XXI. You plague me too

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"—Déjame contarte un secreto. Yuu-chan jamás dejó de pensar en ti..."

¿Qué haría él con aquello? Las palabras de Shinya taladraron su cabeza, una y otra vez como un coro dedicado a martirizarle, la agonía en carne personificada a través de su culpa, Mika desesperó, y golpeó nuevamente su puño contra la pared, había estado hablando con el mayor general Hīragi acerca de su pecado resplandeciente de ojos verdes, al inicio no quiso más que correr por Yuu-chan y arrebatarlo de los brazos del ejército japonés, luego vino el trago amargo de culpa cuando veía el vitalicio resplandor en su rostro cada que sonreía.

Y ahí estaba él, Yūichirō Ichinose iluminado bajo la luz tenue de las lámparas, rodeado de un séquito desconocido para el rubio, aunque por lo que juraba Shinya, ellos debían ser los amigos de Yuu-chan, quien sonreía levemente sonrojado a causa de la falta de aire, su risa tan armoniosa como la recordaba, nunca la olvidó, él azabache no sabía que Mikaela estaba en esa sala junto a él, aunque si se hubiera dado el tiempo de mirar a su alrededor en vez de estar molestando a Kimizuki, seguramente estaría congelado, habría sido imposible no reconocer las brillantes hebras rubias y los ojos increíblemente azules de Mika.

Ese día era la gala en honor de los vampiros. ¿Quién diría que alcanzarían la paz?

Ah, la ironía, en verdad era como un acosador, o eso le susurraba su sentido común al percatarse de que a pesar de estar al otro extremo de la habitación no despegaba su vista del contrario. Vio como Yuu tomaba pequeños sorbos del vaso de vidrio en su mano enguantada, ¿acaso era posible verse tan adorable con un traje? La respuesta común sería no, la sincera era sí, casi por acto de reflejo Mikaela bebió igualmente de la copa entre sus dedos, con esa manera elegante que fue uno de los pocos vestigios de buen gusto que le dejó su convivencia con Ferid, era un baile de máscaras y podía ver a todos bailar y convivir, pues a pesar de estar en paz, las personas aún no aceptaban su más reciente alianza precipitada, ¿qué mejor forma de evitar conflictos que olvidándose de su identidad por una noche? Suspiró frustrado, lo único que dejaba visible su máscara eran sus labios, barbilla y sus mechones rubios, pero Yuu, o... él dejaba ver sus brillantes gemas verdes y su mentón definido, su antiguo compañero bebió otro trago de lo que el juraba era jugo de uva, poseído por una fuerza invisible Mikaela inclinó de igual forma la copa de champagne contra sus labios, el escozor cálido en su garganta confirmándole una vez más que no era ninguna clase de sueño.

Bebían alegremente del vaso, tan cerca, pero tan alejados, paralelos, cual dos estrellas binarias, atrayéndose entre sí, bebían alegremente de sus respectivas cristalerías porque la belleza resplandecía: que la hora efímera se embriague de deleite. Mikaela seguía bebiendo de su copa con el dulce estremecimiento que provoca la frustración puesta dentro de sus ojos que omnipotentes le atravesaban el corazón.

Música comenzó a sonar, alta y avasalladora, una voz alta y profunda, todos comenzaron a reunirse en el centro de la gigantesca sala, esclavos del furor armonioso, las damas pululando alrededor, a la espera de quien les sacase a bailar.

—¿Qué haces aquí tan solitario? —Un susurró cálido contra su oreja, se estremeció, como un ladronzuelo atrapado en el acto, reconocería aquella voz en cualquier lugar, después de todo había estado con él los últimos días.

—... Shinya-san —Una corriente eléctrica atravesó su espalda tan rápido como una daga que atraviesa el aire, ¿acaso le había descubierto en su inaudito acto embelesado? Bueno... hasta que reflexionó lo dicho, por el contrario—. ¿Qué?

—La canción Mika, es sobre buenos amigos y los viejos tiempos —El rubio tragó saliva, nervioso, veía la sonrisa radiante en el rostro del mayor, aunque debía admitir que le tomó desprevenido, a fin de cuentas, la última vez que vislumbró a Shinya entallado con su traje blanco, y, su máscara a juego con detalles azules, estaba jugueteando con el teniente coronel en una zona un poco apartada del bullicio de la fiesta, Shinya le arrebató la copa de champagne, ahora vacía de entre sus dedos, para sustituirla con otra llena de líquido rosado y aroma dulce—, es italiana, una bella pieza si me permites decirlo...

Textos『Gureshin』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora