Shinya preparó la cena.
El albino esperaba con el corazón en vela la llegada del Ichinose con quien había quedado para discutir, su pecho estaba agitado por la incertidumbre, retumbando como el incesante repiqueteo de los tambores en los desfiles tan alto que sus oídos zumbaban, Shinya estaba feliz, gracias a su último incidente con Guren sabía lo que el azabache sentía por él, sabía acerca de aquello que tan celosamente el bello hombre de ojos violetas guardaba en su corazón falsamente recubierto, sus zafiros destellaron, extasiados, con una ansiedad febril carcomiéndole. Si bien el Hīragi sabía cómo se sentía Guren, el susodicho no sabía que él lo sabía. Bienvenidos a juegos mentales.
Shinya no quería hacer la espera del de tez bronceada muy extendida, de verdad que no, después de todo él había estado en el lugar contrario, deshaciéndose en suspiros y preguntándose cuál sería su respuesta y siendo sincero era un suplicio aborrecible, no quería que Guren sufriera, no así. Por eso esperó, sonriente, esperanzado, con ansias suficientes para hacer a su cuerpo temblar en expectación. La espera no fue tan mala, el preámbulo de algo que muy posiblemente fuera la mejor noticia de su vida tal vez, sus ojos brillando de emoción mientras sonreía para sus adentros, la deliciosa esencia del amor le nublaba los sentidos porque, estaba enamorado, ¿hace cuánto? Eso verdaderamente no importaba, pero todo daba vueltas, subiendo y bajando como una montaña rusa, a esa gran velocidad...
Guren estaba nervioso. Sus manos sudaban, su corazón retumbaba fuertemente contra su pecho y tenía ganas de vomitar, era horrible, pero tampoco es como si le pudieran culpar de algo, él no era de momentos cursis, tampoco era fanático del romance, hasta hace poco pensaba que moriría solo por dios, luego llegó cierto Hīragi de cara estúpidamente atractiva a poner su mundo de cabeza, cerró fuertemente sus párpados y llamó a la puerta, casi de inmediato está se abrió, dejándole ver a Shinya, con una camisa de vestir blanca arremangada, cubierto de sudor y despeinado, costaba admitirlo, pero era caliente.
—¿Qué carajos te paso? —Vio al ojizarco titubear, sonreír de esa manera nerviosa que sólo él conocía, frotó sus manos entre sí y se rascó la nuca.
—Um, estaba nervioso... —Eso no resolvió su pregunta en realidad sólo le dejó más dudas al azabache, pero era lindo, demasiado tal vez.
—¿Y? —Su voz resonó, provocadora e incitante, retándole a decirle algo seguramente embarazoso, o eso creía.
—... Golpear un sacó de boxeo cuando estoy nervioso es tentador —La respuesta llegó, lenta y cuidadosa como si midiera sus palabras, eso explicaría el sudor que cubría como un velo la piel clara del albino.
Shinya estaba nervioso, Guren igual, ambos sabían qué sentían, aún mejor, ambos sabían cómo se sentía el contrario al respecto, pero seguían ensimismados en pensamientos represivos, jamás les costó relacionarse como amigos, en cruzar de poco esos pequeños límites, pero a no todos les es fácil el cambio, en ese momento, fueron aplastados por la sensación, se volvieron pequeños y vulnerables ante algo tan grande como lo es el amor, no sabían expresarse en sí.
En ese momento se transformaron de nueva cuenta en esos adolescentes inseguros a punto de confesarse a su primer amor.
—¿Quieres pasar? —Guren estaba petrificado, recién caía en cuenta de que él y el Hīragi habían estado quietos bajo el umbral de la puerta, mirándose uno al otro en un silencio total y desentrañando los misterios que con tal recelo guardaban sus irises.
—Tardaste —susurró Guren en un reclamó que falló en sonar enfadado, tal vez avergonzado. Era una situación complicada.
Cenaron, dentro de una pequeña burbuja de calidez y bromas de vez en vez, sonrisitas, pestañeos, coqueteos, una vez habiendo superado la rigidez con que comenzó su estupenda velada todo se volvió más sencillo, ameno. Guren se distrajo por estar insultando, al contrario, los fideos cayeron sobre él y Shinya se rió, fuerte y estruendoso, una carcajada seca que resonó por toda la habitación en un eco frustrante.
—¿Divertido? —Tono ácido, crítico y enfadado, Shinya creyó haber cabreado al contrario de nueva cuenta.
—...No —Estaba temblando, Shinya comenzó a temblar debido a la carcajada que estaba reprimiendo, pero debido a su total transparencia el Ichinose no tuvo que ser adivino para saber lo que pasaba, aunque una idea aún más divertida estaba dando vueltas en su cabeza, con una inusual sonrisa mostró un pequeño hoyuelo. Shinya dejó de reír ante semejante anomalía, después estaba cubierto de fideos.
—Eso es jugar sucio —El ojizarco se quejó, torciendo la boca como un niño pequeño y finalmente dándole un trago a su refresco.
—Parece ser que no es lo único sucio —Ante eso, Shinya se ahogó, bien, tenía que deshacerse de mucha basura mental porque eso estaba fuera de contexto.
—¿Qué?
—Tú camisa, es un desastre —Totalmente fuera de contexto, pero Shinya se negó a hablar—. Vamos, ¿te enojarás porque volví de tu camisa un desastre?
—Tú eres un desastre Guren.
—¿Ah sí? ¿por qué? —Shinya asintió levantándose de su lugar con el vaso de soda en mano y abrazando al azabache por la espalda.
—Porque... —susurró siseante contra el oído contrario, después tiró su soda sobre el cabello contrario—, ¿ves? Desastre.
Continuaron peleando, lanzándose el resto de la cena y tirándose lo que quedaba del refresco encima para terminar peleando entre risas en el suelo, finalmente se detuvieron, respirando de forma errática, sus espaldas contra el suelo mientras miraban al techo en silencio.
—Fue la peor cena de la existencia —susurró Shinya, el Ichinose se alarmó—, pero hasta ahora mi mejor cita.
—Idiota.
—¿Eh? ¿ahora qué hice? —Guren le dio un zape, enfurruñado por su imaginación tan fatalista.
—Me asustaste.
—Eres tan lindo Guren.
—Cállate.
—Pero es cierto.
—Tanto como que no eres molesto.
—Aww, que lindo.
—Vete a la mierda.
—Sólo si vienes conmigo —Su garganta se cerró, ¿de dónde había salido eso?
—¿De qué hablas ahora Shinya?
—Me gustas —maldición, estaba feliz, sí, pero, es que jamás pensó llegar tan lejos, sólo era el shock...
—...A mi también —escuchó otra pequeña risilla, suave y constante.
—¿Qué es tan gracioso?
—Somos un asco en esto.
—Sí... —murmuro Shinya con una sonrisa—. Apestamos.
Era una buena vida.
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Textos『Gureshin』
Fanfiction[Owari no Seraph/GureShin] テキスト | Guren Ichinose y Shinya Hīragi se gustan entre sí, pero están tan ocupados en sus deberes que son lo suficiente estúpidos como para dejarlo pasar e ignorar las señales, hasta que sus sentimientos desbordan y su ami...