Navidad en familia

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-No estabas obligada a hacer todo eso por Henry...- dijo Emma tras haberse reunido con su compañera en el salón

-Tenía muchas ganas. ¿Has visto su cara cuando entró en su habitación?- respondió la alcaldesa feliz, mientras recolocaba la manta sobre el sofá.

Emma le sonrió ampliamente antes de sentarse junto a ella y besarla. El viaje había sido pesado de lo entusiasmado que estaba Henry por descubrir su nueva habitación. Había estallado de alegría al verla, fiel a la descripción que una semana antes él le había hecho. Regina había explicado a su compañera que había hecho venir urgentemente a los decoradores para que le hicieran su habitación a su gusto, respetando sus más mínimos deseos. Finalmente ellas lo habían dejado solo en esa estancia que era la suya para que desembalara sus cosas y se familiarizara con la cantidad de libros que habían comprado para él.

-¿Te das cuenta de que es demasiado, no?

Regina se crispó ante ese comentario, consciente de que quizás había exagerado. Bajó la mirada hacia sus pies, incómoda, de repente, con la situación.

-Solo quería darle ese gusto...que se sienta bien aquí.

-Lo sé...Y seguramente es una más de las cientos de razones por las que te amo- ante esas palabras, la alcaldesa alzó la cabeza, aliviada al ver que Emma no estaba realmente enfadada por lo que había hecho –Es más, me gusta la nueva decoración de aquí.

La rubia se alejó para dirigirse hacia la chimenea y pasó los dedos por encima de algunos portarretratos que habían sido colocados recientemente.

-Necesitaba teneros cerca de mí, cuando estabais a miles de kilómetros- se justificó la morena encogiéndose de hombros.

Había un portarretrato con una foto de Henry que estaba haciendo una mueca, otro con la misma que tenía de fondo de pantalla, y otra en la que estaban ellas dos solas...Como respuesta a la conversación que habían tenido, vio una foto que, sin embargo, nunca había visto antes, en la que se veía a una joven pelirroja, un hombre y un bebé.

-¿Es tu hermana con tu sobrina?- preguntó para confirmar sus dudas

-Sí...Me la envió cuando nació Maia, la encontré y...

Se detuvo en su frase y sonrió a Emma que inclinó ligeramente la cabeza. También Regina efectuaba reales progresos y aceptaba volver a hacer entrar en su vida a su hermana y su familia. Esto presagiaba una buena reacción ante la sorpresa que la rubia le tenía reservada para Nochebuena.

-¿La llamaste para preguntarle si podía venir?- preguntó inocentemente la rubia

-Sí...Lo hice el jueves y me dijo que irían a casa de la familia de su marido para las fiestas.

-Oh...Una pena, me hubiera gustado conocerla- siguió ella con tal comodidad que casi la incomodaba.

-Pero nos hemos prometido vernos pronto. Le he dicho que deseábamos visitar Europa.

-¿Europa? Creía que solo nos pararíamos en París...- dijo Emma maliciosa acercándose sonriendo a la alcaldesa, recordando de repente la conversación que habían mantenido una semana antes.

Regina respiró profundamente para evitar ceder totalmente y saltarle a la rubia sin poder pararse a tiempo y se contentó con sonreírle.

Se sentaron en el sofá y se deleitaron mirando por la ventana los copos de nueve que continuaban cayendo levemente, cubriendo la ciudad de un ligero manto blanco. Emma había apoyado su cabeza en los muslos de la alcaldesa, que se entretenía pasando suavemente sus manos por los rizos rubios.

Por nuestra segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora