7. ¿Bailamos?

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 22 de agosto.

 Me levanté de la cama alterada, un sueño o más bien pesadilla se había apoderado de mí aquella noche. Hacía mucho que no me pasaba y casi siempre que me pasaba era porque algo malo iba a suceder.

 Mientras me duchaba, me vino a la mente la escenita absurda entre Owen y yo de anoche y no pude evitar reírme en alto.

 ¿Quién me iba a decir que alguien como Owen iba a besarme para comprobar si nos gustábamos? Realmente absurdo.

 La verdad es que no estaba enfadada, no me había importado y visto lo visto tampoco iban a cambiar las cosas entre nosotros.

 La mañana transcurrió tranquila, era viernes así que mamá no estaba en casa por la mañana, al igual que los sábados. El domingo era el único día que no trabajaba.

A las seis de la tarde yo y mi madre cogimos nuestras cosas y salimos de casa.

-¿A qué hora terminan las clases? -Preguntó mi madre en el coche de camino a la escuela de baile.

-A las 9, puedo ir en bus si no puedes venir a por mí.

-Si puedo ir a por ti. Por cierto, vamos a cenar a casa de los vecinos. -Me miró un segundo sonriendo cálidamente, como suelen hacer las madres y luego volvió a fijar la vista en la carretera.

-¿A casa de Owen? Y ¿por qué? -No sé por qué pero soné demasiado alterada.

-Porque ayer conocí a su madre Nora, estuvo en casa tomándose un café y la verdad que es muy agradable. Me dijo que hacía tiempo que no vivía nadie en nuestra casa y se alegraba de tener por fin a nuevos vecinos. Asique quiere presentarnos a su familia y conocernos a nosotros. ¿Te molesta que vayamos?

-Que maja, me alegro de que hayáis hecho buenas migas y no, no me molesta, al revés, me llevo bastante bien con Owen, el mayor de sus hijos. -Me giré para apoyar mi cabeza en el cristal de mi ventanilla y así que no me viera sonreír como una idiota. Todavía me venía a la cabeza la escena de ayer.

-Sí, la verdad que no me vendría nada mal tener una amiga fuera de mi grupo del trabajo. Además si tú ya conoces a su hijo pues nos lo pasaremos bien. –Dijo entusiasmada.

-Tienes razón. -Me limité a decir.

Envié un rápido whatsapp a mi hermana:

Tú, cara culo, esta noche más le vale venir a Dean. Tenemos cena con los vecinos y ya sabes lo coñazo que suelen ser (para ti) si no está tu novio. ;)

Un minuto después me llegó un whatsapp, pero no de Zoe, sino de Dean:

Casi haces llorar a tu hermana jajajaja estaré allí, no te preocupes. No le digas que te he contestado, que me mata. Todavía sigue maldiciéndote por los pasillos.

Contesté rápidamente:

Bua, tengo la hermana menos bromista de la historia, no sé cómo la soportas. Luego te veo homo erectus. PD: Ten cuidado con la fiera.

Homo erectus, así le solía llamar yo de forma cariñosa. Le llamaba así desde el año pasado, todavía no nos llevábamos mucho, pero a partir de ese día las cosas cambiaron.

Mi hermana me invitó a ir a un museo arqueológico con ella y con Dean –raro de ella, lo sé- porque hacía mucho tiempo que queríamos visitarlo. Al principio Dean estaba muy cortado, pero en un momento que mi hermana se fue al baño y me quedé con él, uno de los guías del museo que estaba con un grupo cerca de nosotros, soltó “homo erecto”, en vez de “homo erectus”. Imaginaros nuestra cara en ese momento y la carcajada que salió por nuestras bocas. Entre risas fuimos haciendo bromas y en ese momento nos dimos cuenta de lo bien que congeniábamos. Dean tenía el sentido del humor que a mi hermana muchas veces le faltaba, y yo estaba encantada.

Llévame hacia ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora