Capítulo 13

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No era capaz de apartar de su mente aquella decisión.

Ganarlo a costa de lo que fuese.

¿Había que exponer mucho? Lo expondría. ¿Qué le importaba a ella? Era su juego. Su juego humano. El juego que ejercitó toda su vida, desde que empezó a ser mujer.

Por eso, cuando aquella tarde llegó a su camerino del teatro y se topó con Kyu jong cómodamente sentado en su butacón del camerino, frenó en seco.

-Mira, Sarah -dijo Kyu sin tomarse la molestia de ponerse en pie-. A mí los juegos tontos me descomponen. Tenía tu aviso en casa. ¿Por qué has pedido permiso para luego retirar nuevamente a la segunda actriz?
-No llenó tu teatro -desafió ella. Kyu se alzó de hombros.
-La obra es buenísima, y la segunda actriz, ayer lo hizo estupendo. Se sabe el papel tan bien como tú. ¿Entiendes tú eso? Tú tienes quince días de permiso. Recuerda cuando me los pediste. Yo no quería dártelos. ¿Lo has olvidado? Nunca me gustaron las improvisaciones, y, lógicamente, tenía miedo a la reacción del público.

Sarah se tensó.

Estaba bellísima, pero Kim kyu jong no sentía nada ante ella.

El estaba de vuelta de todo y la belleza de Sarah lo dejaba frío.

-¿Quieres decir que vas a cancelar el contrato?
-¿Puedo? -se enfadó Kyu-. Ojalá pudiera. Pero eso de que te marches y vuelvas cuando te dé la santísima gana, no. ¿Entendido? Has solicitado quince días de permiso. Vete al Congo o al Infierno, pero aquí no vas a trabajar hasta el quince de julio. ¿Está bien claro?

Kyu tenía un periódico en la mano y lo agitaba a medida que hablaba.

-Me vas a dar con el periódico -gritó Sarah.
-Ah, es verdad. A cuenta del periódico, tengo que leerte yo una noticia -lo desplegó con toda calma-. Mira aquí, ¿conoces a esta sencilla pareja? Se han casado esta misma mañana y se han ido de viaje por la costa. Es posible que a estas horas estén ya en el hotel de Jeju , o pudiera ser que llegara hasta Japon. O más abajo -mostró el periódico-. ¿Los conoces?
-Hyunnie -casi sin voz .
-¿De veras lo conoces?

Sarah hinchó el pecho.

-Fuiste tú, ¿verdad? Tú el que le dijiste...
-¿Qué juegos te traes, Sarah? ¿Pensaste que yo iba a permitir que mi mejor amigo se casara contigo? Te conozco. Y no de dos días ni de dos meses. Dos años, ¿eh? -dobló la prensa y golpeó el periódico con ira-. Saeng es una muy buena persona y muy imbécil tiene que ser Hyunnie si no lo ama con locura.

Sarah estaba pálida.

Tenía la mano temblorosa caída a lo largo del cuerpo, y por un segundo, Kyu presintió, que si no se retiraba, iba a recibir la segunda bofetada, tal vez aún mayor que la que le dio Hyun joong el día que le dijo dónde y cómo podría encontrar a Sarah Stark

-No te metas con ellos -añadió Kyu dando un paso atrás-. Te verás conmigo, ¿oyes? Eso sí que no te lo voy a tolerar. Deja a Hyun joong en paz. Da asco pensar lo que siente por ti y tú por él. ¿Oyes? -repitió como obstinado-. Déjalo en paz.

Sarah no sentía amor por Kim hyun joong.

Sentía que se le iba su porvenir.

Tenía treinta años, su fama en las tablas ya estaba claro que podía superarla la segunda actriz, más que ella. Hyun, pues, era el único consuelo para su madurez, su retirada y su porvenir.

Se mordió los labios.

Ser la esposa de Kim hyun joong no era cualquier cosa.

Sabía cuánto se jugaba en ello, y sabía asimismo que, casado Hyun, era casi inalcanzable. Pero..., ¿no estaba descubriendo algo interesante para ganar quizá la última batalla?

-Tú amas al que es esposo de Hyunnie.

Kyu retrocedió asustado. Se pegó a la pared. Agitó el periódico.

Necesitaba ganar tiempo. Reaccionar. Nunca pensó que una cualquiera como Sarah, pese a su teatrismo, pudiera penetrar en aquel sentimiento.

-¿Yo? Lo admiro mucho. ¿Te asombra? Es una persona de verdad.

Sarah le arrebató el periódico y lo desplegó rápidamente.

-Heo young saeng -leyó desdeñosa-. ¿Ese? ¿El maestrito? ¿El amigo de Joonie? Pero, hombre, ¿por qué no lo has dicho antes? Ese joven no sabrá jamás conquistar a Joonie, o por lo menos retenerlo, que es lo esencial. Pero, no temas, mi querido Kyu. No voy a descubrir tu secreto.
-Te digo...

Sarah se echó a reír.

-Lo sé, lo sé. Lo negarás toda tu vida.

Estuvo a punto de gritarle que se lo había dicho al mismo Hyun joong.

Pero sería tanto como descubrir la causa por la cual Hyunnie se casó con su amigo de la infancia.

Por eso, inesperadamente, le quitó el periódico de la mano y salió, cerrando con seco golpe.

Pero, casi inmediatamente, abrió de nuevo, gritando:

-Puedes irte a tu hotel. Estás de vacaciones, y esas vacaciones te las dimos por escrito. De modo que será la segunda actriz la que te sustituya. Una vez pasen los quince días vuelve si quieres. Se verá lo que se hace.
-Kyu jong , aguarda.

Kyu cerró.

Sus pasos resonaron en la quietud de los pasillos del teatro.


No lo podía remediar.

¿Qué estaba entrando en él?

Young saeng fue siempre su amigo del alma. Su mejor vecino. El chico a quien siendo un jovenzuelo aún limpiaba los mocos y le tiraba, juguetón, las mejillas..

Pero en aquel instante, en aquella suite del hotel de la ciudad marítima de Jeju, no le parecía ni el vecino, ni el amigo del alma.

Sólo un joven muy apuesto.

Tal vez se debía a la intimidad. Al ver a Saeng moverse en la alcoba contigua. La puerta abierta le permitía verlo en pijama y bata. Descalzo por la moqueta violeta que cubría el suelo. Los cabellos ... ¡Diferente!

-Buenas noches, querido saengie -el se volvió.
-Oh..., no sabía que estabas ahí.

Y ató la bata rápidamente. ¡Aquel gesto...!

¿Qué le pasaba a él?

¿Era un sexualista infernal? ¿Un sádico? No, mil veces no.

Pensó en Kim kyu jong.

Pero la voz de Young saeng desde su alcoba le agitó haciéndole reaccionar

-Buenas noches, Hyunnie. Voy a cerrar la puerta, ¿eh?

Tenía una voz cálida. Hyun cerró los ojos.

Quiso imaginarlo y le dio miedo. Miedo. Más miedo que la tentación que sobre él ejercía Sarah Stark.

¿Estaba loco él?

¿Qué empezaba a pensar?

¿Es que deseaba a todas las personas que estaban así de cerca a él?

-Buenas -dijo, y después aún añadió, con voz tonta-: Puedes. Claro... que puedes.

Y se tendió en su lecho como si sobre aquél cayera un fardo.

Kyu jong.

Los ojos de Kyu al hablar de Saeng

Y Saengie era su esposo. No su pareja, por supuesto. Su esposo tan sólo. ¿No era suficiente?

¿Era una aventura? Claro que no.

Pero de repente él sentía que deseaba vivir... una aventura con Heo young saeng. ¿Estaba loco?

Apretó las sienes.

Incluso sin darse cuenta empezó a espiar los ruidos.

La carretera general por la que pasaban autos a velocidades raudas. Los ventanales abiertos permitían incluso oír lo que hablaban los viajeros que se detenían a pernoctar en el hotel. Pero aquello no llamaba su atención. En cambio, sí los de dentro, los de la alcoba contigua a la suya, separada tan sólo por una puerta sin cerrojo.

Los pasos de Saeng. Suaves, tenues, imperceptibles. El ruido del agua del baño. Después, los pasos otra vez. El ruido de la cama.

El crujido tenue... como de un cuerpo alado que cae sobre algo blando.

Cerró los ojos con violencia.

El quisiera amar a Young saeng.

Y lo amaba. Sí, sí, lo amaba. Todo lo engrandecia Young saeng. Le estaba ocurriendo a él algo que jamás le ocurrió. Como si en Saeng se recopilaran dos personas en una. Dos o tres. Él chico amable, cariñoso, sensitivo. Él amiguito del alma a quien se le podía decir todo. Y de súbito..., en aquel vecinit, surgía de repente un bello joven. Un joven distinto. Pleno de personalidad, de emotividad, de misterio. ¿No era Heo young saeng como un enigma? Y no debía de serlo. Se lo dijo cuando él le habló de la posibilidad de un matrimonio entre los dos. Un arreglo. Sí, sí, para él fue un arreglo. Al menos de momento, y en principio lo fue. Pero después, no. Claro. ¿Cómo podría serlo, si Saeng tuvo la valentía de confesar su amor?

Fue muy duro aquello, y muy raro y muy extraño, y muy ¿conmovedor? Sí, sí. ¿No conmovió todas las fibras de su ser? Las más dormidas, las más ignoradas, las más pasivas.

Se sentó en el lecho y pasó los dedos por el cabello.

¿Qué pasaría si él entrara en aquella alcoba y le dijera a Young saeng...? Le dijera: **Causas una inquietud indescriptible en mí. Es como mezcla de deseo, veneración, ansiedad..., pasión...**.

Estaría loco.

Totalmente loco.

Se dobló en el lecho.

Los ruidos subían aún de la carretera general. Se sentía cómo los autos aparcaban allí cerca. La voz del botones, de las gentes que llegaban. Pero era más poderoso el runrún de sus sienes.

Le estallaban.

¿Sarah Stark?

Qué raro, muy raro. Ni siquiera la recordaba. Se iniciaba su evocación en la mente, de repente en aquella persona de Sarah, con su cuerpo perfecto, cimbreante, pecador, surgía otro cuerpo. Otro cuerpo joven, otros ojos , otros cabellos... castaños.

Trató de dormir.

Nunca luchó tanto Kim hyun joong como aquella noche. Una lucha sorda contra el insomnio, contra miles de ideas que parecían barrerle el cerebro de momento y luego volverlo a llenar a borbotones.



Dime que no llegue tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora