V. Routine and strange behavior

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Guren y Shinya se habían comenzado a acoplar a una rutina que seguramente les hubiera parecido fuera de lugar hace tiempo, ahora que se encontraban a cargo de un niño no se veía tan lejana, Yūichirō disfrutaba de los días al cuidado de Mito, mientras ambos hombres trabajaban y por las tardes el Hīragi invadía el apartamento de Guren y mimaba al pequeño de orbes esmeraldas, claro que el azabache mayor no hacía más que quejarse de la molestia que se veía obligado a soportar día con día tanto en el trabajo como fuera de éste, era su propio martirio personal.

—Estúpido Shinya.

La mueca dolida de su acompañante fue lo único que alcanzo a ver, para aquel de ojos zafiros todo era una broma o eso creía Guren, claro que no estaba al tanto de que aquel del que se quejaba era quien se tomaba las cosas con más seriedad, quien les daba más importancia y quien se preocupaba más por ellas, por eso en parte fue que llegaron a aquel punto, todo a su alrededor había cambiado de tal forma que sin darse cuenta habían formado una rutina, en el trabajo y en la casa, era de lo más normal ver a cierto albino preparando el desayuno en la residencia Ichinose.

—¿Ahora qué hice Guren?

—Existir, eso haces.

La estoica expresión de Guren aquella mañana había sido reemplazada más por una mueca enfadada que nada, era muy temprano para enojarse, así que Shinya se lanzo sobre el cuerpo impropio y oculto su rostro en el cuello de su compañero como muestra de un afecto amistoso, fue una sorpresa que Guren sólo se tensará, no se movió, no refunfuño, siquiera lanzo algún insulto impropio algo, sólo se dejo abrazar. Extraño comportamiento el del azabache.

El trayecto al trabajo fue silencioso, Shinya había preparado el desayuno como era costumbre ya, había llegado al departamento contrario temprano y puso manos a la obra, pero Guren parecía haberse quedado inmerso en sus pensamientos, más bien ambos hombres se habían perdido en sus pensamientos se habían extraviado vagando en aquello que los aquejaba junto a su termo lleno de café, ambos bebieron e hicieron una mueca, habían intercambiado café, una risa nerviosa se escabulló entre los labios del ojizarco.

—Lo lamento me equivoque, tu café es demasiado dulce...

—Y el tuyo está tan amargado como siempre.

Cambiaron sus recipientes y volvieron a centrarse en aquella atmósfera tan característica de ellos que se había casi desvanecido, ahora claro se encontraban en una burbuja de tensión e incomodidad, Shinya río con soltura.

—¿Y ahora de qué rayos te ríes?

—¿Sabes por qué me gusta el café tan amargo Guren?

—¿Por?

—Kureto bebe así el café, me acostumbre.

Guren bufo.

—Además es lindo porque me recuerda a ti.

La cara del azabache se calentó y desvío la vista, por suerte ya casi llegaban y al llegar debido a que Shinya tenía una considerable cantidad de trabajo pendiente tomó de inmediato su camino y se separo del contrario, Guren autn podía sentir el calor asentado detrás de las orejas.

Guren suspiraba, suspiraba demasiado, inclusive el se desespero del constante aire que escapaba cansino de entre sus labios, desde hacia unos días sus pensamientos le hacían sentir extraño, incómodo, era simplemente exaltante, se había descubierto a sí mismo mirando las definidas facciones de la cara de su amigo, su nariz, sus brillantes ojos azul claro, su estúpida sonrisa y las sedosas hebras de su cabello, además le encantaba su voz, claro que sus conversaciones eran demasiado irritantes, pero más bella era su sonrisa, aquella que era sincera.

Textos『Gureshin』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora