Nueva York

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-Te echo de menos.

¿Era un enésimo sueño?

Regina había girado la cabeza al escuchar a Emma murmurar esas palabras. Su corazón palpitaba a toda velocidad frente a esa situación. La rubia, por su parte, había mantenido su mirada clavada en su hijo dormido, como si esa confidencia la hiciera sufrir. El camino sería largo aún entre las dos mujeres. La alcaldesa suspiró.

-Yo también te echo de menos, Emma...

Había hablado en voz baja quizás para no despertar al pequeño, pero sobre todo porque estaba asustada ante la idea de que esa revelación no cambiara nada de su situación. Emma alzó su mirada para posarla en la morena, una muy débil sonrisa se había dibujado en la comisura de sus labios. Acabó por levantarse, haciendo un signo de la cabeza a su antigua compañera para que la siguiera.

-¿Quiere beber algo?- le preguntó cuando llegaron a la cocina.

-Un vaso de agua, por favor...

-¿No piensas regresar esta noche, verdad?

-Yo...- tenía el derecho de decirle sus verdaderas esperanzas, cuando solamente habían hablado cuatro cosas –No...Tenía la idea de encontrar un hotel y partir mañana por la mañana.

-Entonces, tomate una copa de vino conmigo.

Regina asintió con una sonrisa. Cogió la copa tendida por la rubia y se dirigieron hacia el sofá del salón. Sentadas, rectas como un palo, no se atrevían a moverse un centímetro. El silencio que siguió fue embarazoso, pero ninguna de las dos mujeres parecía tener el valor de romperlo. Sin embargo, había que hacerlo...

-¿Cómo estás?- terminó por preguntar la morena

-Tirando...- dijo con lasitud, como si se tratara de una respuesta mecánica que no cambia a pesar de las circunstancias –De hecho no lo sé...- añadió al final –si Henry fue a buscarte es que seguramente hay algo que no va bien.

-Se preocupa mucho por ti. Solo quería que estuvieras mejor...

-Y solo tú podías ayudarme, ¿es eso?

-Quizás...No lo sé. Es algo presuntuoso, ¿no?- había desviado su mirada de la copa para mirar a Emma, casi excusándose por la conversación que estaban siendo obligadas a mantener.

-Ya me salvaste una vez...¿Por qué no dos?

-Tú eres la que me tienes que decir si me das una segunda oportunidad...

Sus dos corazones comenzaron a latir tan rápido que sintieron un ligero aturdimiento, que solo borraron al llevarse un buche de vino a la boca. Sin embargo, la copa de Emma golpeó con algo más de fuerza la mesita de centro, y la morena la escuchó inspirar profundamente.

-¿Lo amas?- preguntó ella en tono abrupto y casi colérico

-¿A quién?

-Al hombre con el que te acostaste...- dijo ella haciendo una mueca que no ocultó -¿Lo amas?- volvió a preguntar, esta vez más nerviosa que nunca

-¡No Emma! Nunca...- a esa respuesta Emma bajó la cabeza aliviada y exhaló todo el aire que estaba conteniendo. Regina, con un gesto rápido, tomó la mano de su antigua compañera antes de repetirle con certidumbre –Jamás.

La rubia observó sus manos unidas antes de entrelazar despacio sus dedos con los de la alcaldesa. Siempre habían hecho eso...Era de esa manera que todo había comenzado entre ellas, en el hospital, tras su primera escapada.

Por nuestra segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora