Capítulo diez

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(Kayden)

En cuanto atravesamos la reja perimetral ; Caleb y Cloe se encontraban a mi lado manteniendo una conversación, dándome el tiempo suficiente para visualizar el sitio ataviado de personas las cuáles se dirigían con eufória hacia sus asientos bajo la luz de la luna y las estrellas, con un circuito de arena en el centro del estadio alumbrado por luces blanquecinas en cada extremo que llegaban a enseguecer a cualquiera.

— La fiesta se hará en el bar después de la competición —avisó Cloe cuando nos dirigíamos a nuestros asientos—. Ya que obviamente tengo que ver a mis amigos de Kentucky.

Noté cómo los puños de Caleb se presionaban, por lo que me adelanté a darle una palmada en la nuca entre leves risas.

— Deja los celos de lado idiota, o terminarás más rojo que un tomate.

El me dirigió una mueca con un leve "auch", llegando así a nuestras respectivas butacas rojas que se encontraban en primera fila.

— ¿Primera fila, Cloe? —pregunté, un tanto asombrado.

La castaña profirió una risita chillona, ocasionando que Caleb sonriera por aquello.

— Son mis amigos de la secundaria, así que como obsequio de cumpleaños me dieron estos asientos gratuítamente.

Elevé las cejas por la información, oyendo un estridente sonido proveniente de los altavoces los cuales dieron a entender que la competencia estaba a punto de comenzar.

—¡Allí están! ¡allí están! —la muchacha volvió a hablar, escuchando esta vez de forma mucho más clara la presentación de los corredores que no pasaban de ser doce muchachos— ¿Ven a los de la izquierda? ¿De casco rojo y verde? ¡Son ellos!

Visualicé a los motociclistas de los que hablaba Cloe, notando que en el tanque de gasolina ambos corredores llevaban escrito la palabra "Pierce" con gruesas lineas negras, que resaltaban entre los colores llamativos de la moto.
¿Sus apodos, quizá?

[...]

Con ovaciones del público la carrera finalizó. Siendo así que los amigos de Cloe terminaron en primer y tercer lugar.

— Ey, idiota —murmura Caleb en mi oído, cuando nos dirigíamos entre la multitud de personas a la salida—. ¿Puedes ir al baño por unos minutos?. Quiero darle el obsequio a Cloe antes de que comience la fiesta.

Asentí entre risas, alejándome de los chicos.

Caminé un largo tramo hasta llegar a los baños públicos. Hice lo necesario para que transcurrieran dos minutos y me adelanté a salir de aquel asqueroso sitio, no sin antes chocar mi hombro de forma brusca con un muchacho un tanto fornido que intentaba entrar al sitio.

— Ten mas cuid...—mis palabras se desvanecieron al mantener contacto visual con el desconocido.

Mi estómago se revolvió en segundos, mientras el castaño colocaba una de sus manos en mi brazo derecho para no arriesgarse a que me fugara.

El hermano de Tinkerbell.

— Tu eres el cabrón que estaba con Lara —Susurró, algo atontado por el encuentro.

— No... no se quién eres —le mentí.

Sus labios se presionaron y al instante hizo su aparición el otro gemelo, que nos observó con el entrecejo fruncido.

— Hermano...—con la voz algo crispada habló el que me mantenía aferrado— Es el.

Los dos muchachos se mantuvieron tiesos frente a mí, con una voz totalmente chillona interrumpiendo nuestra conexión de miradas furtivas.

¡No Grites! [REESCRIBIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora