Capítulo 18

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En el fondo sabía que si la corte celestial llegara a saber que me relacione sentimentalmente con mi protegido seria desterrada y solo hay dos cosas que pueden pasar, desaparecer de tono plano espiritual o ser un ángel caído.

Después de que le expliqué a Raúl lo que verdaderamente era, ninguno de los dos dijo nada, solo nos recostamos sabiendo que ninguno podría dormir; lo que quedó de la noche fue triste, aunque esas horas nos la vivimos abrazados, era diferente, no había calor de por medio, ya no existía un corazón que llenara con sus latidos mis noches vacías, todo había terminando. Raúl había terminado con su vida a los 26 años, tenía planes, sueños, ilusiones; yo sabía todo de él, quería terminar su especialidad, quería una boda perfecta, un hijo, una familia y yo se lo quite todo.

-Raúl, toda la noche estuve pensando y creo que no es buena idea que me quede aquí - lo mire a los ojos, éstos ya no eran tan oscuros como ayer

-¿Qué dices?

-Tú eres independiente desde ayer, ya no me necesitas y será mejor que de una vez comencemos a olvidarnos, porque la vida eterna no es tan buena como crees

-Paloma, por favor quédate conmigo - me tomó la mano.

-No hagas esto más difícil por favor - cerré los ojos intentando no ver como suplicaba.

-Te necesito a mi lado

Sentí sus labios sobre los míos, en un beso apasionante, por más que intentaba separarme era imposible, sus besos eran como un hechizo.
Cuando por fin logré romper con ese beso lo mire de nuevo a los ojos y como pude logré articular lo siguiente.

-Raúl, mi Raúl, cuando me di cuenta que estaba enamorada de ti, lo único que buscaba era que los dos fueramos abrasados por las llamas del amor, pero terminamos siendo solo cenizas y yo no quiero esto para ti - le di un último beso y di algunos pasos hacia el espejo que se encontraba al lado de la puerta.

-¡Te dije que no! -sentí como me tomo de la muñeca y me jalo de vuelta a él -esto no termina hasta que yo lo diga - sus ojos oscurecieron, eran tan negros como ayer cuando despertó y al mismo tiempo sentí el peligro cerca y no me basto ni un solo segundo para saber porque tenía esa sensación, los golpes contra la pared me hicieron sentir aturdida pero segura de que mi sensor del peligro funcionaba perfecto.

-Raúl ya basta -le pedí -¿Ves cómo si estás convirtiendo te en un demonio? -parece que mis palabras lo hicieron enfurecer, ya que solo sentí el impacto en mi espalda mientras el crujido de los vidrios al caer al suelo inundaron mi sentido auditivo.

Con la fuerza que me quedaba me moví un poco, claro, apretando con mi mano la parte de mi cuerpo que más dolía, mi espalda, además me preocupaba ese dolor por mis alas, podrían estar heridas. A gatas me dirigí a la recámara, el espejo del baño era el portal principal, si él lo rompía no podría volver jamás a mi mundo.

-Paloma, soy un tonto perdóname, yo no quería -me tomó del brazo, pero yo me aleje.

-No me toques -dije con miedo en la voz.

-No sabía que los ángeles sangraban

-Yo menos, me di cuenta hace poco - como pude me levanté y con algo de estrategia continúe con la platica para que no se diera cuenta de mi objetivo, llegar a mi mundo y cerrar el portal.

-¿Quieres qué te ayude?

-No, iré al baño a limpiar me ¿si? - logré llegar al baño con esfuerzos, pero no todo salió tan bien, Raúl aún me seguía - Perdón por esto - le di un último beso, mala idea, se dio cuenta que pretendía escapar, por lo cual los dos comenzamos a forcejear. En el forcejeo atravesamos el portal y de un momento a otro terminamos en mi mundo, impactando sobre las nubes. No recordaba que hoy era el aniversario de mi padre, todos los ángeles estaban en el castillo, a unos metros de dónde habíamos caído; solo escuchaba murmullos y expresiones de horror.

-Raúl vete antes de que quieran matarte -le dije en voz baja.

-¿Por qué sangra? -esa voz era tan conocida que podía apostar que era Miguel.

-¿Estas bien niña? -me preguntó Luis, él a diferencia de Miguel no parecía sorprendido.

-¡Viene con uno de ellos y le hizo daño! -grito una voz poco familiar.

-Atrapen lo, no dejen que se escape -ordenó mi padre, todo esto estaba pasando tan rápido que no tenía noción realmente.

-Te dije que esto iba a terminar muy mal Paloma -era la voz de Victor -te advertí que no lo trajeras, los de alas negras lo querían en su poder y lo lograron ¿qué vas a hacer ahora? Digo, antes de que se enteren que él es Raúl, tu protegido y que además te enamoraste de él

-Victor, por favor ayúdame, tienes que sacarlo de aquí - le suplique mientras nadie nos observaba.

-Es demasiado tarde, será mejor que te olvides de él -miro hacia el frente, yo imite su acción y me di cuenta que lo habían capturado.

-Ayúdame, tú ves el futuro, por lo menos dime ¿él estará bien?

-Paloma, no seas ingenua, es un demonio en mundo de ángeles, por siglos hemos querido terminar con esa plaga ¿tú realmente crees que lo dejarán ir?

Víctor tenía razón, era tonto de mi parte pensar que lo dejarían ser libre, y menos después de lo que me había hecho, aunque después de todo yo terminaría ayudándolo, pero ¿sería demasiado tarde cuando yo pudiera hacer eso?.

No sé cuanto tiempo he pasado aquí encerrada, ni que ha pasado con Raúl, sigo buscando respuestas, pero me es imposible, mi padre me tiene encerrada y no me deja salir, he buscado mil formas de salir de aquí, pero aún no lo logro, de Miguel y Victor no sé absolutamente nada, se suponía ellos ayudarían a Raúl mientras yo escapaba, no lo he logrado, y no los culparía si ellos fracasaron en mi encargo. Solo tengo una cosa más que agregar:
Los cuentos de hadas no siempre tienen finales felices.

Tú, Yo y tu ángel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora