Capítulo diecisiete

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(Lara)

Le entregué con rapidez la bolsa de marihuana a Alison, a sabiendas de que el idiota de Kayden ya lo había visualizado.

— ¿Qué...? —fueron sus siguientes palabras, por lo que pujé la espalda de la pelirroja ya que el dinero me lo había dado.

— ¿Viniste a que te dé una embestida con la motocicleta? —me burlé intentando cambiar de tema, cuando la compradora ya se había marchado— Eso va a ser mucho más divertido que arrojar barro en tu rostro.

— Y, ¿sabes qué va a ser más divertido? —una sonrisa se extendió por sus labios, amenazante— Delatarte con la jodida policía por vender drogas ilegales.

Presioné la mandíbula por su respuesta, un tanto sorprendida por las ingeniosas palabras que sus labios habían despedido.

— Lo cierto es que ni siquiera debería sorprenderme el hecho de que te ganes la vida de esa manera —continúo, dando unos pasos hasta quedar a pocos centímetros de mi cuerpo—. Tu personalidad va acorde con ese sucio trabajo.

Mis dedos se juntaron en un gran puño que contuve a ambos lados de la cadera, con deseos irrefrenables de golpearle el rostro hasta que cayera al asfalto totalmente inconsciente.

— ¿Vienes aquí para provocarme, Kayden?

— Yo debería hacer esa pregunta, ¿no lo crees? —un silencio recorrió el ambiente, con la mirada de ambos sin despegarse del oponente.

— Ni siquiera tenía idea que venías a ésta mugrosa universidad —solté con brusquedad, sin tener en mis planes encontrarme a ese gilipollas—. En realidad tenía pensadas otras maneras de joderte la vida, pero veo que encontré otro de tus puntos débiles —le dediqué una sonrisa, colocando las manos en los bolsillos de la camisa de jean—. Anotado en la lista.

Kay rió, negando con ambos brazos en jarras.

— No pude ser más ingenuo contigo, Tinke —elevó la vista, expresando en su mirada una gran tristeza—. Te ayudé en mi casa dejándome llevar por puros pensamientos estúpidos y también por la atracción física que sentí hacia tí, no lo negaré .Pero, ¿sabes algo? ; puedes tener una cara bonita, pero en personalidad eres una total mierda Lara.

Tragué saliva de forma seca al sentirme tan expuesta frente a unos ojos que poco me conocían ; para luego elevar mi mano a la altura del rostro de Kayden y abofetearlo de tal manera que su cabeza giró unos totales noventa grados.
De alguna manera logré sentirme mejor conmigo misma al hacer aquello, pero tras algunos segundos descubrí que lo que decía Kay no estaba alejado de la verdad ; sólo que una parte de mí no quería admitir que me había convertido en un...monstruo.

Un leve "Auch" se escapó de sus labios luego del golpe, al tiempo que frotaba con ambas manos aquella zona.

— No te atrevas a juzgarme sin conocerme, idiota —murmuré, con el entrecejo fruncido por la angustia que me habían provocado sus palabras—. No tienes una jodida idea de todo lo que he tenido que pasar.

Volvió la vista hacia mí, dejando que los brazos reposaran a sus espaldas.

— ¡Oh! Lo dice la chica que me juzga a mí por cualquier cosa.

Suspiré por el rumbo que estaba tomando nuestra conversación, posando la mirada de forma imprevista en su pómulo izquierdo el cuál se encontraba un tanto violeta. Y tenía presente que hace unos escasos minutos le había proporcionado una bofetada en aquella zona, pero jamás le dejaría tal marca en tan poco tiempo.

— ¿Qué te sucedió en la mejilla? ¿eh? —pregunté, con una risa de por medio— ¿A caso tu padre te golpeó por lo que hice en la ventana de tu hermosa casa?

Mi risa continúo de forma juguetona, llegando a imaginar una escena en la cuál Kayden era atracado en la ciudad. Pero al momento de hundirme en sus profundos ojos celestes su expresión era muy deplorable ; con los párpados en dirección al suelo y los nudillos rojizos de tanta presión, dándome así el indicio de que mi pregunta podría ser acertada.
Pestañeé repetidas veces aún con una parte de mí diciéndome que solo estaba mintiendo ; para luego, con la mayor lentitud de mi vida colocar la yema de mis dedos en su pómulo, percibiendo cómo mis latidos se aceleraban sin ningún motivo aparente.
¿Sus padres eran capaces de llegar a tal punto?

— ¿Fue por mi culpa? —dije en voz baja, rompiendo aquél silencio que se había hecho eterno.

Los párpados del castaño se abrieron, mostrando el dolor y la pesadumbre que llevaba por dentro con aquél simple acto.

— Solo...—las palabras de Kayden se vieron interrumpidas por una presencia repentina a nuestro lado ; por lo que ambos nos alejamos con la misma rapidez de un rayo.

— ¡Amigos! —exclamó Brett, con los labios entreabiertos al vernos a los dos charlando— ¿Se conocían?

Kay se colocó de perfil para que el rubio no divisara el golpe en su mejilla, y luego se alejó unos pasos de la escena caminando hacía la zona céntrica de Nueva York.

— Debo buscar a mi hermana—comentó, tras elevar su mano en señal de saludo y marcharse de forma rápida.

¿Kayden tenía una hermana?

— Eso si que fue extraño —susurró Brett de la nada, dirigiendo sus ojos hacía mí—. Llegué en un mal momento, ¿verdad?

Negué.
¿Qué diablos le diría? ¿qué su padre le había dado un golpe tras mi decisión de apedrear su ventana por pura venganza?

— No —le respondí sin vacilar, entregándole la mochila que sujetaba entre manos —. Cuídala como a tu vida,¿de acuerdo?

Brett soltó una carcajada, al tiempo que me colocaba el casco con las piernas ya al rededor de la motocicleta.

— ¿Crees que dejaré caer la droga al asfalto con facilidad? Oh no ; por si no tenías idea mi apodo es guardián —elevó sus cejas, resaltando la última palabra.

— ¿Brett guardián Baker? —reí, percibiendo cómo la moto se balanceaba por su peso a mis espaldas.

— Exactamente —dijo por último, con el motor comenzando a hacer el típico zumbido al encender.

— Creo que Brett Baker te hace ver más matón —le comenté en cuanto nos alejamos de la universidad, con aquella ventisca otoñal chocando en mi rostro que añoraba desde hace rato.

— Con el apellido de mi padre es imposible no verme como un jodido matón.

Aquellas palabras las había dicho con total desprecio que, en cuanto me topé con un semáforo en rojo me giré a observarlo.

— Quizá éso diga tu apellido, pero eres muy diferente al historial de tu padre, Brett —me volví al frente, con una mueca en los labios—. Hasta puedo llegar a creer que no eres parecido a él en absoluto. Me lo has demostrado.

Y para entonces caí en la cuenta de que...¿estaba siendo amable?

— Pero nadie lo sabe —murmuré a lo último, intentando seguir con mi estatus de muchacha sin sentimientos.

Pero un leve roce de unos labios en la nuca me sorprendieron, seguido de las manos de mi acompañante acomodándose en mis caderas.

— Gracias —y tras eso, el semáforo dió verde, con unas últimas palabras de Brett retumbando en mis oídos—. Pero aún así mis manos no están limpias, Lara. Y todo es gracias a mi padre.

— Yo tampoco las tengo limpias, Brett—respiré hondo, notando que faltaban seis manzanas para llegar a mi departamento—. Yo tampoco.

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¡No Grites! [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora