En tu búsqueda

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Finalmente, los dos policías no habían dormido mucho, no podían evitar pensar sin cesar en lo que Emma podría estar viviendo. Y si fueran completamente honestos, no lograban decidirse cuál de los escenarios que se habían imaginado era el peor...¿Encontrar el cuerpo de Emma sin vida, abandonado vulgarmente en el bosque o encontrar a Emma mutilada y torturada, golpeada con violencia por un psicópata sin escrúpulos?

En cuanto un rayo de sol atravesó la ventana de la comisaria, David se había levantado inmediatamente, no deseando perder un minuto más combatiendo sus negativos pensamientos. En ese momento preciso, habría dado todo por estar en lugar de su amiga...Poco le importaba las bárbaras condiciones que eso supondría. Sin haber pegado ojo en toda la noche, se concedió el placer de prepararse un café negro e hizo lo mismo para su colega que seguramente estaría en su mismo estado. La falta de comodidad de las camas de las celdas era tal que David casi se sintió culpable por embarcar a Graham en sus historias.

En el gran panel de corcho que se erigía en el despacho de su colega, David había comenzado a colgar los pocos elementos que habían podido recolectar. En el centro de este se encontraba la carta de Emma, pinchada con una chincheta rojo intenso. Una línea del mismo color trazaba el recorrido de la rubia antes de su partida. En una hoja blanca había sido escrito en letra mayúscula «MILLS» decorado con un enorme signo de interrogación y que había sido pinchada en la parte superior izquierda del tablón, el sitio más vacío de este. La línea continuaba sobre otra hoja donde estaba escrito «¿Encuentro con August?», después «Granny» y «Florista» antes de acabar con una última palabra «¿Dónde?»

Había que rendirse a la evidencia: los indicios eran pocos y nada explotables. Siguiendo lo que había escrito Emma en la carta, David había intentado encontrar la cronología de los sucesos el día de su marcha, sin lograr llegar a un resultado fructífero. No estaba seguro de nada y comenzaba visiblemente a perder la paciencia mientras Leroy seguía recopilando las cámaras de seguridad.

Sin embargo, todo se aceleró cuando el susodicho llegó a la comisaria con los valiosos videos. Humbert finalmente se había despertado y le había dado las gracias y recordado que eso era estrictamente confidencial y que nadie debía estar al corriente. El hombre se había conformado con asentir antes de preguntar de qué estaban hablando, como si deseara mostrar que era leal.

Los dos hombres, entonces, se concentraron en las cámaras de vigilancia que estaban situadas en la calle de la señora alcaldesa. Vieron a Emma salir de la mansión a las 07:54 y cuando David vio la sonrisa que enarbolaba la rubia en ese momento, sintió las lágrimas aparecer en sus ojos. Al verla, viva, delante de sus ojos...Y tomar consciencia de que esas imágenes databan de hacía dos meses.

De esa manera siguieron a la rubia durante toda su mañana en cada mínimo detalle. Con cada nueva información, imprimieron una foto para añadirla al panel que comenzaba a llenarse considerablemente.

Los dos colegas constataron que el callejón donde seguramente había tenido lugar la confrontación entre el secuestrador y la rubia no formaba parte de la zona cubierta por la cámara de vigilancia que se encontraba en la calle principal. Eso les impedía saber lo que realmente había sucedido entre los dos durante 87 segundos: se trataba del lapso de tiempo entre la desaparición de Emma en el callejón y la partida de August de este. Tras haber identificado claramente al hombre y las ropas que llevaba, los dos policías lograron fácilmente trazar su itinerario.

El secuestrador de Emma había llegado a Storybrooke en una berlina negra cuya matrícula pudieron ver claramente. Extrañamente, había aparcado no lejos de la casa de la alcaldesa antes de seguir discretamente a Emma y tomar un atajo para esperarla en el famoso callejón. Por como actuaba, parecía evidente que el hombre conocía el terreno y que no era la primera vez que estaba ahí. Seguramente hacía varios días que seguía la pista de la rubia para estar seguro de su golpe.

Por nuestra segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora