Capítulo 23

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El tiempo realmente se me hacía eterno, no sé qué haría cuando estuviera frente a mi padre o frente a Miguel o Víctor ¿qué pensarían de que ahora era un ángel caído? Quizá el primero, si, mi vida y mi inmortalidad han sido extrañas, primero especial, después mitad ángel y mitad mortal, ahora primer ángel caído ¿qué los títulos para mi existencia no iban a acabar nunca?

-Es momento -mis pensamientos se vieron perturbados por una voz cero familiar.

-¿Qué? ¿Llegó el crepúsculo?

-Si, me dijo la chica rubia -la seguí sin pensarlo, no quería arruinar su plan y que Raúl pagara mis platos rotos.

Todo el ejército hizo lo posible para entrar a mi mundo, esta vez se veía demasiada luz, me deslumbró ya que estar en oscuridad por tanto tiempo hizo que mis ojos se acostumbraran a una luz tenue...
Entramos a mi mundo, era obvio que Victor lo había visto, todos estaban a la defensiva, las tribus estaban organizadas en pequeños grupos, toda la aldea me veía a mi ¿por qué solo a mi? Yo no quería hacerles daño, solo quería liberar a Raúl, solo por él hacia esto, por no verlo sufrir, ni verlo rechazarse ni aborrecerse por ser un demonio.

-¿No te quedó claro que no debías regresar? -mi padre dio un paso hacia el frente.

-No, no me quedo claro, me rompiste las alas y el orgullo pero no mis fuerzas, ¿quieres qué te vea como mi papá o cómo me viste tú? Como un simple ángel de tu aldea, dime, y piensa bien tu respuesta porque la que estás a punto de darme es la equivocada -alce una ceja.

-Haz lo que quieras Paloma

Paloma, símbolo de paz, sólo eso se puede escuchar en este infinito silencio, Paloma, todos esperaban mucho de mí por ser la hija del arcángel más poderoso, pero no pude cumplir esas expectativas, lo tire todo a la basura, rompí la proyección y planes que habían hecho por y para mí, desde un principio supe que no había nacido para ser uno de ellos, un ángel, si no pude cuidar de mi ¿por qué pensaban que podría cuidar de alguien más? ¡Ah! Ya sé era la primogénita debía comportarme como tal, cumplir con los mandamientos:

Hacer feliz a tu protegido durante su infancia, pero solo mientras pueda verte.

Velar por tu custodio, no dejarlo solo por ningún motivo, menos cuando sean tiempos de guerrillas.

No revelar nuestro secreto.

Mantener a salvo a las tribus cuándo ocurra una guerra entre mundos.

Obedecer las reglas, en especial la principal: No enamorarte. Si lo haces la corte celestial tomará represalias en contra de quién cometa el error y afecte lo que estipulan las leyes celestiales.

Rompí una a una, como una cadena, todo se salió de control y eso no me trajo buenos resultados.

-¿Qué haces acá Paloma y cómo uno de ellos? -Miguel parecía confundido.

-Vine a defender a mi protegido, a cumplir los mandamientos que desigan la corte celestial

-Eres libre ya no tienes por qué cumplir con reglas

-Amo a Raúl ¿no por él deje de ser ángel? Lo voy a defender hasta la muerte

-¿Vas a pelear? -me preguntó Victor.

-Tengo qué, lo siento -retrocedi hasta donde estaba mi nuevo ejército.

Mi padre nunca me había dejado pelear por lo cual no sabía exactamente como eran las guerras de este tipo, eran desastrosa, de proporciones increíbles, no me gustaba morder las manos que me dieron refugio y un hogar después de la vida humana, pero mi amor por Raúl y mis ganas de volver a ver sus ojos y sentir su corazón latiendo en mi pecho podían más.

-Papá, no voy a hacerte lo mismo que yo, porque soy Paloma, símbolo de paz ¿recuerdas?

-Vámonos ya Paloma -me dijo Daniela -Víctor accedió a ayudarnos y yo te voy a ayudar a ti con Raúl, pero hay que irnos ya

Miré por última vez a mi padre, casi derrotado, me daba tristeza verlo así pero no podía hacer nada por él, por lo cual decidí aceptar lo que me dijo Daniela y aprovechar la oportunidad para ver a Raúl lo más pronto posible.

-Victor, gracias -le sonreí -¿ves mi destino al lado de Raúl? -sonreí.

-Hoy si, pero tienes que correr, quizá después sea demasiado tarde -me dio terror lo que dijo, perderlo no era una opción.

-Gracias -Daniela parecía otra de cuando la conocí.

-Te voy a extrañar -dijimos al unísono Víctor y yo, parecía que está era la despedida.

-Daniela, tenemos que irnos ya, antes de que se cierre el portal, además muero por ver a Raúl, quién sabe desde cuando no lo he visto

-Esta bien, vamos

Daniel, Victor y yo nos despedimos al borde del portal.
Daniela me ayudo con la promesa que me habían hecho a cambio de que peleará, Raúl era libre de su condena a partir de hoy.

-¿Si me vas a permitir romper las reglas?

-¡Pero si de eso vivimos niña! -me expresó con alegría.

-¿Entonces si puedo verlo? -dije ilusionada.

-Ve, pero que no te descubra uno de los encubiertos -sonreí, sabía que se refería a Luis y a todos sus amigos y compañeros de tribu.

-¡Gracias!

Al igual que en mi mundo, aquí había un portal que me llevo a las afueras de la Ciudad, caminé entre todos como una simple mortal hasta llegar al edificio donde vivía Raúl, su moto no estaba en el estacionamiento, pero aun así tenia esperanzas, toque la puerta pero nadie abrió. La situación me hizo recordar lo que dijo Víctor, podía ser demasiado tarde...

Tú, Yo y tu ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora