Capítulo 14

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-Te otorgarán otro ángel

-¿Y tú? ¿Qué pasará contigo? Digo, ummm... Me refiero a que si ya no seguirás siendo ángel ¿qué serás?

-Tranquilo -puse mi mano en uno de sus hombros -yo estaré bien -busqué sus ojos con los míos -¿Confías en mi? -le sonreí.

-Si, confío en ti pero necesito saber que serás entonces ¿un mortal? -estaba ilusionado con pasar su vida al lado mio.

-No Raúl, tú esencia como mortal desaparece cuando mueres, no puedes recuperarla después de haber sido un ángel

-¿Entonces? -No podía decirle que desaparecería.

-Verás -busqué las palabras adecuadas -yo no existiré

-¿¡Qué estás diciendo Paloma?! -me gritó algo horrorizado.

-Si, ósea, no aunque seas ángel algún día me volverás a ver

-¿Y qué puedo hacer para evitar eso?

-Nada, ya es demasiado tarde, ni aunque pudieras dejar de quererme esto se arreglaría

-¿Pero por qué?

-Yo me enamoré de ti y eso está prohibido, ya te lo he dicho tantas veces

-¿Y si rompo yo contigo?

-¡No! Te quiero, además, sea como sea el comité de arcángeles se enterará y yo estaré en graves problemas

-¿Y no puede hacer algo tu padre para detener eso? Es arcángel ¿no? Él puede cambiar las reglas

-Él fue quien propuso esa regla ¿tú crees que la cambiaría? -arqueé una de mis cejas.

-Paloma, no te puedo perder, no ahora -tomó mi mano - ahora que estamos los dos juntos, que te puedo ver, que te comienzo a amar

-Raúl, yo tampoco quiero perder esta batalla, pero no, tú y yo no podemos romper una regla que está estipulada desde hace siglos, casi milenios

-¿Qué podemos hacer entonces?

-Nada, ya es demasiado tarde, creo que lo único que podemos hacer es disfrutar el tiempo que nos queda juntos ¿no crees? -le sonreí para posteriormente abrazarlo con todas mis fuerzas.

-Bien ¿y qué hacemos ahora?

-Creo que primero tienes que terminar de desayunar ¿no? -reí al ver que su sándwich estaba siendo merodiado por una mosca.

-¿Por qué lo dices? -supongo que vio mi expresión de gracia y por ello me preguntó.

-No quieres que alguien más se coma tu desayuno ¿o si? -señalé su plato.

-¿Qué? ¿Por qué dices es...? -ni siquiera pudo terminar de decir la oración -¡Hey! ¿Ves lo qué provocas? -me miró con un rasgo diferente en su rostro, era su lado bromista de nuevo.

-Creo que por eso no me gusta la comida de mortales -solo dije eso y me senté.

-A las moscas también les gusta nuestra comida, y perdón por lo que diré pero también son seres alados ¿por qué a ustedes no les gusta? Digo -mordió su comida -alguna vez fueron mortales ¿no? -habló aún masticando pero cubriéndose la boca con su mano izquierda.

-Si, pero, se vuelve, diferente -frunci el ceño, no estaba segura de qué esa fuera la palabra correcta.

-¿Entonces cómo sobreviven? -de nuevo sus ojos se iluminaron.

-Botaneamos, con polvo de estrellas o algunas pizcas de nubes, somos seres inmortales ¿recuerdas? -lo mire con algo de recelo, a veces envidiada que él fuera mortal y yo no.

-Bueno si, pero no sé, tenía esa duda -se sentó a mi lado -Alma...

-Raúl -jugueteé con el salero que estaba al centro de la mesa.

-¿Por qué cada vez que hablo sobre tu inmortalidad te pones así?

-¿Así cómo? -sabía perfectamente a lo que se refería, la cuestión era que los ángeles ni siquiera teníamos sentimientos destructivos, por lo cual era extraño que me sintiera así, triste.

-Sabes de qué hablo

-No, no sé de que hablas -no me atreví a mirar lo a los ojos, me sentía avergonzada por lo que estaba pasando.

-¡Claro que si! -alzó la voz -Paloma -su voz sonó más dulce -quiero entenderte - tomó mi mano.

-Quisiera ser mortal, como tú, para no tener que escondernos ¿sabes? Es tonto amar a alguien y no poder ser libre

-Somos libres -acaricio mi mejilla.

-Tenemos cadenas, la única forma de que tú y yo podamos estar juntos es... -me quede en silencio, no era bueno que supiera todo esto, de nuevo hablaba de más.

-¿Qué? Dime -sonó confundido.

-Que tú te convirtieras en inmortal antes de que la corte celestial sepa la verdad -solté eso sin pensarlo.

-Te amo -me dio un beso en la frente lo mire desconcertada, él planeaba algo y no podía descifrar sus pensamientos.

-¿Qué planeas Ortega? -busqué sus ojos -ni siquiera se te ocurra hacer una tontería

-Haría todo por ti -hizo una pausa y miro sus manos con culpa -hasta ser inmortal -me miro de nuevo.

-Raúl, eres mi protegido, obvio no te pondré en riesgo

-Tú no, pero yo si

-Soy tu ángel, puedo ver todos tus movimientos ¿recuerdas? -levanté una de mis cejas.

La mañana transcurrió normal, el medio día llego sin problema alguno, aunque realmente las cosas no marchaban muy bien que digamos, aún no podía procesar a la perfección los pensamientos de mi protegido, era diferente esta vez, sentía sus latidos en mi pecho como siempre que estaba a su lado, pero estaba vez los sentía más alejados, mucho más débiles.

-¿Te parece si vamos al intento de jardín que nos regala la terraza? -me propuso Raúl, yo estaba frente al televisor, realmente no estaba viendo nada, solo aparentaba.

-Si, me parece bien, pero ¿qué vas a hacer? ¿Regar plantas o tomar el sol? -reí, su jardín era muy pequeño, como había dicho solo era una pequeña terraza, pasto artificial, si acaso unos cuatro metros cuadrados, no había gran cosa que hacer ahí, pero aun así accedí.

-Y bien, cuéntame más -se sentó sobre el pasto húmedo.

-¿Sobre qué? -él a veces me confundía con sus preguntas.

-Sobre lo que decías en la mañana, eso de ya sabes, convertirme en inmortal -sus ojos relucían por el sol y mostraban su magnífica belleza y claro, sabía a dónde iban esas preguntas, por lo cual decidí pensar más allá.

-Ummm... Creo que me confundí, no me entendiste bien, me refería a que podrías ser inmortal y si no nos descubre la corte celestial tener una vida eterna juntos -me senté a su lado aliviada.

-Alma, yo realmente quiero estar contigo, pero no entiendo por qué me ocultas cosas ¿acaso tú no quiere pasar la eternidad conmigo tanto como yo lo quiero?

Tú, Yo y tu ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora