré.
-Te amo, Hyunnie. ¿Lo has dudado alguna vez?

¿Discutirlo? No pensaba hacerlo.

Claro que en el fondo aquel amor que ella confesaba, lo sentía él..., ¿de qué manera? Material e inconfesable, pero lo sentía aún. Sí, como el primer día. Ni siquiera la sorprendente declaración de Young saeng lograba disipar aquella terrible intensidad.

-Te llamaré -decía como una salida.

Ya tenía la bata sobre el respaldo de la silla.

Apresuradamente Tomó el maletín y lo colocó en el brazo.

-Te llamaré.
-Joonie.

No quería oírla.

No tenía ninguna visita que hacer aquella mañana. La noche anterior, pensando en marcharse, llamó a Siwon, su ayudante, para que las atendiera.

Pero sí tenía algo que hacer. Algo que no podía dilatarse más.

Pasó ante Sarah evitando mirarla.

-Hyunn..., no tienes derecho a comportarte así conmigo. Yo sé...

Él se volvió desde la puerta.

-¿Qué sabes tú? ¿Que te amaba? ¿Que era tu más fiel admirador? ¿Que estuve a punto de caer en una ratonera? Di. ¿Es eso lo que sabes? ¿Qué has hecho tú por ese amor? ¿Cuándo te falté yo al respeto? Así, no, Sarah. Así no te tomo. Me da vergüenza. ¿Has oído alguna vez semejante cosa de labios de un hombre? ¿Crees tú que es más digno caer en la tentación que evitarla? Muchos hombres presumen de hombres, y el hecho de poseer una mujer les llena de orgullo. Yo entiendo la dignidad masculina de otra manera. ¿Lo entiendes ahora? De otra manera.


Young saeng vio llegar el **Land-Rover** en el momento que el, esperando la hora de abrir la clase, tomaba el fresco tendido en una extensible en la terraza, y el pensamiento lleno de cosas. Mil cosas todas relacionadas con el dueño del **Land-Rover**.

No, no estaba arrepentido de haberlo dicho. Necesitaba decirlo.

Tomar a Hyun joong así, era tanto para él como si Hyun se fuera de vacaciones con la teatrera.

Y él era demasiado sensible para caer en tal vulgaridad. Los sentimientos, además, estaban muy encima de toda tentación física. Nacían dentro. Se alimentaban por dentro.

Lo vio subir de dos en dos las escaleras.

-Saengie...
-Hola..., Hyunnie.
-No es una hora... para hacer visitas, ¿verdad?

Hyun casi siempre vestía igual. Pantalón gris, polo blanco y chaqueta azul...

Era un tipo muy guapo. Pero no soberbio. Viril, sí, su apariencia llamaba mucho la atención. Tenía los ojos negros, el cabello del mismo color, la piel pálida...

Era alto, hermosamente alto.

A Hyun joong además, había que quererlo de otro modo. El físico de Hyun nunca diría gran cosa a una mujer. A Sarah, por ejemplo. Sarah era una caprichosa acaparadora de hombres. El no correspondía a aquel tipo de hombres que prefería Sarah, estaba bien segura.

La posición de Hyunnie, sí. Para Sarah, sí, claro.

-Todas las horas son buenas -dijo el un tanto cohibido por lo que había dicho la noche anterior, y que Hyun no olvidaría fácilmente.
-¿Puedo sentarme, Saengie?
-Claro.
-¿Has almorzado?
-Naturalmente. Estoy esperando las tres y media para abrir la escuela.
-Saengie...

Lo tenía sentado ante el.

Algo firme. Algo rígido. Mirándolo con aquella serenidad suya que sólo se alteraba cuando hablaba de Sarah.

-Dime, Hyunnie.
-Podemos... Podemos... Bueno, ahora resulta que me cuesta a mí decirlo.
-Hyun -atajó Saeng con una personalidad que hubiera maravillado a Donghae-. No me confieses tu amor, porque me humillarías mucho.

Hyun se sofocó.

-Eso, no -dijo de modo raro-. Contigo no vale una mentira así. No vengo a confesar nada. Es decir, confesar mi soledad y mi terror, sí. Contigo puedo hacerlo. La verdad es, Saengie, que yo nunca pensé que fueses así... así...
-¿Cómo?
-Como tú eres. Tan claro, tan preciso, tan sincero. Afrontando la realidad aun por encima de tu misma sensibilidad.
-No me has entendido, Hyun joong.
-Sí, sí, te entendí perfectamente. Tanto te entendí, que desde entonces, desde el momento que me lo has dicho..., me siento culpable. Cómo conmovido -pasó los dedos por el cabello-. No sé. Como si de repente estuviera perdido en un monte lleno de abetos inmensos y topará un claro. Un claro donde descansar. Donde cerrar los ojos y decir adiós a mi cansancio físico y moral. ¿Entiendes eso? No es fácil, pero creo que tú me entiendes.
-Hyunnie -dijo Young saeng atajándole con aquella personalidad que hubiera conmovido a Hae-. No trates de dorar la píldora ni de hacer más penosa mi situación moral. He dicho lo que he dicho y lo sostengo. Pero, por favor, no te aferres a eso. Piensa que si has venido a decirme que no puedes luchar contra la tentación que sobre ti ejerce Sarah Stark y que deseas aferrarte a mí, inmediatamente de que caigas en esa tentación, siendo mi marido no te voy a disculpar.

Hyun joong ya lo sabía.

Lo había entendido a la perfección.

Por eso inclinándose hacia el murmuró con deje raro:

-He venido a eso. Y sé que me dejarías. Y pedirías la anulación o la demostrarías. Sé todo eso, y, sin embargo, yo no vengo aquí a buscar a la persona enamorada de mí. Vengo a buscar la ayuda del amigo. Si cargas con todas esas lacras mías, morales..., creo que llegaré a poder decirte que correspondo a tu cariño.
-Si tú me quieres, Hyunnie. Pero... yo no te quiero a ti como tú me quieres a mí. Yo no te quiero como a un hermano ni como a un primo. ¿Está bien claro, Hyun joong? Y conste que me humillaría que trataras de halagarme. Sería lo que nunca podría disculpar en ti. Una mentira piadosa. Y te dije que tengo un sexto sentido para presentir el deseo, la admiración, la pasión y el amor de una persona.
-Eres crudo, Young saeng. Duro incluso. Para ti mismo, para mí, para los sentimientos que pueden acercarnos uno a otro. Y, por favor, déjame decírtelo con claridad, con la misma que tú usas conmigo, que si bien es descarnada y cruel, es verdadera. Casémonos. Expongámonos a todo. Tú me das tu estimación y yo te doy mi respeto.
-Está bien -dijo Saeng con una serenidad que para sí quisiera Donghae-. Sera. Cuando tú digas. Cuando tú dispongas. Y seguiré haciendo mi escuela y tú seguirás ante el peligro que te acecha, salvándote sólo de esa terrible y censurable tentación. Ah, y si te parece, viviremos en esta casa.
-Iré a decírselo a Hyung jun.
-Yo se lo diré a mis padres.

Así quedó decidido su destino.

Dime que no llegue tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora