Capítulo treinta y nueve

403 42 6
                                    

(Noah)

Las palpitaciones de mi corazón se encontraban cada vez más aceleradas tras haber escuchado tal cantidad de disparos, comenzando a buscar por el suelo del automóvil blindado algún tipo de objeto filoso para defenderme de lo que sea que estuviese del otro lado. Más que claro fué que no encontré absolutamente nada, con un silencio un tanto estremecedor que me llevó a posar las pupilas sobre ambas puertecillas de la parte trasera del automóvil las cuáles se intentaban abrir por la persona que estuviese del otro lado. Por lo tanto me elevé del suelo para demostrar que no tenía miedo, con ambos puños unidos frente a mi rostro.
Sucediese lo que sucediese, al menos intentaría defenderme.

Las puertas cedieron luego de algunos segundos con mi respiración algo agitada, y los ojos nublados de forma exasperante. Pero al momento de observar a la persona que se encontraba allí entreabrí los labios al no creer quién era, dejando caer mis manos a ambos lados del cuerpo ; tan anonado y sorprendido que mi mente llegó a creer que era una maldita alucinación.

— ¿Rubia? —pregunté en voz baja, mientras Lara daba un rápido brinco para subir al automóvil y dirigirse a mi dirección con la misma expresión de felicidad que yo.

(Lara)

Lo único que logré hacer en aquél momento fué dedicarle una sonrisa, corriendo a su encuentro para lograr abrazarlo con toda la fuerza y el amor que había acumulado durante ese tiempo. Noah colocó su rostro entre mis cabellos con varias risas ahogadas tras recibir mi abrazo, sin lograr alejar por mucha distancia sus nudillos unidos por los grilletes de metal.

— Nunca creí que fueras capaz de algo así —me dijo al oído, con la voz tan crispada que logró que me dieran cosquilleos por todo el cuello.

Me alejé para observarlo al rostro con un poco de dolor en los costados de mi estómago por los golpes del día anterior, presionando contra la palma de la mano las llaves para abrir las esposas.

— Supongo que las personas hacen éste tipo de locuras por sus amigos, ¿no? —tragué saliva, sabiendo que había cometido uno de los más grandes crímenes de mi vida unos minutos atrás— Hasta los más atroces —agregué.

Busqué y sostuve entre mi mano libre las muñecas de Noah, para así liberarlas de los pesados grilletes para luego dirigirme a las de sus tobillos, y abrirlas con un suave movimiento que dió paso a un grave tirón en mi pierna izquierda.
Un leve gemido se escapó de mis labios tras colocarme a la altura de mi amigo, con sus cejas unidas por mi reciente quejido.

— ¿Qué te...? —comenzó a decir, pero sus palabras se detuvieron al divisar mi rostro con un grave golpe morado sobre la mejilla derecha. Por lo tanto, Noah procedió a tomar la visera y quitarla de mi cabeza, dejándome totalmente expuesta— ¿Qué diablos, Lara?

— Sólo...—tragué saliva con dificultad y verifiqué que no hubiera nadie a mis espaldas— Luego te explicaré todo, ¿de acuerdo? Nuestra única preocupación ahora es salir de éste maldito coche.

Mi amigo presionó sus labios, para luego asentir al saber que ya habíamos perdido mucho tiempo.

— Está... está bien.

Finalmente me volví con una gran exhalación de aire, colocando el fusil a la altura de mi ombligo tras salir por las puertecillas de metal. Noah me siguió sin agregar mucho más ; sabiendo que aún así el tema no tardaría en salir a flote.

Ambos franqueamos el automóvil policial para así dirigirnos al frente de éste, encontrándonos con Kayden arrodillado frente a los dos policías inertes que reposaban sobre el asfalto de la carretera. El castaño nos dirigió una mirada al oír nuestros pasos, deteniéndose en mí.

— Por suerte no los has matado —confesó, examinando por última vez al pelirrojo quién llevaba una herida de bala en la pantorrilla ; mientras su compañero había recibido una en el antebrazo.

— ¿Les diste la dosis? —pregunté, mientras se elevaba a mi altura.

Asintió.

— Estarán perdidos por al menos unos tres días.

Noah nos dirigió una mirada confusa a ambos, atontado.

— ¿Pero los dejarán vivir? ¿¡Están locos!? ¡Han visto sus rostros!

Le miré, elevando las cejas.

— Prefiero que me lleven a prisión con una sentencia de haber querido salvar a mi amigo, que la de recibir perpetua por matar a dos policías —me acallé, pero aún así agregué— ¿Lo entiendes?

— No podrás continuar viviendo en Nueva York si ellos quedan vivos.

— ¿Quién dijo que continuaré viviendo aquí?

Noah abrió los labios como recibimiento de su sorpresa, alejándome de ambos muchachos en dirección al coche.

— ¡Vamos! —tuve que gritarles al abrir la puerta del copiloto, ya que ambos se habían quedado tildados en el sitio del ataque.

Y vaya a saber lo que había estado pasando por sus mentes en aquél instante.

[...]

Tras haberle arrojado un par de prendas nuevas a Noah para que se quitara ese horrible atuendo naranja, éste comenzó a hacer las millones de preguntas que habían aguardado en su mente luego del enfrentamiento contra los policías ; provocando que una intensa jaqueca comenzara a hacerse presente junto con todos los demás dolores de mi cuerpo que no se extinguirían por un largo tiempo.

— ¡Detente Noah! —exclamé, no soportando ni un minuto más todas las palabras que salían de su boca— ¡Si continúas hablando te regresaré a ese endiablado automóvil blindado!

Mi amigo al fin se mantuvo en silencio, con una mirada dudosa pero rápida dirigida hacia mí por parte de Kay quién durante el viaje no había hecho más que conducir el coche y observarme con una mueca de vez en cuándo.

— Escúchame —continué, y me volteé en el asiento del copiloto para observarlo con ambas cejas presionadas—. Kay y yo esperamos a que Jacob nos avisara cuando el automóvil policial estuviera en marcha contigo dentro. El me especificó que si te sentenciaban te llevarían hacia el Centro Correccional de Westchester ; por lo tanto busqué los carriles por los que podrían ir junto con los puntos muertos en los cuáles fuera muy poco probable que hubiera gente y ¡Bingo!—respiré profundo, con sus ojos cafés fijos en mí— El resto fué simple ; los comisarios agonizantes me permitieron colocarles unas jeringas para dormirlos y luego Kay les dió unas pastillas para perder la memoria por un corto lapso de tiempo. Todo funcionó mejor de lo que creí.

Volví a colocarme contra el asiento, sabiendo que Noah había entendido el resto del plan.
Pero al parecer, no fué así.

— ¿Y ahora qué? —preguntó— ¿Cómo continúa el plan?

Me deleite por un momento con el hermoso celeste del cielo, sabiendo que todo cambiaría a partir de ahora.

— Kayden se quedará en Nueva York ya que no corre peligro por lo que no fué visto...—volví a voltearme para verlo a las pupilas por unos segundos que se hicieron eternos, con una mueca que demostró lo triste que resultaría mi respuesta— Tú emigrarás hacia México, y yo... yo volveré a Kentucky con mi familia.

Espero que les guste💕no olviden comentar y votar!

¡No Grites! [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora